Noticias después de la tormenta – Honduras

TESTIMONIO DE NINA – NUEVOS HORIZONTES

Hoy es martes 24 de noviembre. Después del sobresalto por el paso de dos tormentas tropicales en un mes (los huracanes Eta y Iota), que dejaron inundaciones y destrucción tras de sí, el tiempo no nos da tregua. Desde el viernes nos encontramos bajo el efecto de un frente frío que ha dejado lluvias torrenciales y muy abundantes en el norte del país. En esta ocasión la parroquia de Cuyamel ha sido especialmente afectada, con ríos nuevamente desbordados, carreteras cortadas, desalojos, casas destruidas y derrumbes peligrosos en las montañas. Muchas familias se encuentran reubicadas en albergues e iglesias. Los ríos Chamelecón y Ulúa, cuyas cuencas hidrográficas abarcan buena parte del país y que atraviesan el valle del Sula poco antes de desembocar entre los municipios de Puerto Cortés y Tela, se han desbordado por cuarta vez en un mes, anegando nuevamente la Lima y parte de San Pedro y Choloma. Mucha gente sigue en los albergues desde principios de mes, sin poder volver a sus casas. Algunos se han instalado en tiendas de campaña improvisadas a las orillas de la carretera principal, a la espera de que el agua baje y poder volver a sus casas, o lo que quede de ellas. En los albergues cunde la tristeza y el desánimo, mezclado con algo de resignación. Empiezan a aparecer algunas enfermedades, por la falta de salubridad y la ansiedad, y faltan medicamentos para atender convenientemente. En muchos albergues ni siquiera hay colchones o colchonetas, y toca dormir en el suelo. Se han agotado en el país las provisiones de colchones, y por el corte de carreteras no hay materia prima para producirlos. Varios aeropuertos del país han estado paralizados por las inundaciones y el mal tiempo. El más afectado, probablemente, el de San Pedro Sula, que no abrirá hasta mediados o finales de diciembre. Asimismo, hay carreteras importantes del país que están cortadas. El paso entre Puerto Cortés y San Pedro Sula ha estado cortado porque el nivel del agua anegó un tramo de la carretera. La carretera de Puerto Cortés a Cuyamel y a la frontera con Guatemala quedó interrumpida por varios derrumbes; lo mismo que la vía que comunica San Pedro con la capital. Los datos oficiales hablan de 267 carreteras dañadas y 47 puentes destruidos.

Llueve sobre mojado. Dicen que es el fenómeno de la Niña, que nos acompaña este año y que parece que quiere quedarse más tiempo del acostumbrado. Tardaremos en recuperarnos y necesitaremos mucha ayuda.

Pero en medio de esta situación surgen personas e historias que emocionan e invitan a la esperanza. Hoy les presentamos una de esas historias. Esta historia va sobre un barrio, sobre un colegio y sobre una mujer. El barrio es Nuevos Horizontes; un sector de la ciudad de Puerto Cortés situado en la orilla este de la laguna de Alvarado. Por estar tan cerca de la laguna, y en una zona inundable, es especialmente vulnerable a este tipo de fenómenos. El colegio es Nuestra Señora de la Merced, construido con fondos del gobierno catalán después del huracán Mitch, y que forma parte de una red de colegios conocida como PROHECO (Programa Hondureño de Educación Comunitaria), que son administrados por vecinos de la comunidad local. Este colegio sirvió de albergue durante la emergencia por la tormenta Eta. La mujer es Antonieta Rivera, Nina para los amigos. Coordinadora parroquial de catequesis y administradora de la escuela, a ella le tocó coordinar la escuela en el tiempo que funcionó como albergue. El 3 de noviembre llegaron las primeras familias al albergue, cerca de 70 personas. El jueves 5 eran 150 personas, y el sábado 7 sumaban más de 300. Finalmente, el sábado por la noche, ante la amenaza de que el agua subiera hasta la escuela, la Municipalidad evacuó a los 300 albergados en la escuela y los llevó al instituto Franklin Delano Roosevelt. Quince días después, cuando la emergencia de la tormenta Iota, no se habilitó la escuela como albergue por no considerarla suficientemente segura, y los evacuados fueron llevados directamente al instituto Franklin. El padre Ángel y yo tuvimos la oportunidad de visitar el albergue y saludar a Nina el jueves 5. Su entrega y generosidad eran admirables. Logró sacar unos minutos para atendernos, pero su teléfono no dejaba de sonar: los bomberos, la Cruz Roja, el Comité Municipal, una donación de comida, nuevos evacuados en camino… Sé que hubo noches en que solo durmió una hora. Y sin embargo, siempre se mostraba agradecida con Dios. Todos la respetaban en el albergue, los jóvenes la llamaban cariñosamente “madre”. Luego me enteré que mientras ella se afanaba en su labor en el colegio, su propia casa se iba llenando también de agua. Pero mejor dejar que ella hable y se presente.

