Desde el Colegio de Barakaldo (1980)
Ante la problemática que siempre ha planteado a la Provincia la existencia del Colegio de Barakaldo, es preciso acudir a la voz más autorizada para un cristiano: la voz de la Iglesia. En la Pastoral de 1977 los obispos de Pamplona, Vitoria, San Sebastián y Bilbao afirmaban que el campo más necesitado, más pobre de sus Iglesias locales era el de la juventud. En esa Pastoral y en cuantas ocasiones se les han presentado, han animado insistentemente para que no se deje el campo de la educación.
La sociedad nos está demostrando que esta juventud corre el peligro grave de ser sumergida ante tanto especulador; que el porro, la droga, el alcoholismo más sofisticado, la pornografía están minando los valores del joven a tal extremo que pronto tendremos una sociedad sin familia y sin amigos.
Gracias a Dios, tenemos el Evangelio con la misión de reganar diariamente la dimensión inmanente y trascendente de la persona. El joven de hoy está reaccionando para no perder el protagonismo propio de su edad. Así están naciendo grupos de reflexión, células vivas infiltradas en este organismo mundano. Si, como paúl, no se apoya la existencia de ambientes propicios a su desarrollo, si no se convive con ellos, si no se orientan sus inquietudes, estos pequeños cirios pascuales que luchan denodadamente por romper semejantes tenebrosidades se derretirán dejando tras de sí una pequeña pastosidad triste y sin ilusión. La culpa será enorme por haber segado la primavera que hoy comienza a empujar llena de ilusión y esperanza.
Baracaldo es una ciudad que vive y hace su historia en estrecha existencia con los Paúles. A través del Colegio y de las dos parroquias, es ciudad, encrucijada de provincias, recibe su vida de los Paúles en un altísimo porcentaje. En sus ojos se refleja nuestro talante liberal, nuestro sacerdocio y nuestra profesionalidad. El interrogante grave puede ser: ¿en qué profundidad, con qué prioridades se desarrolla nuestra dedicación, nuestra vocación a las mil quinientas familias del Colegio? No hay duda que esta sociedad barakaldesa quiere de nosotros, hombres de Evangelio dedicados todo el día, sus 24 horas a esta juventud forjadora de la sociedad del mañana inmediato.
La vida del Colegio intenta ser respuesta a estas exigencias tanto en su profesionalidad, en su vocación vicenciana como en sus instalaciones. Esta vida es el hilo conductor que recorre todas las horas del día: en las aulas, los 12 grupos mixtos de reflexión cristiana, en las convivencias, en la Pascua Juvenil de Murguía, con la devoción mariana enriquecida en Aránzazu el primer sábado de mayo, en el Cine-Club y el Teatro, en toda la rica gama de actividades deportivas con su maravilloso equipo de 20 monitores, etc. etc.
Para finalizar cabe una última pregunta: ¿un paúl lo es verdaderamente en Baracaldo, en este Baracaldo con sus hijos jóvenes vascos y sus padres venidos de provincias que siguen añorando y sintiendo la tierra de sus mayores con sus graves problemas generacionales y de identidad? Mi respuesta personal es sí y mi respuesta de creyente que quiere escuchar la voz de su obispo es sí. Pero, el paúl podrá seguir siéndolo en Baracaldo? No hay duda, puesto que la sociedad local y la Iglesia local lo piden. Bastará que la Provincia levante la mirada y tenga fe en sus posibilidades futuras, muchas de las cuales se encuentran en esta juventud que hoy mira con simpatía y en algunos con deseo al sacerdocio como algo apropiado para sí mismos.
Baracaldo, mayo 1980.
José Mª Ortiz
Trascrito del Boletín Provincial de 1980
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