Ratio Formationis Vincentianae para el Seminario Mayor de la C.M. (Parte segunda)

3. FORMACION INTELECTUAL

«El día que comenzaron las clases, en la repetición de oración, el Padre Vicente aprovechó la ocasión para encomendar a los estudiantes a las oraciones de la Compañía, diciendo que, si algo había recomendado con insistencia alguna vez, había sido esto; y señaló las razones diciendo que, aunque todos los sacer­dotes están obligados a ser sabios, nosotros estamos especial­mente obligados a ello, en virtud de los ejercicios y ocupacio­nes que nos ha dado la divina Providencia, como son los orde­nandos, la dirección de los seminarios eclesiásticos y la misio­nes, aún cuando demuestra la experiencia que los que obtie­nen más éxito son los que hablan con mayor familiaridad y sencillez popular. De hecho, hermanos míos, — añadió — ¿he­mos visto alguna vez que los que se ufanan de predicar bien hayan producido quizás algún fruto? Sin embargo, se nece­sita ciencia. Y añadió además que los que eran sabios y humil­des formaban el tesoro de la Compañía. Lo mismo que los bue­nos y piadosos doctores son el mejor tesoro de la Iglesia» (SV XI, 126-127 – XI, 49-50).

OBJETIVO

30. El programa de estudios ayudará a los candidatos a cen­trar con progresiva claridad el misterio de Cristo (OT, 14) y a lograr una formación doctrinal «profunda, sólida y adaptada a las nece­sidades de los tiempos» (4), en orden a la maduración y crecimiento personal, y sobre todo, a fin de capacitar para:

  • amar a los pobres y anunciarles la Buena Nueva;
  • servir al clero con responsabilidad;
  • contribuir a la formación de los laicos (C 1).

31. El estudio tendrá como fin no sólo el conocimiento de con­tenidos científicos, sino también el ayudar a los estudiantes para que desarrollen una perspectiva vicenciana clara, en particu­lar, mediante:

  • las ayudas para que adquieran la capacidad de sopesar los valores y contravalores del mundo actual, las causas de la pobreza y los obstáculos para la evangelización (C 88);
  • el impulso del celo apostólico;
  • la apertura constante a los contenidos teológicos, como base del ejercicio pastoral misionero.

MEDIOS

32. Los estudiantes cursarán los estudios de filosofía y teolo­gía a tenor de la normativa de la Iglesia universal y de las disposi­ciones de las Iglesias locales, siguiendo el programa de un centro filosófico-teológico reconocido por la Iglesia (C 78, 3; CIC 250).

33. El estudio de las ciencias bíblicas les capacitará para escu­char, comprender y poner en práctica la Palabra de Dios, como asi­mismo para interpretar, a su luz, los acontecimientos del mundo, siguiendo el ejemplo del Fundador.

34. El estudio de la filosofía se hará de tal manera que enri­quezca la formación humana de los estudiantes, ayudándoles a adquirir un sólido y equilibrado conocimiento del hombre, del mundo y de Dios, y los prepare para los estudios teológicos (OT 15; CIC 251).

35. La formación teológica, guiada por el magisterio de la Igle­sia, proporcionará a los estudiantes el conocimiento íntegro de la doctrina católica, alimentará su vida espiritual y les capacitará, con la ayuda de las ciencias humanas, para anunciarla y defenderla en su ministerio (CIC 252).

36. El estudio de la liturgia les conducirá a una más plena y activa participación en el misterio de Cristo y de su Iglesia (SV XII, 258 – XI, 549-550; SC 2; 14), y les ayudará a celebrar la oración de Cristo y de la Iglesia de una manera que arrastre a los fieles a una participación similar (SC 19). Se dará la debida importancia a la formación musical (SV XI, 362 – XI, 251-252; XII, 289 – XI, 575-576; SC 115), como asimismo al uso del canto en nuestra oración y en la misión (SC 118).

37. El estudio de la realidad socio-político-económica actual y de la doctrina social de la Iglesia les capacitará para la acción pastoral, para conocer las distintas formas de pobreza, las causas de la misma y cuáles deben ser las respuestas según las exi­gencias de nuestra vocación.

38. Los estudiantes prestarán la debida atención al estudio de la misionología, a las culturas de los pueblos a los que sirve la Pro­vincia y a las raíces históricas de su situación actual, a fin de poder proclamar con mayor eficacia la Buena Nueva y evangelizar las diversas culturas (C 16).

39. El estudio de las diversas escuelas de espiritualidad en la historia de la Iglesia y la lectura de los maestros espirituales per­mitirá a los estudiantes conocer mejor y apreciar la riqueza del patrimonio espiritual de la Iglesia y el don de Dios en la persona de San Vicente, así como el valor y el lugar de su carisma dentro de la Iglesia de hoy (C 50).

