Beatificación de los mártires de la C.M. y de las HH.C. en Tarragona
El día 12 de octubre, llegados de todos los puntos de la geografía española y otros países de Europa, nos congregamos en Reus para participar en el 1º acto oficial que nos preparaba a la Ceremonia de la Beatificación de nuestros Mártires de la fe, Misioneros Paules e Hijas de la Caridad.
En ambiente de oración participamos en la Vigilia preparada y desarrollada por las Hijas de la Caridad. Al termino de la misma fuimos invitados a la representación de la obra teatral de «La Pasión de San Fructuoso».
Al día siguiente, día 13 de octubre, desde primeras horas de la mañana, se abrían las puertas de este Complejo Educativo que va acoger la ceremonia de Beatificación de los 522 mártires de la Fe del siglo XX. Los miles de peregrinos van llenando la gran explanada preparada para este magno acontecimiento. Participando en el celebración 25.000 personas. De nuestra familia vicenciana: misioneros paúles, hijas de la caridad, miembros de los diversos grupos y movimientos vicencianos… ocupan sus lugares desde primera hora. A medida que el día avanza el calor de la jornada se deja sentir. Un calor que se ve complementado por la emoción de asistir a la beatificación de estos 522 hermanos nuestros.
Desde las 9:00 horas comienza la animación del ambiente y el espacio litúrgico. Conducen esta importante tarea la periodista María Ángeles Fernández y el Director del museo Bíblico de Tarragona, D. Andreu Muñoz que, conducen a la perfección a las más de 25.000 asistentes.
A las 12:00 horas se conecta con la Santa Sede desde donde el Papa Francisco nos dice, entre otras cosas: “…me uno de corazón a todos los participantes en la celebración, que tiene lugar en Tarragona, en la que un gran número de Pastores, personas consagradas y fieles laicos son proclamados Beatos mártires (…) cristianos ganados por Cristo, discípulos que han aprendido bien el sentido de aquel “amar hasta el extremo” que llevó a Jesús a la Cruz. No existe el amor por entregas, el amor en porciones. El amor es total: y cuando se ama, se ama hasta el extremo (…) siempre hay que morir un poco para salir de nosotros mismos, de nuestro egoísmo, de nuestro bienestar, de nuestra pereza, de nuestras tristezas, y abrirnos a Dios, a los demás, especialmente a los que más necesitan. Imploremos la intercesión de los mártires para ser cristianos concretos, cristianos con obras y no de palabras; para no ser cristianos mediocres, cristianos barnizados de cristianismo pero sin sustancia, ellos no eran barnizados eran cristianos hasta el final, pidámosle su ayuda para mantener firme la fe, aunque haya dificultades, y seamos así fermento de esperanza y artífices de hermandad y solidaridad”.
Después de estas palabras comienza la procesión de entrada. Son 105 Obispos los que concelebran. Entre ellos 8 cardenales. 80 Obispos españoles y 25 de diversas procedencias. Concelebran también 1386 sacerdotes. Asisten 2720 religiosos; 3947 familiares de los mártires y numerosas autoridades civiles.
El Arzobispo metropolitano D. Jaume Pujol Balcells, en nombre de las 33 causas que aúnan a los mártires, presenta la petición de Beatificación. El Cardenal Angelo Amato, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, da lectura a la Carta Apostólica en la que Su Santidad inscribe en el libro de los beatos a los venerables siervos de Dios que dieron la vida en defensa de la fe.
Una vez terminada la lectura se descubre la gigantografía con el logo de esta celebración. El coro y el pueblo canta: Chistus Vincit… Mientras, los diáconos, portan al presbiterio la urna con las reliquias de los nuevos beatos rodeadas de palmas y se canta: “… cantemos hermanos, los gozos bien merecidos de estos Santos y sus hechos heroicos, pues nuestro ánimo gusta de ensalzar con himnos a esta raza de vencedores”. También los Obispos en cuyas diócesis se introdujeron las 33 causas de beatificación se acercan al Cardenal Amato, que les entrega una copia de la Carta Apostólica. A continuación, también se acercan los postuladores de las Causas a los que se le entregan copia de la Carta. Desde este momento continua la Eucaristía con el canto del “Gloria in Excelsis Deo”.
De la homilía del Cardenal Amato, publicada íntegramente, no puedo menos que dejar constancia de estas palabras: “… la celebración de hoy quiere una vez más gritar fuertemente al mundo, que la humanidad necesita paz, fraternidad, concordia. Nada puede justificar la guerra, el odio fratricida, la muerte del prójimo. Con su caridad, los mártires se opusieron al furor del mal, como un potente muro se opone a la violencia monstruosa de un tsunami. Con su mansedumbre los mártires desactivaron las armas micidiales de los tiranos y de los verdugos, venciendo al mal con el bien. Ellos son los profetas siempre actuales de la paz en la tierra (…) Nuestros mártires, mensajeros de la vida y no de la muerte, sean nuestros intercesores por una existencia de paz y fraternidad. Será este el fruto precioso de esta celebración en el año de la fe. María, Regina Martyrum, siga siendo la potente auxiliadora de los cristianos”. Amén.
Después de la oración post-comunión, el Cardenal Antonio Mª Rouco Varela, arzobispo de Madrid y presidente de la Conferencia Episcopal Española, dirigió una palabras de agradecimiento y ánimo a todos los asistentes. Vivir la fe sin miedo, como auténticos testigos del Amor de Dios al estilo de los 522 nuevos Beatos.
A ellos, los nuevos Beatos, pedimos con la oración final de la Eucaristía: “… te rogamos, Señor, que no nos separemos del amor de tu Hijo, y a ejemplo de tus mártires logremos superar con valentía cualquier dificultad por aquel que nos amó sobre toda medida”.
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