Primer sacerdote misionero paúl hondureño de la Provincia de Zaragoza

El P. Wilmer Alfredo Ramírez,
primer paúl hondureño de la Provincia de Zaragoza.

Presentación

Sonrisa abierta, bondad sin afectación, de  pura raza, disponibilidad y amabilidad espontáneas: este podría ser el primer retrato robot del P. Wilmer Alfredo Ramirez, primer sacerdote Paúl de la provincia canónica de Zaragoza. Con 37 años cumplidos, no aparenta ni siquiera los 30. Quizá se deba al clima tibio de su tierra, o a su carácter bondadoso y cordial que hace reverdecer su juventud.

Y esta es una historia verdadera contada por el mismo, con total espontaneidad, como alguien que es incapaz de decir algo fabulado, que busca hacerse notar.

El tercero de los hijos de una familia humilde de cinco vástagos, tres varones y dos mujeres; nacido en una aldea de 250 habitantes con nombre bien español: San Isidro Labrador, nombre con que lo bautizó un misionero paúl español, P. José Luis Amador.

Su infancia discurre normalita: travieso, envuelto en juegos inocentes, pero peligrosos, de la infancia. Sin embargo, desde los siete años tiene que colaborar en las faenas del campo con su padre, porque los recursos no llegan para alimentar una familia numerosa, en un país de escasos medios económicos.

Infancia, adolescencia, juventud

Desde la más tierna edad, su madre, le enseña las oraciones del cristiano y lo acompaña a las celebraciones litúrgicas de la capilla-iglesia más cercana. Sin embargo, de los 12 a los 20 años no puede asistir a la escuela por falta de maestros en su pueblo.

De los 12 a los 15 años asiste a catequesis impartida por señoras de la aldea, formadas en las parroquias por equipos diocesanos. La formación de los Delegados de la palabra dura todo un año, con asistencia de sábados íntegros. A los 17 años, el mismo es designado como Delegado de la palabra.

Dentro de los Delegados de la palabra se forma un equipo misionero de los más jóvenes, para que fuesen los animadores especiales de los de su edad. Este equipo llegó a contar con 30 jóvenes, de los que se fueron retirando, con el paso del tiempo, la mayoría de ellos. Pero Wilmer fue de los que continuaron firmes. Entre los 15 y 20 años ya había sido el principal  animador-coordinador de este equipo de  jóvenes.

A los 19 años se encuentra por primera vez con los Paúles en Cuyamel. Y en poco tiempo pasan por el espejo  de su vida un puñado de excelentes PP. Paules que dan lustre a la misión: Presa, Echarte, Irurtia, Velloso…

Peripecias especiales en los estudios.

 Siente el primer interrogante difuso sobre su posible vocación clerical  precisamente, en contacto con los paúles de Cuyamel. Pero, no tenía estudios para entrar a estudiar  en el colegio Sagrado Corazón que los  Paules regentan en Puerto Cortés. No tenía ni siquiera los estudios primarios. Pero, no se arredra, acepta el reto de sacar los estudios primarios como sea: se enfrenta con  la enciclopedia de aquel tiempo llamada “Educatodo” y con los programas formativos de la radio. Y saca sus estudios primarios. ¡Nada que ver con nuestras generaciones españolas del ni-ni!

Estos estudios los realizaba por la noche, después de la dura jornada de trabajo y de dedicar la tarde a la pastoral  de su aldea. Su intención era obtener el nivel necesario para empezar su  camino formativo hacia el sacerdocio, cosa que no dijo a nadie, manteniendo el secreto en su corazón, hasta que viera el momento  oportuno para dar el paso.

Fue a visitar al encargado de la pastoral vocacional en Puerto Cortés, a 3 horas de camino andando y otras dos en bus, desde su pueblo. Lo encontró después de haber ido cuatro veces a la ciudad portuaria. Fue a visitar al P. José Luis Induráin, encargado de la pastoral vocacional, hasta en cuatro ocasiones.