Mi Nombre es Antonieta Rivera, Nina cariñosamente, tengo 53 años de edad, me siento muy bendecida por el señor, soy catequista desde los 11 años. Hace 42 años que estoy acompañando a niños en diferentes sectores, algo que me encanta hacer, esta es mi vocación. Desde ahí puedo servir a los demás llevándoles el mensaje de amor, de la palabra, y dando amor a los demás, cumpliendo también con lo que el Señor me ha confiado. Tengo también dos años como coordinadora de las catequistas de la parroquia Sagrado Corazón de Jesús de Puerto Cortés. Soy presidenta de la Asociación Educativa Comunitaria (AECO) de la escuela PROECO Nuestra Señora de la Merced, proyecto donde puedo servir a los niños, a la adolescencia y a los padres de familia de este sector. Tenemos en esta escuela educación prebásica, básica y tercer ciclo. Hemos ido aumentando con el propósito de continuar con carreras técnicas para poder apoyar a la juventud. Como persona soy madre de familia, tengo tres bellos hijos, dos hembras y un varón. Tres nietos: un adolescente de 14 años, un niño de 10 años y una niña preciosa de 4 años. Soy de oficio comerciante.

Quiero comentarles que como sector de Nuevos Horizontes hemos sido afectados por las tormentas Eta y Iota, experiencia muy difícil que hemos pasado como afectados y como encargados del apoyo a nuestros hermanos afectados, a todos los hermanos que fueron albergados. Estuvimos en la escuela tratando de coordinar el apoyo a ellos. Tuvimos 87 familias albergadas, que hacen cerca de 300 personas. No es fácil, pues hay que bregar con los diferentes caracteres, unos están de acuerdo en algunas cosas y otros no. Con todo, hemos servido con mucho amor a los que más lo necesitan. Hemos cuidado de los demás, dándoles albergue. Al mismo tiempo nuestra casa estaba siendo inundada y afectada por la tormenta. Hemos perdido cosas de nuestra casa, parte del menaje, que hemos luchado por tenerlo. Mientras nosotros apoyábamos también estábamos siendo afectados. Con mis hijos hicimos la lucha, luchamos contra la tempestad y apoyamos a nuestros hermanos, gracias al favor de Dios. Me acompañaron mis tres hijos: Sinia, Alberto y Francis, que fueron mi apoyo al igual que algunos vecinos con los que hicimos un equipo de trabajo. Me apoyaron Elías, Walter, Francisco y Carlos. Estos muchachos se ocupaban de ir a las casas a sacar a las personas que tenían necesidad y no habían podido salir. También les llevaban alimentación. Fuimos muy bendecidos, en el sentido de que la sociedad porteña y los que gobiernan el municipio, empezando por el alcalde, nos apoyaron en gran manera con alimentos, ropa y otras cosas necesarias. Es un gran ejemplo el que han dado nuestros hermanos porteños, haciéndose presentes para poder ayudar. Servir no es fácil. Es difícil, tenemos que disponer de nuestro tiempo, disponer de nuestros bienes económicos. Pero cuando lo hacemos de corazón esto no se siente. El Señor nos ha dado un don para ponerlo al servicio de los demás. Pasamos días y noches de cansancio y de desvelo, pero haciéndolo con mucho amor a nuestros hermanos.

