Crónica del P. Celestino Fernández, C.M., de los actos de beatificación de los mártires
Beatificación de los 60 mártires vicencianos: fiesta de la Fe y la Caridad
“Demos gracias a Dios por el gran regalo de estos testigos ejemplares de Cristo y el Evangelio”.
Estas palabras del Papa Francisco, tras el rezo del Angelus en la Plaza de San Pedro en la mañana del domingo 12 de este mes de noviembre, son el marco y el colofón de todas las solemnes y hermosas celebraciones preparadas y vividas por la Familia Vicenciana durante este pasado fin de semana. La beatificación de los 60 mártires de la Familia Vicenciana ha constituido un acontecimiento de primerísima magnitud y su eco ha llegado hasta los últimos rincones del mapa. La Comisión organizadora de las diversas celebraciones ha hecho bien su tarea y todos los vicencianos y simpatizantes han experimentado el gozo y la emoción de tener unos “familiares” reconocidos pública y oficialmente como testigos y profetas de fe y de caridad.
El primer dato, que cualquier cronista destacaría para los anales de la historia, tiene hora y fecha exactas: las 11,23 horas de la mañana del sábado 11 de noviembre de 2017. Cuando el Cardenal Angelo Amato, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, en nombre del Papa Francisco proclamaba beatos a 60 miembros de la Familia Vicenciana, asesinados en 1936 dentro de la persecución religiosa que se dio en nuestro país. Esta proclamación tuvo lugar inmediatamente después de la petición de los Arzobispos de Madrid y Valencia, Carlos Osoro y Antonio Cañizares, y de la Vicepostuladora, Sor Josefina Salvo. A la lectura de la Carta Apostólica le siguió el descubrimiento de dos grandes tapices en los que se contemplaban los rostros de los 40 Misioneros Paúles, de las 2 Hijas de la Caridad, de los 13 laicos de las Asociaciones Vicencianas y de los 5 Sacerdotes diocesanos de Murcia. Una larga, cerrada y emocionante ovación siguió a este acto de aclamación.
Esta ceremonia de beatificación constituyó el instante mágico y nuclear del momento más importante de estas celebraciones martiriales. Porque a las 11,00 horas, en el Palacio de Vistalegre, del barrio madrileño de Carabanchel, se dieron cita para la celebración solemne de la Eucaristía cerca de 3.500 fieles vicencianos y familiares de los mártires beatificados, 8 Cardenales, el Nuncio de su Santidad en España, 28 Obispos y unos 180 Sacerdotes concelebrantes, la mayoría de la Congregación de la Misión. El presidente de la Eucaristía, el Cardenal Angelo Amato, en su homilía, destacó la idea central del acontecimiento: “Celebrar a los mártires es celebrar el misterio del amor absoluto de Dios”. Subrayó un claro objetivo de la celebración: “La Iglesia celebra estos eventos con un doble propósito: invitar a los fieles a permanecer firmes en la fe y exhortar a todos a evitar de nuevo esos años oscuros”. Presentó a los mártires como “testigos de la vida nueva del Evangelio”, como “ejemplo de perdón y de reconciliación” y como “símbolo de la fuerza del bien que vence al mal”. Y subrayó “la extraordinaria vitalidad apostólica que desarrolló, en aquellos años, la Familia Vicenciana, siguiendo el ejemplo de San Vicente de Paúl”.
Al finalizar la Eucaristía, el P. Tomaz Mavric, C. M., Superior General de la Congregación de la Misión y de la Compañía de las Hijas de la Caridad, hizo hincapié en cómo los mártires defendieron los valores del Evangelio, llevaron hasta el final su opción por los más necesitados, y vivieron radicalmente dos experiencias decisivas iniciadas por San Vicente de Paúl: la misión y la caridad. También pidió a Dios que esta beatificación sea para todos nosotros una eclosión de gracia y un estímulo de fidelidad.
Toda la celebración estuvo entretejida de emoción comunitaria, de vivencias personales y de una música excelentemente interpretada por la Orquesta Sinfónica y el Coro de la JMJ.
El segundo momento importante de estas celebraciones aconteció al día siguiente, el domingo 12 de noviembre, a las 10,30 horas, en la Catedral madrileña de Santa María la Real de la Almudena. Fue la celebración de acción de gracias por los 60 miembros de la Familia Vicenciana beatificados el día anterior. Una celebración presidida por el Cardenal y Arzobispo de Madrid, D. Carlos Osoro, acompañado de un Arzobispo y tres Obispos y concelebrada por casi un centenar de Sacerdotes paúles y diocesanos. Una celebración más familiar, pero igualmente emotiva y solemne.
El Cardenal Osoro destacó, en su homilía, una serie de reflexiones sobre los mártires, sobre la evangelización, sobre la fidelidad… Y puso como telón de fondo dos ideas fundamentales: “Llenar de luz la noche y acoger a los pobres… son las dos misiones que nos encomienda la Iglesia en nombre de los 60 mártires vicencianos, beatificados ayer en Madrid”. “Los mártires vicencianos nos dan una lección sobre lo que es evangelizar, pues, dando su vida por amor a Cristo y perdonando a quienes se la quitaban, nos recuerdan dónde está la clave de la auténtica evangelización”.
Un especial lugar de referencia en esta jornada festiva de la Familia Vicenciana ha sido la Basílica-Parroquia de la Milagrosa, de Madrid. Allí han tenido lugar algunos momentos también importantes en torno a las beatificaciones. Allí, el viernes día 10, a las 18,00 horas, se dio el momento de inicio de las celebraciones con la acogida oficial de los “peregrinos”, con el rezo solemne de las Vísperas y con la bienvenida por parte del Superior General, de la Superiora General y del Visitador de la Provincia canónica “San Vicente de Paúl-España”, en nombre del Visitador de la Provincia de Zaragoza y de todos los Misioneros Paúles. Y allí se celebraron también dos momentos dignos de reseñar: una Vigilia de oración preparada por JMV de Madrid, el viernes día 10, a las 21,30 horas, y un concierto musical en honor a los mártires de la fe, el sábado día 11, a las 21,30 horas, a cargo del Coro de Voces Graves, de Madrid.
Añádase a todo lo anterior el llamado “itinerario martirial”, es decir, una serie de actividades culturales complementarias: el musical “El primer paso”, el también musical “Sandalias de viento”, y la película “Red de libertad”.
En definitiva, después de muchos años de investigación y proceso, la Familia Vicenciana ha celebrado con gozo, con entusiasmo, con rebosante emoción, con cariño y con inmenso agradecimiento la subida a los altares de 60 de sus miembros más queridos y preclaros. Ha celebrado, con toda la Iglesia, una gran fiesta de la fe y de la caridad.
Celestino Fernández, C. M.
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