De sorpresa en sorpresa
Podrá ver el amable lector (hasta es posible la existencia de alguna lectora) la hora de mi existencia. Nada extraño. Es el caso que nos despertamos con la desazón de un lunes, un lunes como otro cualquiera aunque sea el primer lunes con clase. Hará una semana del comienzo de curso y parece que llevamos… Es el caso que tras la correspondiente oración, etc… uno se va a su clase de Historia con los adormilad@s de 1º de Bachillerato; luego Geografía con 2º del mismo nivel… Son las once, más o menos, de la mañana y me repongo a la vera de la máquina de café de la comunidad (¡es gratis!). Pulso el botón de «poco azúcar» y, a continuación, «capuchino» (¡ya es mala leche tener que darle todos los días en el ombligo al capuchino!). Saco el vasito y ¡oh sorpresa!… se me aparece, carne (bastante) y hueso (poco), el inefable Felix Mariezkurrena. Le creía con los garífonas y se presenta «para cumplir su palabra de honrar a la comunidad con un par de botellitas de sidra» (sic). Cumple.
Pasa la mañana con sendas hora de clase …¡hasta las tres!… ¡Un bocadillo a media mañana sustituye a la comida!… Un par de horas en la biblioteca del Colegio, una visita preparación de boda (27 de septiembre) y…¡te busca desde hace un tiempo un exalumno!… Miro mi ultramoderna agenda (papel y lápiz) y no encuentro cita alguna. Son las seis y media y una visita a estas horas (¡sin avisar!) suele ser peligrosa. Salgo al patio y, efectivamente, allí está el amigo Íñigo con una jovencita… ¡Más que reconocible por cuanto su madre y toda su familia son de Aibar…¡ay Txema, que te me pierdes por Cartagena!… Les veo y lo sospecho…¡Nos queremos casar y hemos pensado…! ¡Ningún problema!… Me despido, tropiezo con Raúl (flamante Director), salimos a la calle y…¡SORPRESÓN!… En carne y hueso se nos aparece el soleado David Carmona, P. David, el Visitador o, simplemente., David. Las cosas de palacio van despacio y, como hay tiempo, organizamos la «ruta del vidrio» («toma vinos en el bar como cualquier trabajador», que cantaba el recordado Labordeta).
Llegamos a la hora oportuna (¡no hay hora!) y la poscena es larga y fructífera. A la mesa se suman los citados, más los párrocos, más los estudiantes, más Félix, más el amigo Marek (que pronto será capaz de largar un discurso en el charlamento). Cumple Félix con la sidra. Nos enteramos que, siendo giputxi (Mutriku), vive en Berriatua (aldeilla bizkaiana)… ¡La vida!… Nos lingoteamos en la sala un chupito de hierbas… Consumimos (¡cosa un tanto extraña!) media caja de surtidas…. Charlamos de lo humano y divino, de la oportunidad de llamarse Josico o José Luis, Félix o Felisuco, Felisuco o brother… De la urgencia de unos cientos de miles de euros para un proyecto en Honduras o subir la aportación mensual para practicar la caridad… Una excelente conversación, un buen ejemplo de lo que puede cundir un momento comunitario… Tan es así que, más o menos de improviso, se nos aparece el P. Superior… El avión ha llegado muy puntual… Origen: Madrid (París)… Casi está al completo la Comunidad (más Félix, más David, más Marec…) ¿Alquien da más para ser un lunes como otro cualquiera?… ¡Me lo pido!… ¡Sin envidias, amigo Rogelio!
Gracias por el homenaje a mi paisano y admirado, y cantado, Labordeta, pero creo que el «verso cantado» que citas era del también admirado y muchas veces cantado Ricardo Cantalapiedra. A los historiadores os gustan los datos y citas precisos, y me parece bien. De todas formas, bonito lunes. Un abrazo
¡Toda la razón! (como casi siempre)… ¡Se ve dónde nos quedamos!…
La verdad es que para ser un lunes cualquiera parecía más bien un «plácido domingo» o un día festivo. :)