40. La profundización en el estudio de la espiritualidad vicen­ciana y de nuestra tradición, ocupará el lugar que le es debido a lo largo del ciclo de estudios filosófico-teológicos (C 8; 50).

41. Los estudiantes aprenderán al menos una segunda lengua moderna y poseerán el conocimiento adecuado de otras lenguas necesarias para el estudio de la filosofía y teología (por ej., el latín) y para el apostolado (cf. CIC 249).

42. Dado que nuestra misión exige cada vez más el uso de los medios de comunicación social (E 12), conviene que algunos estu­diantes sean orientados a prepararse en esta materia (LA 11, 4°).

4. FORMACION APOSTOLICA

«Del mismo modo, al comienzo, la Compañía sólo se ocupaba de sí misma y de los pobres; durante ciertas estaciones, se reti­raba a sus casas particulares; durante otras, iba a enseñar a los pobres del campo. Dios permitió que en nosotros sólo se viera esto; pero cuando llegó la plenitud de los tiempos, nos llamó para que contribuyéramos a formar buenos sacerdotes, a dar buenos pastores a las parroquias y a enseñarles lo que tienen que saber y practicar» (SV XII, 84 – XI, 390).

las causas de la pobreza y estimulad las soluciones a corto y largo plazo, soluciones concretas, flexibles, eficaces. Si actuáis así, cooperaréis a la cre­dibilidad del Evangelio y de la Iglesia».

OBJETIVO

43. Según las Constituciones, todos, ya desde el principio, par­ticiparán oportunamente en la práctica pastoral (C 78, 4); se pro­curará, teniendo en cuenta los otros aspectos de la formación (C 80), que todos los estudiantes tengan la ocasión de:

  • experimentar la condición de los pobres, a fin de evangeli­zarlos y ser evangelizados por ellos (C 78, 4; LA 10);
  • adquirir una experiencia pastoral básica y las disposiciones necesarias para cumplir la misión de la Congregación en sus Pro­vincias (C 77).

MEDIOS

44. Para lograr esto, cada estudiante aceptará con generosi­dad la misión pastoral de la Congregación. Esto requiere:

  • una preferencia clara y expresa por el apostolado entre y con los pobres (C 12, 1°, 3°);
  • una acción en favor de la justicia y una conciencia crítica sobre las causas de la pobreza en el mundo y sobre los obstáculos para la evangelización (C 12, 2°; 88);
  • disponibilidad para ir dondequiera se pueda necesitar de sus servicios (C 12, 5°; 16);
  • verdadero sentido comunitario en las actividades apostóli­cas (C 12, 4°);
  • interés por la formación de clérigos y laicos, a fin de llevar­les a una participación más plena en la evangelización de los pobres (C 1, 3′; 15; LA 11, 2°);
  • un estilo de vida sencillo, que le permitirá tener cierta par­ticipación en la condición de los pobres (C 12, 3°);
  • una conversión continua (C 12, 6°; LA 10).

45. Estará dispuesto a continuar su formación pastoral. Esto requiere la participación activa en la elaboración, ejecución y eva­luación del plan pastoral, que comporta:

  • un contacto gradual con los diferentes tipos de pobres, afli­gidos por diversas formas de abandono (C 18; LA 28);
  • la adquisición de práctica en la predicación, la enseñanza, el acompañamiento espiritual y cualquier otro medio que ayude al apostolado (C 87, 2);
  • el contacto con las diferentes obras de la Provincia, espe­cialmente con las misiones populares (C 14; LA 11, 1°);
  • trabajo con los laicos de ambos sexos, dando preferencia a los movimientos vicencianos (C 1, 3°; LA 11, 1°);
  • trabajo en equipo, tanto con los estudiantes como con los formadores (C 12, 4′; LA 31, 2°);
  • un calendario que distribuya adecuadamente, durante un amplio período de tiempo, las actividades del plan pastoral, de modo que no obstaculicen los otros aspectos de la formación (C 80);
  • un sano realismo que evite los enfrentamientos inútiles y la idealización excesiva de la persona de los pobres (LA 9);
  • un equilibrio sano (dejando bien sentado que el seminario mayor tiene su centro especial en el estudio) entre el apostolado y los estudios, el compromiso y la reflexión (C 25, 3°; 42), la entrega generosa de sí a la actividad pastoral y los tiempos de comunica­ción íntima con el Señor en una atmósfera de recogimiento;
  • un sentido profundo de Iglesia, tanto local como univer­sal, y la debida apertura a la colaboración con ella (C 13; LA 8);
  • un recurso equilibrado a los medios modernos de comu­nicación (E 12);
  • medios de supervisión directa (C 78, 4), de modo que los estudiantes den cuenta de su trabajo;
  • reflexión y evaluación periódica de la actividad pastoral junto con los responsables de la formación apostólica, los que la supervisan y con sus compañeros estudiantes.

