Conceptos clave en Misiones Populares XVIII: Justicia y Caridad
La justicia, el ejercicio de la caridad y el servicio van profundamente unidos tanto al Anuncio del Evangelio como a la tradición profética. Vamos a recordar otra vez lo que san Vicente exige a los misioneros: “Si hay algunos entre nosotros que crean que están en la Misión para evangelizar a los pobres y no para cuidarlos, para remediar sus necesidades espirituales y no las temporales, les diré que tenemos que asistirles y hacer que les asistan de todas las maneras, nosotros y los demás… Hacer esto es evangelizar de palabra y de obra; es lo más perfecto; y es lo que nuestro Señor practicó y tienen que practicar los que lo representan en la tierra” (XII, 393).
Y en otro lugar, como citamos arriba: “Puede decirse que venir a evangelizar a los pobres no se entiende solamente enseñar los misterios necesarios para la salvación, sino hacer todas las cosas predichas y figuradas por los profetas, hacer efectivo el evangelio” (XI, 391).
Una Misión que no “adelante” el reinado de Dios y su justicia se queda coja. No se trata, pues, de “predicar misiones”, como reza el título de un libro, sino de hacer efectivo el evangelio, de hacer que reine Dios y su justicia.
El Evangelio siempre, y más en nuestra sociedad amenazante de dioses deshumanizadores, ha de ser una fuerza que provoque (cree) vida auténtica; esa vida que tiene su origen en Dios mismo. Provocar grupos de caridad es pues una de las tareas, a veces, poco cultivada, que no podemos dejar de lado.
Y aquí tenemos un gran reto para nuestras misiones que Pablo VI convirtió en pregunta: “¿Hasta dónde y cómo esta fuerza evangélica transformadora puede transformar verdaderamente al hombre de hoy?” (EN 4).
Quizá, no obstante, la misión sólo puede poner las bases de una comunidad plenamente evangélica y evangelizadora. Una comunidad que en su planificación, en sus programas y en su acción se toma muy en serio el ejercicio de la caridad y de la justicia.
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