Pascua juvenil de «Nueva Experiencia» de Baracaldo (1975)
Amigable, paciente y generosamente acogidos por la Comunidad de Murguía, con la cooperación inapreciable de las Hermanas del Colegio de Murguía, que nos prepararon las comidas —gracias mil a ambas Comunidades—, nos reunimos a celebrar nuestra 3ª Pascua Juvenil estos grupos de Baracaldo.
Comenzamos con un «Encuentro» (según las técnicas de la Dinámica de Grupos), que nos descubrió nuestra falta de identificación personal y con el grupo. A la luz de esta experiencia, con los datos de las celebraciones anteriores y de otros grupos y con una catequesis pascual, centramos las celebraciones en el intento de reconciliarnos con nosotros mismos y con el grupo como camino hacia la liberación integral, obra del Paso salvador de Dios experimentado a través de la celebración de su Muerte y Resurrección, fuente de todo compromiso cristiano.
Una celebración comunitaria de la Penitencia nos introdujo en la Celebración de la Cena del Señor en un clima comunitario de intimidad religiosa que se fue caldeando a través de la celebración. En aquel contexto tenían una resonancia nueva los C. 13 al 17 de San Juan escogidos como Lecturas de Celebración. El Lavatorio fue expresión de un deseo sincero de reconciliación a nivel personal y de grupo.
El Viacrucis, dado que el tiempo se puso feo, y para dar cauce a la creatividad juvenil, lo celebramos usando la técnica del sociodrama, representándolo en cuatro cuadros: Condena, Encuentros, Caídas, Muerte y Resurrección. El grupo se sintió seriamente interpelado e identificado con el Misterio en cuya representación intervinieron casi todos.
Enmarcamos la colaboración de la Muerte del Señor dentro de la sencillez austera del Ritual. Como broche del día tuvimos un serio cine-forum sobre película que versaba de problemática juvenil.
Dedicada la mañana del sábado al encuentro personal y deporte, comenzamos una seria y larga preparación de la Vigilia a las cinco de la tarde. A Ias 10 tuvimos una catequesis dialogada sobre los signos, ritos, lecturas y sentido de la Vigilia, cuya celebración comenzamos a las 11, terminando a las 4 de la mañana. Revistió carácter especial el Pregón Pascual a través de un poema sobre la liberación que ofrece Cristo Resucitado al hombre actual. Fue también original la homilía, pues de dos en dos se fueron comunicando la experiencia del Señor resucitado, su sentirse liberados, la acción salvadora de Dios en ellos. Una hora larga duraron estos intercambios. La renovación de las promesas del Bautismo y el abrazo de la paz constituyeron momentos fuertes de la Celebración pues fueron expresión visible de su disposición a vivir a través del grupo su compromiso cristiano. Después de una breve fiestecita, a las cinco de la mañana dimos por terminadas las celebraciones pascuales de 1975.
Quisiera comunicaros la riqueza y hondura de las celebraciones, la alegría bulliciosa y serena de esta muchachada (40 chicos y chicas de 16 a 20 años), que experimentaba el paso salvador de Dios. Soy incapaz de reflejar la acción de Dios, casi visible, a través de los nuevos cauces introducidos: Encuentro y Sociodrama del Viacrucis y de la celebración de la Vigilia Pascual.
Sirva esta crónica de ánimo a todos los que trabajan con jóvenes. Les brindo esta experiencia y mi fe y mi confianza en la juventud, cuando uno se entrega a ella. Y, ojalá, la libertad que nos tornamos para abrir nuevos caminos frente a una estéril esclavitud ante la ley, les anime a experimentar nuevos modos de expresión religiosa con los jóvenes.
Julián Martínez de Alegría, Jesús Mª Egüés y José Julio Pardo.
Copiado Literalmente del BPZ 1975
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