Quedaba todavía lo más difícil: ¿cómo cursar el bachillerato en el colegio del Sagrado Corazón de Puerto Cortés, comenzando a los 23 años, cuando la edad máxima establecida para empezar estos estudios era  17 años? Menos mal que la “epiqueya”o sentido común práctico de algunos sale al paso de estas situaciones excepcionales: con cara, seguramente, de 17 años, pero con 23 cumplidos, nuestro hombre comenzó el bachiller, y a los 25 ya tenía su grado de bachiller en el bolsillo. Cuando estudiaba en el colegio del Sagrado Corazón de  Puerto Cortés, vivía en una zona de la casa del Hogar de niños.

Proceso de formación de sacerdote Paúl

Al terminar el bachiller, nuestro amigo no tenía claro todavía si decidirse por los sacerdotes diocesanos o por los vicencianos. El P. paúl al que le confía su secreto le deja en total libertad de decisión. Al final, experimentadas las ventajas de la vida de comunidad decide definitivamente por los Paúles de Zaragoza.

Hace la etapa de acogida (tiempo de discernimiento vocacional) durante dos años en Puerto Cortés, con experiencias de servicio pastoral en la cárcel; esto tiene lugar entre el 2007-09. Y superada la etapa de acogida, es admitido en el Seminario interno de Teruel (España), años 2009-10. Vuelve a Puerto Cortés y hace los propósitos de adhesión a la congregación de la Misión (en la demarcación territorial de la Provincia de PP. Paúles de Zaragoza)

Cursa la Filosofía en Guatemala, (años 2011-13); y la Teología en el seminario diocesano del Salvador, como estudiante externo, residiendo en el teologado de San Jacinto, en la capital salvadoreña  (años 2013-17).

En el 2017 emite los votos de incorporación definitiva a la Congregación de la Misión. En Febrero de 2018, es ordenado Diácono en Puerto Cortes. Finalmente,  el 23 de Septiembre de 2018 es ordenado sacerdote en Cuyamel, cerca de su pueblo natal y donde tuvo lugar  el primer encuentro con la Familia Vicenciana.

Con rubor nos dice que su ordenación sacerdotal ha sido la más multitudinaria que se ha dado nunca en la diócesis de San Pedro de Sula: asistieron más de 3.000 personas. Humildemente  lo atribuye a sus múltiples contactos, durante muchos años, con los Delegados de la palabra y con los jóvenes que asistieron a esos encuentros

¿Y qué significa ser paúl para ti?

A esta pregunta insidiosa nuestro amigo Wilmer contesta con sencillez y naturalidad sorprendentes:

“¡No me lo puedo creer, dice, es como un sueño, alimentado durante años, por fin, cumplido. Es sentirse amigo, hermano, padre de familia numerosa…!

Es tener un mensaje de esperanza que ofrecer a la gente sencilla, que busca a Dios.

Es sentirme alguien que dice cosas importantes; es sentirme alguien en quien se puede confiar.

Es ser portador de alegría, tener gestos de bondad y de disponibilidad, Esto para mi es mucho más importante que decir grandes sermones…”

Que dirías a los jóvenes de Honduras.

“Nos hemos quedado cortos en la respuesta que hemos dado a los misioneros que nos han evangelizado hasta ahora. Tenemos que entregarnos más…

Es tiempo de despertar; no hay que tener miedo a responder a lo que se nos pide.

Hay que dar un sentido a la vida; tenemos que implicarnos…”

Finalmente, ¿Cuál es tu mayor ilusión como sacerdote paúl?

Estar disponible para la misión que se me confíe.

Hacer la voluntad del Señor  hasta dar la vida.

Ir a donde me manden y me necesiten.

 Pues, aunque las respuestas parezcan de otra galaxia en la sociedad en la que la nos toca vivir, doy fe de que estas fueron las respuestas de nuestro recién ordenado primer sacerdote paúl de nuestra misión de Honduras.

Que Dios bendiga a nuestro amigo Wilmer y le conceda la gracia de ser fiel a su vocación vicenciana hasta el final.

 Félix Villafranca, C.M.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

David Carmona, C.M.

David Carmona, Sacerdote Paúl, es canario y actualmente reside en la comunidad vicenciana de Casablanca (Zaragoza).

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