Nuestros teólogos por tierras de Aragón (1975)
Los datos, que van a continuación, nos los ha proporcionado en retazos el P. José I. Fernández H. de Mendoza, Director de nuestro teologado; el hilván –meramente el hilván– es nuestro.
La llegada. Arribó a Las Arenas una invitación del P. Eugenio Garcia Espinosa: venía dirigida a los Padres y Estudiantes del Teologado. Se trataba de que aportáramos nuestra colaboración en la pastoral propia de Semana Santa por tierras zaragozanas.
El lugar apuntaba a Las Bardenas Altas de Zaragoza. Iríamos a los pueblos de la región de Ejea (Bardena del Caudillo y El Bayo, más Pinsoro y Valareña), atendidos por los PP. Eugenio Garcia Espinosa y Carlos Ruiz, todavía convaleciente del accidente sufrido el pasado febrero. Como sustituto de éste actuaba por aquellos días el P. Silvino Martinez.
Salida de Las Arenas: el día 22 de marzo, sábado de Ramos, salimos camino de Las Bardenas cinco Estudiantes (Carmelo Velloso, José Gil, Rafael Gómez, Santiago Azcárate y Corpus J. Delgado), más el P. José I. Fernández. Y ese mismo día llegamos felizmente a nuestro destino: a la zona de los pueblos bardeneros asentados sobre los nuevos regadíos derivados del pantano de Yesa.
En El Bayo: aquí, en la casa parroquial, encontramos todos acomodo. En la misa vespertina del sábado de Ramos tuvo lugar nuestro primer contacto con la gente, contacto favorabilísimo: nos sorprendió. Ante una insinuación del P. Eugenio, indicando la necesidad de alguna manta para los recién llegados, acudió la mitad de las familias, aportando las suyas. Hubo que decir basta. Por nuestra parte nos ofrecimos a colaborar con los Curas ejercientes (nuestros Padres), con el fin de que pudiesen celebrar lo mas dignamente posible los acontecimientos litúrgicos de la Semana Santa.
Esta noche dormimos bastante bien, pero antes adecentamos la casa- lo mejor que pudimos, ya que se trataba de un edificio, que llevaba abandonado algún tiempo.
Método de trabajo. Cada día nos distribuíamos de dos en dos por los pueblos: un estudiante con el P. Silvino en Pinsoro, dos con el P. José I. en Valareña, y otros dos con el P. Eugenio para atender El Bayo y Bardena del Caudillo.
Además de los actos litúrgicos, tan aprovechables en estos días para realizar una labor evangelizadora y sacramental, habíamos pensado dar una catequesis para los diversos grupos, que constituyen la familia parroquial. Comenzamos con los niños. Previamente habíamos visitado a todas y a cada una de las familias de la feligresía; con esa ocasión se les daba un programa policopiado de todos los actos litúrgicos de la Semana Santa. Después dirigimos nuestra atención a los hombres y a las mujeres Y, por fin, en reuniones dialogadas, los jóvenes fraternizaron con nosotros a base de temas transcendentes de la religión.
Situación socio-religiosa. Sigue pesando sobre estas parroquias el problema «Favara» Dos sacerdotes «de los de Favara» se mantienen marginados en la labor pastoral de la diócesis; residen en Pinsoro. Parte de los feligreses los defienden, en realidad, no ha llegado al pueblo el fondo del problema, ni las soluciones propuestas por el Sr, Arzobispo. Creemos que nuestros Padres sufren, eso si, no en forma grave las salpicaduras del caso. Las relaciones con dichos sacerdotes se mantienen dentro de un tono respetuoso, aunque distante. Los jóvenes de Pinsoro y Valareña no han aceptado hasta el momento la salida de «sus» curas.
La gente es abierta, acogedora, «aragoneses». Buena parte son familias implantadas en grupo en estos pueblos «nuevos», y que proceden de otras localidades y quo han tenido que ser evacuadas por diversas causas. Su carácter nos sorprendió a nosotros que veníamos de la costa cantábrica.
En lo religioso los hemos encontrado algo fríos, sobre todo a una porción de jóvenes (ellos y ellas) y a un grupo de hombres. Parecen más bien algo abandonados, quizás desidiosos, en materia religiosa. Sin embargo, la gente está muy concienciada con los problemas religiosos y socio-políticos actuales. Este naciendo un nuevo modo de ver la Iglesia y un nuevo estilo de sentirse cristianos.
Desde el punto de vista económico, proceden y viven fundamentalmente de la agricultura. Aquí poseen casa a bajo precio, maquinaria agrícola y una parcela de regadío del orden de las 15 Ha. Dependen del organismo estatal IRYDA. Si el coche y el frigorífico son un índice de nivel de vida relativamente acomodado, hay que afirmar que muchos de estos vecinos gozan de un nivel aceptable.
Todos los pueblos cuentan con los más importantes servicios municipales: escuelas, templos, centros parroquiales, médico, supermercados, lugares de reunión, bares, cooperativas agrícolas aunque todo ello muy condicionado por la exigüidad de cada núcleo de población (de 700 a 1.000 habitantes) y la proximidad de Ejea. Los maestros son verdaderamente ejemplares.
Frutos conseguidos. Poco a poco la gente se fue enterando de que nosotros estebamos allí a su entera disposición. A medida que pasaban los días, se fueron identificando con el mensaje de la palabra del Señor que nosotros tratábamos de comunicarles fielmente.
Fueron numerosas las confesiones. Al final, nos miraban todos con tal simpatía que nos dolía tener que dejarlos. Gustaron (más de uno lo confesaba), admiraron y vivieron la liturgia quizás mejor que en años anteriores.
Enseñanzas para nosotros. Fue una ocasión magnífica para ponernos todos, Estudiantes y Padres, en contacto con la vida real. Verdaderamente lo solemos echar en falta en el ambiente académico donde nos toca vivir habitualmente y en el que nos invade una atmósfera poco en consonancia con la realidad viva tan distinta de como se la ve en libros y referencias.
Debería ofrecérsenos más frecuentemente el orearnos en contacto con la pastoral viva, con la religión realizada en carne y hueso. Va esto como sugerencia a todas nuestras casas dedicadas a pastoral. Pudiera resultar con toda probabilidad la mejor forma de colaborar el teologado con nuestras comunidades y también viceversa.
Y la marcha. Agradecemos tanto al P. Eugenio, como al P. Silvino, su amabilidad y comprensión durante todos esos días. Que no sea esta la última vez que nos brinden realizar experiencias semejantes.
El lunes, 2º día de Pascua, abandonábamos la casa parroquial de El Bayo, e iniciábamos la vuelta muy contentos de haber contribuido con nuestras evangélicas ilusiones a la edificación de aquellas gentes.
Copiado literalmente del BPZ, 1975
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