La Semana Santa en la comunidad de Teruel

COMUNIDAD DE TERUEL; UNA SEMANA SANTA INTERIOR

Estábamos mentalizados todos para vivir una Semana Santa diferente, pero teníamos claro que no aislados, sino en comunión con toda la Iglesia y una sociedad que, como consecuencia del COVID-19, padece, sufre, enferma, muere y resucita. 

El Domingo de Ramos, como expresión de nuestra alabanza a ese Dios que se muestra débil, sencillo y pobre, agitamos los ramos que previamente habíamos cortado de nuestra pequeña parcela (somos afortunados respecto a millones de familias confinadas estas semanas entre cuatro paredes). Ante la pasión del Señor, todos nos sentimos conmovidos por su silencio (como el de nuestras calles y plazas), un callar que no es abandono, sino responsabilidad y aceptación de una misión recibida. Los mismos ramos de la liturgia, son los que quedaron colgados en nuestros balcones para expresar a la sociedad que hemos iniciado juntos un camino que llegara a la Vida plena.

El Miércoles Santo, nos unimos en la Misa Crismal a nuestro obispo D. Antonio que, desde la sencilla y acogedora Capilla del Obispado y, gracias a las redes y medios de comunicación social, nos ayudó a renovar nuestro ministerio sacerdotal y a tener ya dispuestos los nuevos oleos que acompañarán los sacramentos de vida.

El Jueves Santo, toda la comunidad nos sentimos invitados por Jesús a la mesa del amor y del servicio. La celebración, antes de separarnos de la realidad, nos unió a tantos servidores de la sociedad que están desviviéndose durante la pandemia para que otros puedan vivir. De amor y de vida entregada al servicio de los demás nos hablaba la liturgia de esta gran Cena del Señor. Junto a Cristo Eucaristía que se quiso quedar entre nosotros, pudimos orar en silencio durante las siguientes horas.

El Viernes Santo, ante la Cruz del Señor, dejamos que nos hablara el misterio que contienen los acontecimientos y el relato siempre estremecedor de la Pasión. De nuevo pusimos en nuestras palabras y en nuestro corazón, el sufrimiento de enfermos y familias, de incertidumbres y miedos de una sociedad también crucificada. Como los primeros discípulos, nosotros nos propusimos conservar la esperanza en que el proyecto apasionado de libertad que nos trajo Jesús, no tendrá fin y superará toda muerte o enfermedad. 

El silencio profundo del Sábado Santo quizá este año lo pudimos entender mejor, pues cada día en nuestros pueblos y ciudades se rompe a las 8.00 de la tarde, en ese aplauso espontáneo y generoso a una sociedad que se solidariza, no se rinde y espera. Pues así también la solemne Vigilia nos trasladó a la Pascua; al paso tan anhelado como necesario de una Vida en comunidad, en sociedad, donde todos nos sintamos acompañados porque Él ha Resucitado.

Por amor a este Dios en Cristo Resucitado, por amor a cada uno de nuestros hermanos y, por amor a nosotros mismos, seguimos en casa… unidos a todos vosotros… desde Teruel.

Mikel Sagastagoitia, C.M.

David Carmona, C.M.

David Carmona, Sacerdote Paúl, es canario y actualmente reside en la comunidad vicenciana de Casablanca (Zaragoza).

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