Jornada Mundial de la Juventud en Puerto Cortés (Honduras)
La noche del 26 al 27 de enero, los jóvenes de Puerto Cortés vivieron una velada muy especial. La distancia no fue obstáculo para unirse a la alegría de todos los jóvenes reunidos en Panamá, y junto a ellos celebrar el gozo de ser jóvenes cristianos, jóvenes católicos, convocados por el Espíritu y disponibles, como María, para llevar adelante el plan de Dios. Conscientes de que no muchos jóvenes de la parroquia tendrían la oportunidad de viajar a Panamá, por los costos del viaje y la limitación de plazas, decidieron organizar una vigilia en comunión con el papa y los peregrinos de Panamá. Una velada (o desvelada, más bien) llena de sorpresas, de talento, de música, de oración y de fe.
El lugar elegido para tal evento fue la cancha deportiva del colegio Sagrado Corazón de Jesús, que la comisión preparatoria decoró con motivos alusivos a la JMJ para que los jóvenes se sintieran como en Panamá. Casi 400 jóvenes acudieron a la cita, además de algunos grupos parroquiales que apoyaron con la música (los coros de San Vicente de Paúl, de La Milagrosa y de La Concordia), la comida (la Sociedad de San Vicente de Paúl y la pastoral de la Salud), y, por supuesto, el equipo de la radio que retransmitió el acto durante toda la noche, a través de Radio Luz Cortés y de facebook life, donde muchos fieles siguieron el encuentro en directo. Con perdón de los vecinos, amanecimos sin cerrar los ojos ni la boca, festejando, haciendo ruido y “haciendo lío”, como pidió el papa Francisco a los jóvenes peregrinos en Brasil.
Pudimos comprobar una vez más el gran talento de nuestra parroquia: jóvenes que cantan, pequeñas dramatizaciones con grandes lecciones, danzas tradicionales (las de nuestro pueblo garífuna) para alabar al Señor en cuerpo y alma. Diversidad reconciliada, dones puestos al servicio del bien común, como nos pide san Pablo en su carta a los Corintios. Testimonios de vida que impactan, que invitan, que animan… Fotos y vídeos que recuerdan los momentos compartidos en el año que termina. Vida hecha canción y alegría compartida.
La Eucaristía, presidida por el padre Mikel, al comienzo de la noche, nos hacía caer en la cuenta de quién es el Señor de nuestras vidas, del misterio de amor que es Dios para con nosotros. Jesús fue el verdadero protagonista de la vigilia, que se nos manifiesta en su palabra y se hace presente en el vino y el pan compartido. El padre Mikel, en su homilía, nos animó a ser jóvenes valientes, comprometidos con Dios y con la Iglesia, al servicio de los hermanos; jóvenes que conocen sus raíces y están cimentados en la roca firme que es Cristo, para desde ahí, diciendo sí como María, darlo todo al servicio del Reino.
Uno de los momentos más emocionantes de la noche fue la hora santa. Cuando, a medianoche, las luces se apagaron y el Santísimo, seguido de una procesión de antorchas elaboradas por las comunidades, recorrió la cancha en sus cuatro costados, para finalmente ser expuesto sobre el altar. El bullicio se hizo silencio, la alegría se volvió adoración. Inspirados por la palabra de Dios, cada joven puso su vida ante Dios; y, quien quiso, pudo escribir un compromiso para depositarlo en una vasija de barro. Sin duda, un momento especial, vivido intensamente, que demuestra la necesidad que tenemos, en un mundo lleno de ruidos, de hacer silencio y de encontrarnos personalmente con aquel que es la Vida.
El otro momento de recogimiento fue el rosario misionero, que rezamos a las tres de la mañana. Cambiando las cuentas por globos (de colores según los misterios y los continentes), formamos un gran rosario que abrazó a todos los asistentes. Cada misterio estuvo dedicado a un continente, y tomaba como modelo e intercesor a un santo: Santa Bakhita en África, San Óscar Romero en América, San Juan Pablo II en Europa, San Francisco Javier en Asia y San Pedro Chanel en Oceanía. En cada misterio, había también una petición especial: por los explotados y oprimidos, por los que defienden la verdad y la justicia, por los alejados de Dios y de la Iglesia, por los cristianos perseguidos, y por los misioneros y evangelizadores. Un rosario muy misionero con el que mostramos nuestra devoción a María y expresamos nuestro deseo de ser Iglesia en salida, que quiere ser venda para las heridas del mundo.
La velada concluyó con los primeros rayos del sol. Sor Lorena nos dirigió unas palabras a modo de conclusión, y se entregó a cada joven un denario (pulsera con diez cuentas del rosario y una cruz), como obsequio y signo de lo vivido en esa noche, y como compromiso por parte de los jóvenes de poner en práctica y llevar a la vida lo vivido y recibido en esa noche.
El encuentro solo fue posible gracias a un gran trabajo en equipo y al compromiso y la generosa dedicación de muchos jóvenes y varios agentes de pastoral de la parroquia. Fue fundamental también el trabajo realizado por cada animador de jóvenes en su comunidad, donde, durante dos meses, se han estado preparando, recibiendo las catequesis oficiales de la JMJ y orando por el encuentro. Queremos que esto sea como una semilla, que anide en los corazones de los jóvenes, y podamos realmente poner a Jesucristo en el centro de nuestras vidas, y, con él, atrevernos a soñar con un mundo diferente, donde a los pobres se les anuncie la buena noticia, y encuentren una luz de esperanza los que lo han perdido todo. Que el Señor nos guíe y nos ilumine en esa tarea, y que nuestra disposición sea la de María, diciendo un SÍ sin condiciones al plan de Dios para nuestras vidas y para el mundo.
Iván Juarros, C.M.
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