Ordenación de presbítero y primera Misa de Wilmer A. Martínez Ruiz, CM
El domingo 23 de septiembre, la parroquia de Santiago apóstol de Cuyamel, en Honduras, se vistió de gala y celebró con gran alegría la ordenación de presbítero de nuestro compañero y hermano Wilmer Alfredo Ramírez Ruiz, C.M.. Era un día esperado por muchos, que han seguido a nuestro compañero en su proceso de formación, y han orado tanto por él. Era la primera vez que una ordenación tenía lugar en la parroquia de Cuyamel. Un día histórico. Y como tal lo celebramos.
Nadie se quiso perder el acontecimiento. De la parroquia de Cuyamel asistieron muchos fieles, que caminaron desde temprano para llegar desde las diversas aldeas de la montaña. Fueron muchos también los llegados de Puerto Cortés, catorce autobuses repletos, además de quienes fueron en su coche particular. La comunidad estuvimos presentes al completo, pues suspendimos las eucaristías de la mañana de Puerto Cortés. También llegaron el P. David Carmona (Visitador de la Provincia de Zaragoza) y algunos padres de San Pedro Sula, dos estudiantes vicentinos de Tegucigalpa, y otros padres de la Congregación de la Provincia de América Central que habían conocido a Wilmer en su proceso de formación. No faltaron algunos sacerdotes diocesanos; entre otros, el padre Enemecio, vicario pastoral de la diócesis, el padre Natael, decano de la zona pastoral Medalla Milagrosa, y el diácono Álex, que se ordenará, Dios mediante, este sábado 29. De la Compañía de las Hijas de la Caridad, además de la comunidad de las hermanas de Puerto Cortés, llegaron algunas hermanas de San Pedro y de Guatemala que conocían a Wilmer.
Desde muy temprano (a las 5 a.m.) de la mañana, la iglesia empezó a llenarse. Lógicamente la asistencia desbordo la capacidad de la iglesia, y muchos tuvieron que conformarse con seguir la celebración desde la calle bajo las carpas instaladas para la ocasión, escuchando pero sin ver, salvo por los vídeos que Radio Luz iba colgando en facebook a tiempo real. Dicen que había tanta gente fuera de la iglesia como la que había dentro; y lo cierto es que dentro no cabía un alfiler.
La Eucaristía empezó puntual, a las nueve, presidida por monseñor Ángel Garachana, a quien la comunidad y la Congregación agradecemos su cercanía y atención. El coro, compuesto en gran parte por niños, acompañó desde el principio la oración y la alegría de los presentes. Un joven monitor nos fue guiando por la celebración, explicando a los fieles el sentido de cada uno de los gestos. Los padres de Wilmer, María Ruiz y José Ramírez, y sus cuatro hermanos, acompañaban a Wilmer, todavía diácono, en la primera fila de bancos. Las lecturas, del domingo, nos hablaron del servicio, de ponernos en el último lugar, y de acoger a los más indefensos, como los niños. Monseñor Ángel lo resaltó en su homilía, en la que explicó el significado del sacerdocio ministerial, y cómo este se relaciona con el sacerdocio bautismal de todos los fieles. Animó a Wilmer a vivir su sacerdocio con entrega, como pastor al servicio del pueblo, para enseñar la palabra, para conducir al pueblo de Dios, para celebrar los sacramentos.
Especialmente emotivo fue el momento de la imposición de manos y la oración consecratoria, así como el abrazo que el Sr. Obispo y lo sacerdotes dimos a Wilmer como acogida en el orden de los presbíteros. Tras la comunión, Wilmer pronunció unas palabras de agradecimiento. Agradeció el apoyo y la confianza puestas en él, por parte de la Congregación y de sus formadores. Agradeció la presencia de tantos fieles y amigos. Manifestó su alegría por el ministerio recibido. Y también animó a los asistentes a rezar y a trabajar por las vocaciones. “Si se me permite decirlo, creo que hemos sido muy mezquinos en esta tierra para las vocaciones, pues hemos tenido que esperar tantos años para tener una vocación de aquí. Esperamos que las próximas no tarden tanto. Seamos generosos con Dios, y no tengamos miedo de decirle que sí”. Sin duda, la ordenación de nuestro hermano será un testimonio que anime a otros jóvenes a decidirse por el camino de la entrega generosa al servicio de Dios y de los hermanos.
Tras la Eucaristía, vino el momento de las fotos, y el momento en que todo el mundo quiso saludar en persona a Wilmer. En la calle, gracias al trabajo y generosidad de nuestra gente, se repartieron más de tres mil tamales entre los asistentes, a quienes se les dio también un refresco y un bizcocho. Era la manera de extender la celebración y la fiesta a todos, pues no hay fiesta sin comida (sin comida compartida). Los sacerdotes, Hijas de la Caridad y la familia de Wilmer, entre tanto, tuvimos nuestro almuerzo en el centro de capacitación parroquial; un rico pollo al carbón con su guarnición de arroz y ensalada.
En conclusión, un día grande de fiesta, de esos que se quedan en la retina. Muchos de los fieles nunca habían participado en una ordenación, por lo que vivieron este momento con especial intensidad, dando gracias a Dios. Nos sentimos muy agradecidos con todas las personas que han trabajado por preparar y organizar este día, y que han dado lo mejor de sí para que todo saliera bien. Gracias también a Radio Luz Cortés, que se esmeró por transmitir el acontecimiento y por acercar a los que estaban lejos, a través del sonido y de la imagen (en su página de facebook). Esperemos que no pasen muchos años antes de poder celebrar otra ordenación en nuestras parroquias.
Primera misa en San Isidro
Dos días después de la ordenación, el martes 25 de septiembre, tuvimos la oportunidad de acompañar al padre Wilmer en su primera misa, que tuvo lugar en la aldea de San Isidro, de donde él es originario, y donde ejerció el ministerio de delegado antes de iniciar el camino vocacional. Dicha aldea pertenece a la parroquia de Cuyamel, y se encuentra a tres horas de camino desde el núcleo urbano de Cuyamel, por caminos de montaña. Allí llegan algunos coches con mucha dificultad, pero no siempre es posible, por la orografía y el mal estado de los caminos.
A pesar de la amenaza de lluvia que nos preocupaba, la mañana del día 25 nos sorprendió con un cielo despejado y un sol radiante, por lo que algunos pudieron llegar en carro hasta la aldea. Allí nos esperaban cerca de 500 personas, provenientes de San Isidro y de las comunidades vecinas, alegres y dispuestas a celebrar el acontecimiento. Celebramos la misa en el campo de fútbol, al aire libre, bajo unos toldos que nos protegían del sol. Wilmer presidió y predicó, y le acompañamos siete sacerdotes: la comunidad completa y el P. Visitador David Carmona.
Tras la Eucaristía, como no podía faltan, se repartieron para todos los presentes tamales y refrescos, y partieron un gran pastel. Entre tanto, los niños de la catequesis y algunos grupos de las comunidades amenizaron el ambiente con algunos cantos y alabanzas. La familia de Wilmer desbordaba de alegría, igual que la delegada de la comunidad y la catequista. Sin duda un día que todos recordarán en la comunidad. Pueden decir con orgullo que Dios los ha bendecido al llamar a un hijo de la aldea al sacerdocio.
Iván Juarros, C.M.
ORDENACIÓN SACERDOTAL
PRIMERA MISA EN SU PUEBLO – SAN ISIDRO
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