Intervenciones vicencianas en el Sínodo de los Obispos

Hace unos días publicábamos íntegra la intervención del Superior General, P. G. Gregory Gay CM, ante el Sínodo de los Obispos para la Nueva Evangelización, en el que participaron y tuvieron intervenciones varios ilustres vicencianos:

  • El Superior General, P. Gregory Gay, entre los delegados de la Unión de Superiores Generales.
  • Monseñor Gebremedhin Markos, Vicario Apostólico de Jimma Bonga-Etiopía, delegado de la Conferencia Episcopal de Etiopía y Eritrea.
  • Monseñor Cristoforo Palmieri, Obispo de Rrëshen-Albania, delegado de la Conferencia Episcopal de Albania.
  • Mons. Berhaneyesus Demerew Souraphiel, C.M., Arzobispo Metropolitano de Addis Abeba
  • El P. Emmanuel Typamm, Secretario General de la Confederación de Conferencias de Superiores Mayores de Africa y Madagascar.

He aquí un resumen de las mismas:

Intervención de Monseñor Markos Ghebremedhin, C.M.

El programa de preparación y educación de los catequistas en varias diócesis debe ser revitalizado, revisado y planeado con objeto de preparar a los catequistas para su ministerio particular en la Iglesia.

El Despacho Catequístico debe ser reconocido e instituido como un ministerio estable con lugar permanente en la Iglesia local.

El Catecismo de la Iglesia Católica sigue siendo difícilmente comprensible para muchos fieles; es necesario simplificarlo, publicando también versiones simplificadas en varios idiomas locales.

La catequesis debe formar parte de la formación continua, para que se cambie la idea pesimista de que el catecismo es sólo para los niños.

Los programas catequísticos deben plantearse según los distintos grupos de edad de los fieles, y hay que hacerlo atractivo a los mismos. El material para la catequesis debe ser adecuado para cada grupo de edad.

Los centros de formación pastoral deben perfeccionarse, intensificando el desarrollo de los distintos métodos de ayuda para todos los que participan en la catequesis.

Es necesaria la participación de los padres, padrinos y la comunidad cristiana en la preparación de los niños a los sacramentos.

La Iglesia necesita reafirmar el papel irreemplazable de los catequistas en la Iglesia, equipándolos con recursos para que sean ministros eficaces de la Nueva Evangelización. Se les deben ofrecer los recursos necesarios para que mantengan a sus familias y, también, para que entiendan su papel dentro de la Iglesia como vocación. En este gran momento de renovación en la proclamación y transmisión de la fe, una decisión de este tipo sería de gran apoyo y ayuda en la nueva evangelización a la que nos llama la Iglesia.

Intervención de Monseñor Cristoforo Palmieri, C.M.

La evangelización, como primer anuncio para quien en Albania había nacido y crecido sin haber sabido nunca nada acerca de Dios, o como mucho había visto algún gesto cristiano que hacían a escondidas los ancianos, o la evangelización para con los hermanos musulmanes que tenían y siguen teniendo raíces cristianas, y que se muestran abiertos al anuncio, se revelaba y se revela urgente y grave, más que nunca y más que en otras partes.

Por esto, de este Sínodo esperamos las indicaciones que nos estimulen y nuevos métodos para sentirnos impulsados y comprometidos a predicar en el momento oportuno y no oportuno, con el amor y los sacrificios que se requieren también por causa de las dificultades de circulación, por la dispersión geográfica de la población que dificulta los encuentros y las agregaciones, además que por la pobreza misma de la población.

La mies no es poca, es más, en parte ya está lista, pero faltan para cosecharla obreros diligentes e instruidos, capaces de sacrificio, más cercanos al pueblo, y sólo por amor y con amor, ya sean locales o un don de otras iglesias hermanas.

Las enseñanzas del Concilio Vaticano II, que sólo 50 años después de su celebración se nos entregarán en albanés, esperemos que aporten más familiaridad también con la palabra de la Iglesia.

Que nos sostenga la oración de cuantos entre nosotros quieran hacerse cargo también de nuestros problemas.

Que la sangre de los mártires asesinados durante el régimen comunista, para cuarenta de los cuales el proceso de beatificación avanza en la Congregación para las causas de los Santos, sea también para nosotros en Albania: despertar de vida cristiana, deseo de que sean más profundas, iluminadas y convencidas las razones de la fe, a fin de colmar el vacío que crearon los años de la dictatura; que nos haga misioneros para con quienes están alejados.

