Entrevista al Superior General P. Gregorio Gay, C.M.
Entrevista al P. Gregory G. Gay en vísperas de terminar su servicio de Superior General de la Congregación de la Misión.
¡Gracias y que Dios le bendiga, P. Gregory!
Cuando el P. Gregory G. Gay fue elegido Superior General de la Congregación de la Misión en la Asamblea General del año 2004, yo estaba allí como cronista y le hice una pequeña entrevista. Cuando ya está en vísperas de cesar en su servicio y se va a elegir a otro Superior General en la Asamblea General que se está celebrando en Chicago (Illinois), también he estado allí cinco días como conferenciante. Y también le he hecho una entrevista. Entre una y otra entrevista han transcurrido doce años, los doce años que marcan como límite las Constituciones y que el P. Gregory G. Gay ha estado al frente de la Congregación y de la Familia Vicenciana, dando lo mejor de sí mismo, guiando, animando, orientando, impulsando, acompañando, pastoreando…
El martes día 5 de este mes de julio, la Asamblea General de la Congregación elegirá otro Superior General. Y esta entrevista, que amablemente me ha concedido para nuestra página web y para el Boletín Vicenciano, quiere ser una forma de dar las gracias, de verdad y con el corazón, al P. Gregory G. Gay por todos sus desvelos, esfuerzos y trabajos en pro de la Congregación y, en definitiva, en pro de los pobres “nuestros amos y señores”.
—¿Cómo se siente después de doce años como Superior General?
—No voy a negar que estoy cansado, pero me siento bien. Como ya he manifestado en mi conferencia-informe a la Asamblea, han sido doce años de gracia donde he tenido la oportunidad de ver el carisma en plena forma en diferentes partes del mundo, en diferentes culturas. Ciertamente, me siento bien, por la experiencia que tenido, recibiendo mucho, aunque dando poco.
—Volviendo la vista a esos doce años de Superior General ¿cuál sería el recuerdo más positivo que tiene?
—Es difícil escoger un solo recuerdo positivo, porque tengo muchos. Pero donde he disfrutado más ha sido en las visitas a las diferentes Provincias, a los diferentes países, a las diferentes misiones. Sobre todo, cuando he estado con los cohermanos, con las Hijas de la Caridad, con la Familia Vicenciana en los lugares más lejanos y abandonados, para animarlos y sentir que merece la pena estar con ellos.
—¿Y el más negativo?
—Pues, dicho con humor, el estar sentado detrás de mi escritorio. Pero, en serio, lo que ya he mencionado también en mi conferencia-informe: la resistencia a pasar de una mentalidad provinciana a una visión más amplia de la Congregación, y la falta de comunicación y conocimiento amplio de lo que ocurre en la Congregación a nivel internacional. Sin duda, esto desanima un poco, porque estamos trabajando duro para que crezca el carisma en el mundo y, a veces, uno se da cuenta de que algunos cohermanos no conocen mucho más allá de su propio apostolado, no conocen ni su propia Provincia.
—Hay tres cosas que yo siempre he visto en usted: sus visitas apostólicas hasta el fin del mundo, el impulso al laicado vicenciano y su esfuerzo por misiones y proyectos para la promoción y evangelización de los más pobres. ¿Está usted de acuerdo con este perfil?
—El P. Maloney decía en el año 2004: “El rol del Superior General no es viajar, ya tiene Asistentes Generales para hacer eso. Hay que buscar otras maneras de animar la Congregación”. Pero yo me conozco a mí mismo: soy misionero, me gusta andar para arriba y para abajo, y me convencí de que mi mejor manera de animar a los misioneros es viajando, visitando, estando con ellos en sus lugares de misión. Además, cuando yo pregunté a los Visitadores, en el año 2004, qué deseaban de mí, me respondieron: “Deseamos una visita de parte del Superior General”. Respecto de la segunda cuestión, el impulso al laicado vicenciano, tengo que decir que he gastado muchas energías continuando lo que el P. Maloney había comenzado, tratando de ampliar el conocimiento y la colaboración entre los diversos grupos de la Familia Vicenciana, conectando con otros grupos que también sienten el carisma vicenciano. Aunque reconozco que todavía hay cohermanos que no captan lo que significa nuestra presencia en medio de la Familia Vicenciana. Y la tercera cuestión que me planteas, los proyectos para la evangelización de los más pobres, te diré que ésta es una fuerte pasión en mi vida. Incluso, tengo que decir que, al hablar de ello en la conferencia-informe a la Asamblea, he llegado a emocionarme bastante, porque esta pasión por los pobres está muy fuerte en mí. Cuando termine mi servicio de Superior General, quiero continuar entre los pobres. Ellos nos evangelizan, nos dan vida, nos animan.
—Cuando, en estos doce años, me han preguntado por la imagen del P. Gregory G. Gay, Superior General de la Congregación de la Misión, yo siempre he respondido: es un pastor misionero. ¿Está usted de acuerdo con esta definición?
—Sí. Porque tú sabes cómo ha sido considerada tradicionalmente la figura del Superior General en la Congregación: una figura de mucho protocolo y un poco alejada de las personas. Bueno, pues ésa no es mi persona. Yo soy más cercano y me he esforzado mucho para bajar del pedestal a la figura del Superior General y estar entre los cohermanos como un cohermano, pero consciente de que uno es Superior General que quiere ayudar y caminar con la colaboración de todos los cohermanos. Yo no sé cómo va a ser el próximo Superior General, pero pienso que debe ser un hermano entre hermanos. Mucha gente me dice: “Tú eres como el Papa Francisco: muy cercano”. Pero yo siempre he sido así, no estoy imitando al Papa, ni el Papa me imita a mí. Mi mayor satisfacción es tener la capacidad de acercarme a los otros. Déjame matizar algo que me interesa mucho: no somos, principalmente, hermanos de los pobres, somos mucho más: somos “servidores” de los pobres. San Vicente ha dicho que los pobres son “nuestros amos y señores”. Y cuando servimos a los pobres con amor, con respeto y con entrega, ellos nos invitan a nosotros a ser sus hermanos, a ser sus amigos.
