¿Quiénes somos los Misioneros Paúles?
Somos una sociedad de vida apostólica formada por sacerdotes y hermanos, que siguen las huellas de Cristo Evangelizador de los pobres, a ejemplo de San Vicente de Paúl, nuestro fundador.
Nuestra vida, de comunidad y fraterna, se desarrolla en la comunidad local en donde, colaborando con fe, alegría, espíritu de oración y sacrificio, damos testimonio de Cristo y rehacemos nuestras fuerzas con miras a la misión.
Unas personas bautizadas
En la Iglesia, Pueblo de Dios, Comunión de los creyentes en Cristo, Misterio del Espíritu Santo, los Misioneros Paúles, Padres y Hermanos, son unos Bautizados, unos cristianos como los demás. San Vicente les dirá, una y otra vez, que tienen que ser buenos cristianos: vivir de Cristo. Ser cristiano es lo fundamental en el Misionero Paúl.
Discípulos y amigos del Señor
Elegidos entre los cristianos por el Señor, porque Él llama y elige a los que quiere, como hizo con los apóstoles, ha ido llamando a cada uno de los misioneros, sus amigos, y para hacerlos sus enviados. Y lo puede hacer contigo.
Servidores de los Pobres
El Misionero Paúl “se propone conformarse con Cristo, el Señor, en su comportamiento, en sus acciones, en sus tareas y en sus fines“. “Cristo el Señor, cuando vino al mundo, escogió como principal tarea la de asistir y servir a los pobres“. Así pues, el Misionero Paúl se hace Misionero para ir a los pobres, ha sido enviado a evangelizar a los pobres.
“Jesucristo, la regla del misionero”
El Misionero Paúl no sólo quiere realizar la tarea de Cristo, evangelizador a los pobres, sino que quiere realizarla como Él la realizó. Por eso asume vivir como Cristo en un estado de caridad, “usando como armas” (como decía san Vicente de Paúl) la castidad, de pobreza y de obediencia por el Reino de Dios; cultiva en su corazón los mismos sentimientos de Cristo: de amor al Padre y de entrega a los hermanos, a los pobres; trata de irradiar, en todo lo que vive y hace, un profundo talante de sencillez, humildad, amabilidad, sacrificio, y celo por el bien y salvación de los demás, actitudes éstas que son las características del Misionero Paúl.
Se esfuerza, en una palabra, por lo siguiente: “Vaciarse de sí mismo para llenarse de Cristo“. “Revestirse del Espíritu de Jesucristo“. “Hacer todo como Cristo lo haría“.
“Como amigos que se quieren bien en el Señor”
Cristo, el Señor, vivió su misión formando comunidad con los apóstoles. Así, en comunidad y desde la comunidad, vive el Misionero Paúl su misión de evangelizar a los pobres.
Vivir en comunidad es vivir juntos “como amigos que se quieren bien en el Señor“, lo que requiere de cada uno un agudo sentido de responsabilidad, que es apertura a los otros y olvido de sí mismo; una actitud de ser último y no el primero, de servir y no ser servido; una vivencia de caridad que es paciente, servicial, que no busca interés, que todo lo excusa, que nunca se cansa.
La vida de comunidad se ordena hacia la misión, a la debe potenciar; pero, al mismo tiempo, es signo de comunión entre los hombres que el Misionero ha de revelar, signo también de la presencia del Señor y de su Reino.
“Dame un hombre de oración y será capaz de todo”
Cristo el Señor vivió su misión como Hijo en diálogo con el Padre. Así quiere vivirla el Misionero Paúl: en relación íntima con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, llegando a una experiencia profunda Cristo en su vida, de manera que sea “contemplativo en la acción”. De este modo verá a Cristo en cada pobre y descubrirá que el Padre, “Abismo de ternura” en frase de san Vicente, le ha precedido en llegar al corazón de cada pobre.
De otra parte, si Dios no pone su mano, el Misionero Paúl será incapaz de vivir su misión y fraternidad. Tanto la misión como la fraternidad son gracias de Dios al que nos abrimos mediante la oración, que nos hace capaces de todo. Por eso el Misionero Paúl vive diariamente la oración personal y comunitaria y, sobre todo, la Eucaristía que es “la fuente y cima de toda evangelización”, “centro y cumbre de la comunidad cristiana”.
Con un pie levantado para marchar
Los verdaderamente pobres, lo más abandonados, en cualquier lugar, en todo lugar: a ellos es enviado el Misionero Paúl. Por eso está siempre disponible, con un pie levantado para salir corriendo a evangelizar corporal y espiritualmente “como se va a apagar un fuego“.
“He aquí un hombre lleno de misericordia”
Esta es la hermosa definición que San Vicente hace del Misionero: “Pidamos a Dios, hermanos míos, que nos dé este espíritu de compasión y de misericordia, que nos llene de él, de forma que quienes vean a un Misionero puedan decir: ‘He aquí un hombre lleno de misericordia’”.
Con María
Siguiendo el ejemplo de San Vicente y sus enseñanzas, el Misionero Paúl honra a la Madre de Cristo y Madre nuestra, cada día, “con devoción singular; imita sus virtudes en la medida de sus fuerzas, y pone bajo su protección su vida y su apostolado“.
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