46. Estimará los obras que existen en la Provincia y a los Coher­manos que trabajan en ellas; al mismo tiempo aprenderá a evaluar estas obras para el futuro y participará activamente en este pro­ceso (LA 11, 1°).

5. FORMACION COMUNITARIA

«Cuando Cristo, nuestro Salvador, reunió a sus discípulos, les dio normas acerca del trato entre ellos. Por ejemplo, que se amaran mutuamente; que se lavaran los pies unos a otros; que se reconciliaran inmediatamente cuando alguien tuviera algo contra otro; que anduvieran de dos en dos…» (RC VIII, 1).

OBJETIVO

47. La formación debe conducir a los estudiantes a:

  • apreciar el valor de la vida comunitaria, que tiene su funda­mento en la Santísima Trinidad y en el ejemplo de Cristo con sus apóstoles;
  • ser conscientes de que la comunidad es para la misión, y que ésta será la que oriente toda la vida del seminario mayor (C 19-21; LA 14-15); — 203 —
  • integrarse en la comunidad en su carácter de grupo fraterno y misionero que procura vivir sinceramente el Evangelio y ser un signo profético del Reino de Dios;
  • contribuir activamente en la edificación de la comunidad, en especial, mediante la elaboración y ejecución del proyecto comu­nitario (7).

MEDIOS

48. Actuaciones de cada uno:

  • La interiorización cada vez más profunda de los valores vicencianos que posibilitan y enriquecen la vida comunitaria en orden a la evangelización. La práctica de las virtudes vicencianas será un distintivo inconfudible del seminario mayor vicenciano (RC II, 14; C 24).
  • Una creciente y activa participación en la planificación y marcha de la comunidad, sintiéndose todos mutuamente respon­sables (C 24, 2°). Se requiere que cada uno valore y acreciente el sentido de pertenencia a la comunidad vicenciana local, provincial y universal, y ame sinceramente a la Congregación tal como es.
  • La corresponsabilidad se manifestará en la obediencia activa a quienes sirven desde un cargo de responsabilidad, en la búsqueda de la voluntad de Dios por parte de todos (RC V, 1; C 24, 2°; 37, 1) y en la aceptación cordial, basada en la fe, de las decisiones toma­das en común.
  • La aceptación con realismo y a la luz de la fe, de las limita­ciones y defectos, propios y ajenos. Conscientes de las tensiones y conflictos que pueden ocurrir en la vida comunitaria, todos esta­rán dispuestos a superarlos y a ofrecer y recibir la corrección fra­terna (C 24, 3°).
  • El compromiso asumido por todos de crear un clima de silencio, a fin de respetar y facilitar el tiempo de oración, trabajo y descanso (RC VIII, 4, 6; C 24, 4°).
  • Los estudiantes, sin menoscabo de los propios dones, ante­pondrán de buena gana el bien de la comunidad a sus intereses par­ticulares, evitando innecesarios singularismos (cf. C 22; 37, 2).

49. Actuaciones recíprocas:

  • Ø El esfuerzo por crear la comunión fraterna entre los miembros de la comunidad, que se ha de manifestar en el aprecio y estima mutua, en la actitud, dialogante, en la cordialidad, en el ofrecimiento y aceptación del perdón, en el respeto y la confianza, en la unión y en la aceptación de la diversidad de las personas (RC VIII, 2; cf. CIC 602).
  • La participación franca y espontánea en el tiempo destinado al esparcimiento en común. Un tono esperanzado de vida contri­buye a hacer grata la convivencia comunitaria (RC VIII, 2, 7).
  • Ø La comunicación sincera y evangélica de los estudiantes entre sí y con los propios formadores (C 95, 1; LA 19).

