Debate abierto: ¡Es tiempo de PROYECTOS!

proyectosNo seré yo quien escriba sobre “fortalezas” y “debilidades” de la Congregación en España. Algo se intentó en las Asambleas del pasado año pero mucho me temo que los resultados quedaron en el baúl de los recuerdos. En el fondo, un enorme desconocimiento (cuando no desprecio) de los actuales sistemas de gestión y mejora. Nos cuesta cambiar de mentalidad.

Esta situación ha estado mediatiza (a mi modo ver) por el Superior General. Por motivos que desconozco y con mecanismos igualmente desconocidos aportó para la reflexión un documento en el que se nos pedía, insistía y solicitaba responder sin matices a una “reconfiguración entendida como reunificación de las cuatro Provincias de España”. La propuesta conllevaba, sin duda, una imprescindible reflexión previa. Bien es cierto que se habló, sin tapujos, de “presiones” llegadas desde las propias provincias españolas. Tampoco me extraña por cuanto el “imaginario glorioso” desborda de vez en cuando y las “necedades históricas” se concretan en la vuelta al redil de los, en otro momento, “traidores” a la invicta provincia de la desmembrada Madrid. Porque así fueron sentidas por muchos las divisiones de 1902 y 1970.

Que vivimos en un cambio de tiempo parece más que aceptable. Tiempo que, por lo que parece, afecta más a las estructuras que a lo momentáneo. La “nube” dirá, para quien tenga oídos, si las intuiciones se convierten en realidades; si, en breve, los sueños dejan de serlo o pasan a dormir el sueño de los justos. Vivir esta realidad es una necesidad que nos obliga no sólo como raíz de nuestra subsistencia sino como entronque con la Misión. Mínima escala de la globalización.

El denostado, por mil razonados motivos, P. Etienne tuvo la lucidez suficiente de reaccionar ante la crisis institucional que a punto estuvo de destruir la Congregación. Es su mérito. Bien es verdad que, para ello, no hizo otra cosa que “mirar hacia atrás” y llevarse por delante a las personalidades más críticas con su forma de actuar. Francia, el Superior General y las Provincias fueron sus fundamentos. Mirar a Francia, mirar al Superior General y mirar a las Provincias… ¡He ahí su tridente ideológico!… ¡Mirar e imitar!… Buena cuenta de ello tomó la Provincia de Madrid, convertida bajo dichos parámetros en el buque insignia de la Congregación, en una megaprovincia que pronto pasó a megaloprovincia. Así se vivió, así nos lo trasmitieron en nuestros ya «olvidados» años de santo noviciado. Así lo vivieron andaluces, burgaleses, gallegos y navarros; así lo envidiaron los catalanes.

Estamos en un cambio de tiempo que, en nuestro mínimo espacio institucional español (posiblemente pueda ampliarse), se significa por el descenso del personal y la insignificancia de nuestra presencia. ¿Morimos de muerte lenta? ¿Si es voluntad de la Providencia nos limitamos a recibir los últimos sacramentos?… Me niego; rotundamente, me niego. Nada me importa quedarme a las puertas del Reino. Al menos serviremos de combustible a la caldera de “pedrobotero”. Frío no pasaremos y, si quiera sea por el esfuerzo de abanicarnos, no acabaremos amuermados en la contemplación de las maravillas celestes.

Esta situación, con todas sus “amenazas”, nos presenta, al mismo tiempo, unas grandes “posibilidades”. Está en nuestra mano coger el toro por los cuernos. Y aquí está la “madre del cordero”. Por lo visto hasta el momento estamos poniendo la vista atrás confundiendo la centralidad del carisma (permanencia) con las estructuras que le dan imagen (coyuntura). Especialmente relevantes son, en este sentido, el reforzamiento de la autoridad y la reunificación provincial. Me suena a fundamentalismo organizativo. En este tiempo de cambio es necesario tener el coraje suficiente para enfrentarnos a nuestra propia historia estando dispuestos a corregir y actualizar lo nuclear aun a costa de sacrificar tradiciones queridas.

Nuestras Constituciones son claras: “Todo miembro de la Congregación de la Misión estará adscrito a una Provincia y una Casa o un Grupo a modo de Casa, a tenor del derecho propio” (núm.65). “La Congregación de la Misión se divide en Provincias a tenor del derecho propio” (núm.120); “Provincia es la unión de varias casas entre sí, circunscrita por límites territoriales. Al frente de ella hay un Visitador con potestad ordinaria propia, a tenor del derecho  universal y del propio” (núm. 122). Sin duda que estas realidades son “tradiciones muy queridas”.

Volver a ello, sin embargo, no es, en mi opinión, la solución más adecuada para este cambio de tiempo. Aunque lo diga y promocione Roma; aunque se haya realizado en otras insignes instituciones. Es tiempo de abrir las ventanas al futuro; de estudiar otras propuestas; de asumir riesgos; de olvidarnos un mucho de lo “eclesialmente correcto”; de soportar el derecho a la equivocación. Lo contrario del “mirar hacia adelante” no es “mirar hacia atrás” sino “cerrar los ojos”, permanecer en el vientre materno. En otras palabras, mirar hacia el futuro insistiendo en las Provincias, como estructura para el despliegue de la Misión, no nos lleva a ninguna parte. ¡Es tiempo de “PROYECTOS”!

Mitxel Olabuenaga

Mitxel Olabuénaga, C.M.

Sacerdote Paúl y Doctor en Historia. Durante muchos años compagina su tarea docente en el Colegio y Escuelas de Tiempo Libre (es Director de Tiempo Libre) con la práctica en campamentos, senderismo, etc… Especialista en Historia de la Congregación de la Misión en España (PP. Paúles) y en Historia de Barakaldo. En ambas cuestiones tiene abundantes publicaciones. Actualmente es profesor de Historia en el Colegio San Vicente de Paúl de Barakaldo.

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