La Misión Vicenciana: Contenidos básicos (1)
Hace unos días me decía un párroco: “¿Por qué no escribís de una manera sucinta el contenido básico de una misión? Nos vendría muy bien a quienes estamos interesados por este ministerio tan necesario hoy”.
Aceptando el reto, voy a romper el programa que me había propuesto y trataré de responder a este amigo (y quizá también a ti). Y en verdad que no necesito salirme demasiado de la línea que me había trazado, pues es el primer cometido que nos toca vivir cuando nos piden una misión.
Tú “me preguntas”, amigo, pero el proceso de una misión convencional lo iniciamos preguntando nosotros. Eso sí, primero has de comprender quién es el actor principal de la historia. Y el actor principal, después de Jesús, es el párroco, su Consejo de Pastoral y la Comunidad parroquial toda. Nosotros, los misioneros que venimos de fuera, somos meros colaboradores, aunque en algunos momentos llevemos la voz cantante.
Siempre aconsejamos dar un primer paso: Tratarlo en el Consejo. Luego, comunicar a todos los de dentro la idea de organizar una misión como “un servicio de fe para toda la comunidad humana (cercanos y distantes) que viven en el territorio parroquial”. Y esto mismo lo deberías hacer después a los llamados (quizá injustamente) de fuera, o alejados.
Esta comunicación sonaría más o menos así. Hoy queremos dar una Buena Noticia: Vamos a celebrar en nuestra parroquia una campaña extraordinaria de evangelización, una misión. Y para hacer esta comunicación invitamos a personas cercanas a llevar una “carta personal en mano” a todos los miembros de la parroquia.
Por otra parte, una misión no se hace todos los años. Es en primer lugar una acción extraordinaria. Y con la palabra “extraordinaria” no nos referimos a algo que se realiza, como viene siendo corriente, más o menos cada 50 o más años. Fíjate en la primera Iglesia. Los apóstoles normalmente van a sitios donde la religión oficial (el judaísmo) estaba establecido. Había sinagogas. (Hoy hay parroquias). Y también iban a lugares dónde la ignorancia religiosa era grande (piensa en Samaria). En todos estos lugares había que renovar la fe; había que superar rutinas; había que anunciar, no sólo a Dios, sino también a Cristo.
A todos estos lugares, también a la mayoría de las parroquias de hoy, se le podían aplicar palabras como estas: Yo he sido enviado a las ovejas descarriadas de la casa de Israel. Y como la mayoría de nuestros pueblos están “sacramentalizados”, pero poco “cristianizados”, no vendría nada mal recordar las palabras de san Pablo: Yo no he sido enviado a bautizar, sino a evangelizar.
Porque, estarás conmigo en reconocer que en muchas parroquias el cura emplea la mayor parte de su tiempo en acciones celebrativas y catequéticas, y no tanto en las formativas. Incluso un valor fundamental como la caridad con frecuencia no está entre las prioridades. Y por eso nos conviene preguntarnos con honradez: ¿Es en la práctica real que la Iglesia (nuestras iglesias) -como dijo ya Pablo VI- existe para evangelizar? Y, como enfatizó el Congreso de Parroquia Evangelizadora, tendríamos que preguntarnos algo más: ¿Hasta qué grado y en qué medida son nuestras parroquias “Parroquias Evangelizadoras”?
Pero, aguarda. No quiero que con estas disquisiciones se me vaya el hilo: Para nosotros acción “extraordinaria” es tanto como decir necesidad complementaria de las acciones parroquiales ordinarias.
Ya ves, en otras palabras, la misión parroquial extraordinaria es una ayuda, un servicio en orden a fortalecer el trabajo ordinario de las parroquias. Y por eso, al presentar la misión en una parroquia hablamos a los párrocos y a la gente de un para qué.
¿Para qué?
- Para avanzar. Necesitamos un cristianismo más consecuente y más comprometido. Necesitamos una Iglesia de puertas abiertas:
- Para encontrarnos con el Dios Vivo que hace vivir.
- Para purificar nuestra fe y darle todo su sentido.
- Para edificar Comunidades Cristianas adultas.
- Para animarnos a vivir los valores del Evangelio: la paz, la justicia, el amor, el servicio a los necesitados, la sencillez, la verdad, la confianza en Dios…
- Para encontrarnos en un diálogo tú a tú con nuestros hermanos los hombres, alejados tantas veces de Dios por falta de un testimonio coherente.
- Para lograr seguir a Jesús que vino a evangelizar a los pobres y que indicó esto como señal de que era Hijo de Dios y de que había venido el Mesías que el pueblo esperaba.
Y vuelvo otra vez al principio. Antes te decía que comenzamos con una pregunta a los párrocos. Esta pregunta es muy importante, ya que los motivos para pedir una misión hemos visto que son muy variados, y tenemos que estar de acuerdo en los objetivos. Por eso preguntamos a los párrocos y Consejos:
Por qué y/o para qué piden la misión. Qué esperan.
Es muy importante desde el principio llegar a un acuerdo sobre planteamientos eclesiales básicos. Es importante percibir las coincidencias y las diferencias en el terreno teológico-pastoral.
Pero además, interesa ver las posibilidades reales de un Plan conjunto. Y en su caso decidir los pasos a dar, – hay que procurar no comprometerse a cosas que no se van a poder llevar a cabo-.
“Luego”, y a la hora de hablar con la gente, tendremos que hacer ver las razones que nos han empujado a realizar un tiempo extraordinario de evangelización. Hemos ido observando que la gente es sensible a los por qué. Ahí van, pues, algunos que también ofrecemos como simple ayuda a los párrocos.
¿Por qué?
La Iglesia es consciente de que los cristianos de hoy necesitamos urgentemente:
- Abrirnos al Evangelio [ð abrirnos a la Vida]; reavivar las raíces de nuestra fe cristiana.
- Hacernos expertos en humanidad.
Esta doble fidelidad nos la está exigiendo el Espíritu y el hombre de hoy.
Pero la gente, lo sabes tú muy bien, quiere saber más. Al principio no conviene decirlo todo. ¿Recuerdas aquel consejo: Si quieres decirlo todo, aburrirás del todo? Pero hay que dejar clara desde el principio una idea básica. Para ello, comentamos algunos de los valores básicos de acción.
¿De qué se trata?
Misión quiere decir salir. Tiene su origen en el primer misionero: Jesucristo, el enviado. Por eso, todo el pueblo experimentará a través de las personas más sensibles en el terreno de la fe este movimiento de salida a través de pequeñas acciones. Porque la Misión es una invitación a salir:
- De nosotros mismos.
- De nuestras cosas.
- De nuestro acomodo que margina.
- Del olvido práctico de los pobres.
- De nuestro cristianismo con frecuencia demasiado cómodo.
- De nuestras prácticas rutinarias.
- De nuestros grupos de iglesia a veces demasiado cerrados.
Termino. No quiero alargarme. Quizá te haya quedado alguna duda, alguna inquietud. Por eso, ya para poder “pisar tierra”, me gustaría que si tienes alguna pregunta que hacer o algo concreto que decir, aproveches la posibilidad que te da este blog de hacer una comentario. Lo espero para poder servirte mejor.
No obstante, espero en uno o dos artículos más, ofrecer sucintamente el desarrollo de lo que hacemos cuando vamos a un lugar concreto. Pero te repito. No esperes. Si tienes alguna inquietud que comentar o alguna pregunta que hacer, sírvete de la posibilidad de hacer un comentario ya.
Y, por si acaso, te dejo una dirección de e-mail: misioneszaragoza@paules.es.
Comentarios recientes