Que toda la Iglesia pueda, y quienes son más responsables delante de Dios y del anuncio del Evangelio, ver pronto el nacimiento de una nueva humanidad, de un hombre nuevo, ciertamente no como el que presumía de crear la dictatura comunista, es decir, un hombre sin Dios, sin Iglesia y, por tanto, completamente inconsistente en sí mismo, sino del creado según Dios en la justicia y la santidad.

Intervención de Mons. Berhaneyesus Demerew Souraphiel, C.M.

Las Pequeñas Comunidades Cristianas, establecidas como la presencia más local de la Iglesia Católica Universal, comparten esta misión. Las Pequeñas Comunidades Cristianas proporcionan un contexto pastoral ideal para establecer y desarrollar los ministerios laicales. Una de las diferencias más significativas entre las Asociaciones Católicas tradicionales y las Pequeñas Comunidades Cristianas reside en la orientación apostólica de las últimas.

Las Pequeñas Comunidades Cristianas no están construidas sobre la santidad personal de sus miembros, sino sobre su disponibilidad humilde y su fidelidad a la misión apostólica; la santidad personal es un requisito y una consecuencia de la misión, no su propósito final.

Las Pequeñas Comunidades Cristianas tienen una espiritualidad apostólica esencial orientada hacia la misión. Sin ésta, las Pequeñas Comunidades Cristianas, como también la Iglesia universal, sería infieles a la verdadera vocación fundamental de ser testigos del Evangelio. Esta misión se convierte en una realidad concreta con el establecimiento de ministerios laicales que deben ejercerse en el área restringida de la comunidad.

Los Ministerios Laicales, por lo tanto, no deben concebirse como un accesorio o como unas actividades opcionales de las Pequeñas Comunidades Cristianas para aligerar el trabajo del sacerdote. Son una parte integrante de su vida y su crecimiento, y cuando los ministerios disminuyen, toda la vida de la comunidad disminuye. La experiencia nos ha demostrado suficientemente que las asociaciones religiosas centradas sólo en la oración y la devoción pueden convertirse en una especie de club espiritual exclusivo para miembros santos, o más fieles a los detalles minuciosos prescritos en el libreto escrito por su fundador que a las peticiones de Jesús en el Evangelio.

Este campo es amplio y está abierto a la creatividad pastoral. Sin embargo, cuando se establecen nuevos ministerios laicales, se debe observar el diálogo, la consulta y la comunión con el Obispo local y llevar a cabo periódicamente evaluaciones para que un número variado de ministerios laicales no se realicen sin una visión común y unas directrices pastorales, lo que crearía desconcierto y confusión entre el pueblo de Dios.

Este es el reto más grande de la nueva evangelización. A pesar de que es necesaria una reeducación importante de nuestros cristianos en el campo de los ministerios laicales, ciertamente no serán ellos lo que presenten objeciones y resistencia. Los cristianos están impacientes por participar de una manera más activa en la vida y el crecimiento de la Iglesia.

Intervención del P. Emmanuel Typamm, C.M.

Las personas consagradas en África y Madagascar toman conciencia y quieren hacer tomar conciencia a los demás agentes apostólicos (laicos, sacerdotes, obispos) de que la reconciliación, la justicia y la paz o, en otras palabras, la justicia y la paz que llevan a la reconciliación obligan a morir, a perder la vida, por la verdad del Evangelio.

El tema del Sínodo invita a los consagrados a promover la paz en el interior de las instituciones: Manteniendo relaciones positivas en comunidad entre las diferentes etnias y nacionalidades.

Ello pasa a través de:

– La cultura de los “mismos derechos para todos”. La cultura de la alternancia del poder y, por tanto, del desapego hacia los puestos en las instituciones.

– La cultura de la misión cumplida con amor.

– La cultura del uso de los bienes de la institución sin apropiarse de ellos.

Os proponemos que os unáis a nosotros y que colaboréis en un aspecto muy importante que podría impedirnos hablar de reconciliación, de justicia y de paz a los pueblos indigentes del continente:

1. Mejorar la salud materna para que haya menos madres que mueran al dar a luz y reducir así la mortalidad infantil.

2. Reforzar los medios de prevención y hacerse cargo de los enfermos de paludismo, SIDA, enfermedades mentales, epilepsia, etc.

3. Alentar a farmacéuticos, médicos y sanadores a instituir estructuras modernas para los tratamientos con plantas y a crear mutualidades de salud.

David Carmona, C.M.

David Carmona, Sacerdote Paúl, es canario y actualmente reside en la comunidad vicenciana de Casablanca (Zaragoza).

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