—¿Goza la Congregación de la Misión de buena salud espiritual, apostólica comunitaria?
—Creo que, en general, sí. Los cohermanos de la Congregación de la Misión son trabajadores, viven con sencillez y no conozco a muchos que quieran jubilarse, trabajan hasta el final. Ciertamente, en muchas partes del mundo estamos envejeciendo, algunos manifiestan un cansancio… Pero siento que hay entusiasmo y buen espíritu comunitario, aunque también puede haber provincianismo e individualismo. Es muy importante la comunidad para la misión o, mejor, la comunidad en misión, porque así unimos más la comunidad y la misión. Puedo decir que donde he visto más vida es donde hay un espíritu de comunión entre los hermanos, donde se ayudan mutuamente, donde los más jóvenes cuidan de los más ancianos… Es cierto que estamos envejeciendo en muchas partes del mundo, pero estamos creciendo en otras partes. Por ejemplo, cuando visité seis o siete comunidades de la parte oeste de la Provincia de Polonia, me encontré con que yo era el mayor de todos en edad. O sea, que hay energía y entusiasmo, no sólo entre los jóvenes sino también entre los que no son tan jóvenes.
—Al cesar de Superior General, dígame dos sueños para la Congregación de la Misión.
—Mi primer sueño es que sigamos creciendo en una misión común con los laicos, más allá de la mera colaboración, uniendo la evangelización y la caridad. Otro sueño es la internacionalidad misionera de la Congregación para ir donde haga falta, para ir a todas las periferias, incluso a las existenciales, donde hay una necesidad apremiante de fe, de Dios, de Jesucristo.
—¿Qué diría al nuevo Superior General?
—Cuando yo acepté este servicio en el 2004, el P. Maloney, antecesor mío, me dijo: “Ahora tú eres el responsable”. No hubo ninguna transición. Cuando llegué a Roma, después de visitar a mi familia y de arreglar algunas cosas donde yo era Visitador, me encontré sobre la mesa una carpeta con algunas instrucciones que compartí con el Consejo. Ahora, nosotros también hemos dejado una carpeta sobre mi escritorio para el nuevo Superior General con recomendaciones generales y puntuales. Por otra parte, pienso que el Superior General no es lo que él quiera hacer, sino lo que la Congregación
quiere que él haga, inspirado por el Espíritu. No debe estar centrado todo en el Superior General ni todo tiene que depender de él, tiene detrás un equipo. Gracias a Dios, yo he tenido un buen grupo de Asistentes que me han apoyado y han hecho bien su trabajo. Es decir, es importante trabajar en equipo. Por último, le diría que camine entre los hermanos, no hay necesidad de subir al pedestal.
—¿Qué planes tiene para el futuro?
—Voy a participar de un tiempo sabático, unos cuatro meses, en San Antonio, Texas, en un programa dirigido por los Oblatos de María Inmaculada. Se trata de un programa integral: teológico, espiritual, psicológico y corporal. Espero poner en plena forma todo mi ser. Tengo muchas ofertas, porque sabemos por las Constituciones que el Superior General cesante puede escoger Provincia y Comunidad. Voy a escuchar, en este tiempo sabático, esas ofertas. También he dejado, en mi escritorio, una carta para el nuevo Superior General ofreciéndome para las diversas necesidades, porque quiero ir entre los pobres donde sea. Una cosa que ahora me preocupa es que, desde el año 1985, no he vivido en mi país, y mi familia lo ha sentido y lo siente mucho. Pero tengo tres ofertas: una es la misión en Alaska con 36.000 latinoamericanos que estamos acompañando ahora con tres misioneros, y se necesita un cuarto. Es una misión itinerante por todo el país de Alaska. Otra oferta es la misión entre los indígenas de los Estados Unidos, la gente más abandonada. Tenemos Hijas de la Caridad y unos cohermanos trabajando en una reserva indígena en el oeste de los Estados Unidos. Es una periferia fuerte. La tercera oferta está más cerca de casa: en la ciudad de Baltimore, en dos parroquias pobres de mayoría negra. Nunca he trabajado en este ministerio. Bueno, sólo pido que mis cohermanos recen por mí, para que yo pueda ir discerniendo lo que Dios me pide.
—Por último, ¿qué tal le hemos tratado en España?
—Buena pregunta. Antes de ir yo a España, había escuchado que los españoles tienen un carácter fuerte, que dan un poco de miedo. Cuando empecé como Superior General, se estaban celebrando los trescientos años de la venida de los Paúles a España. Entonces, tuve la oportunidad de hacer un recorrido por las cuatro Provincias españolas y por las de las Hijas de a Caridad. Tengo que decir que la recepción fue magnífica y me sentí muy bien entre todos los cohermanos. Como Misevi y Juventudes Marianas Vicencianas Internacionales tienen su sede en Madrid, pues mis visitas han sido más frecuentes a Madrid, incluso pasé una visita canónica a la Provincia de Madrid. Siempre me he sentido muy bien acogido por todos.
Gracias, P. Gregory. Y que Dios le bendiga.
Celestino Fernández, C.M.
(http://misionerospaules.org/noticias/entrevista-al-p-gregory-g-gay-en-visperas-de-terminar-su-servicio-de-superior-general-de-la-congregacion-de-la-mision)
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