Es importante en estos tiempos difíciles el apoyo que hemos tenido de nuestra Iglesia y nuestra gente. La Iglesia siempre ha estado al pie, con las oraciones. La Iglesia local, la parroquia, la zona, siempre han estado pendientes. Cada mañana una mensaje, una llamada, cómo están, qué necesitan, en qué podemos apoyar. Esto es algo que nos anima a seguir haciendo bien las cosas y a continuar con esta misión que se nos ha encomendado. Nosotros como voluntarios, como personas comprometidas, hemos estado apoyando muy de cerca y sintiéndonos muy bendecidos por todo el apoyo recibido por parte de nuestra Iglesia, de las autoridades, de la sociedad civil, que dijo presente y continúa diciendo presente, porque estos males continúan perjudicando a cada familia, a cada hogar y cada comunidad. Pero tenemos la fe en Dios que todo esto pasará y después vamos a tener que luchar juntos para salir adelante, y hacer que la reconstrucción de nuestras comunidades sea mejor. Será muy difícil y vamos a ocupar mucha colaboración de las demás instituciones (autoridades, Iglesia). En lo personal como gestora de este albergue doy las gracias a Dios por su manifestación en cada persona, en cada niño que nos necesita, y sentir la presencia de Dios en cada ayuda para estos hermanos. Como anécdota quiero comentarles que con mi familia no nos fuimos para el Franklin porque había una anciana que nos robó el cariño en ese momento. Cuando todo el mundo estaba subiendo en camiones para ir al otro albergue porque el nuestro no era suficiente, una anciana llamada doña Estela decía “no me voy a ir, no me dejen sola”. Entonces decidimos quedarnos 16 personas con esa señora, para no dejarla sola. Arriesgamos porque no sabíamos cómo llegaba la tempestad. Pero el Señor es más grande y nos quedamos. La base naval dijo que ahí no se podía quedar nadie. Desobedecimos, y gracias al todopoderoso no pasó nada. Salimos adelante y allí nos quedamos apoyando a la señora que nos dio la iniciativa de quedarnos.

De cara al futuro este sector tiene nuevos retos. Tiene una infraestructura totalmente destruida. Una de las cosas que hemos pensado que nos va a hacer falta bastante es el empleo. Viviendas, muchas han sido dañadas. Alimentación. Será un comenzar de nuevo para poder salir adelante. Vamos a lograrlo solamente unidos, poniendo nuestra mente y nuestra disponibilidad para poder ayudar. Veremos qué medios podemos utilizar para gestionar las ayudas a las personas más necesitadas, a las personas que perdieron sus casas. Algunas casas fueron totalmente derribadas; la mayoría quedaron dañadas y perdieron parte de os muebles y el menaje. Pero gracias al todopoderoso podemos decir que hemos salido victorioso porque las vidas humanas están. Solo pedimos que la recuperación sea pronta. Vamos a necesitar la ayuda de todas aquellas personas que puedan colaborar con nuestra comunidad.

Agradecemos a nuestro Dios y a nuestra madre Santísima su  acompañamiento. No nos hna dejado solos y eso tenemos que ponerlo de frente, la manifestación de Dios en medio de nosotros. Vamos a pedir a Dios un corazón para poder servir como el corazón de san Vicente de Paúl, ese va a ser nuestro estandarte. Siempre al momento de poder solicitar una ayuda, hacer una gestión por nuestros hermanos, pensemos en san Vicente de Paúl. 

Antonieta Rivera

David Carmona, C.M.

David Carmona, Sacerdote Paúl, es canario y actualmente reside en la comunidad vicenciana de Casablanca (Zaragoza).

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