50. Actuaciones de la comunidad en cuanto tal:

  • La presencia animadora de un equipo de formadores capa­ces de trabajar juntos (C 95, 3) y que compartan un mismo ideal vicenciano.
  • La elaboración, ejecución y evaluación del proyecto comu­nitario, en un clima de oración, conscientes de «que todos, comu­nitariamente, busquemos la voluntad del Padre, mediante la mutua comunicación de experiencias y el diálogo abierto y responsable» (C 37, 1). Los proyectos y compromisos personales se asumen teniendo en cuenta el proyecto común y de acuerdo con los forma- dores (C 22; 27; 37, 2 E 16; LA 19, 2°).
  • La celebración eucarística, la práctica de la oración en común, los intercambios espirituales (C 46), la celebración comu­nitaria de los santos y fiestas de la Congregación y el recuerdo de los Cohermanos difuntos forman parte de la vida comunitaria vicen­ciana. La comunidad crece y se consolida al compartir todos las mismas expresiones de fe (RC X, 5-9; C 25, 3°; 26, 2; 47).
  • Una forma de vida sobria y austera, la comunicación de bie­nes y el buen uso y cuidado de los mismos, capacita para sintoni­zar con los pobres. A no ser por razones justas, los estudiantes evi­tarán las diferencias en lo referente al uso de los bienes (RC III, 3; C 25, 4°; 35).
  • La superación de ciertos peligros que afectan a la vida común; el individualismo, el aislamiento de la vida real, en espe­cial, a causa del uso indiscriminado de los medios de comunica­ción (C 24, 4°), de la masificación y pasividad. La comunidad se dotará de medios de renovación, como la revisión de vida comuni­taria (C 24, 3°).
  • El trabajo corporal, la prestación de servicios a los demás y, en especial, la colaboración en las labores domésticas (C 24, 1°). La práctica del deporte o de algunos ejercicios físicos similares, son medios importantes para la formación personal y para la vida comunitaria.
  • El aprecio y apoyo a los enfermos y ancianos (C 26, 1; E 13).
  • La acogida y la hospitalidad ofrecida a los Cohermanos y a las personas allegadas, a tenor de los Estatutos (E 15), y según las normas y usos de la Provincia.
  • La participación en las consultas de la casa y de la Provin­cia, de acuerdo con lo establecido por las normas y usos de la Pro­vincia.

III. ALGUNOS ASPECTOS DE LA COMUNIDAD DE FORMACION

«Los que la Providencia ha llamado para que fueran los pri­meros en una compañía naciente procuran, de ordinario, ponerla en la situación más agradable que les sea posible delante de Dios. Pues bien, el estado más agradable a Dios es el de la perfección, que es el que Nuestro Señor abrazó en la tierra y el que hizo abrazar a los apóstoles, y que consiste — entre otros medios — en vivir en la pobreza, castidad, obedien­cia y estabilidad, no unos cuantos solamente, sino todos los de la Compañía» (SV V, 316 – V, 296).

AGENTES DE FORMACION

51. El primer agente de la formación es Dios mismo:

  • el Padre que escoge y llama a quien El quiere, para anun­ciar el Evangelio a los pobres.
  • Cristo, que «imprime en nosotros su carácter y nos da, por así decirlo, la savia de su espíritu y de su gracia» (SV XI, 344 – XI, 237);
  • El Espíritu Santo, que penetra el corazón de los formado- res y de los formandos, actúa de continuo en el interior de quien ha sido llamado, lo ilumina y lo conduce a la santidad.

52. El proprio estudiante, consciente de su pertenencia a la comunidad vicenciana, es el primer responsable del don recibido y del desarrollo de su persona en todas las dimensiones. Por lo tanto, debe ser dócil al Espíritu Santo, dejarse ayudar por los otros, comprometerse seriamente con el fin y los medios de la formación, y sentirse también responsable de la formación de sus compañeros.

53. Los formadores, bien escogidos y preparados, experimen­tados en la evangelización de los pobres (cf. LA 31, 3°), dóciles a su vez al Espíritu Santo y serviciales, acompañan al estudiante en el camino de su formación. Se requiere que sean verdaderamente padres pero a la vez hermanos, maestro en la fe, y sobre todo con­discípulos delante de Cristo; maestros de perfección, para sus her­manos pero a la vez testigos verdaderos de su santidad personal. Todos juntos constituyen un equipo de formación en el que el papel del Director de estudiantes y del Director espiritual tiene un relieve peculiar.

54. Los formadores y los estudiantes constituyen una verda­dera comunidad educativa (C 95, 1), medio indispensable para la formación. La comunidad custodia el carisma, lo conserva vivo y operante e indica cómo se puede responder al mismo.

55. El Visitador tiene una responsabilidad especial por lo que se refiere a la formación de los estudiantes (C 125, 8°-11°; E 41, 2; 69, 4°; 69, 10°). Es importante que tenga contactos personales con ellos y los conozca, respetando, sin embargo, las atribuciones de los formadores (C 95).

56. Toda la comunidad provincial debe sentirse responsable de la formación de los estudiantes, de suerte que cada uno de los misioneros esté dispuesto a prestar su ayuda (C 93).

57. Tendremos presente que los pobres son nuestros maestros y que, por lo miso, desempeñan un papel insustituible en la forma­ción (C 12, 3°).

SACRAMENTO DE LA RECONCILIACION Y DIRECCION ESPIRITUAL

58. Cada estudiante tendrá un confesor ordinario (RC X, 6;

C 45, 2; cf. E 50; CIC 246, 4), al que acudirá ordinariamente, que­dando libre, sin embargo, para confesarse con otro sacerdote.

Tendrá asimismo su propio director espiritual (RC X, 11; E 19), «al que abrirá su conciencia con humildad y confianza, de manera que pueda avanzar con mayor seguridad por los caminos del Señor» (RFIS, 55; cf., asimismo, 45, 56; OT, 8). Se nombrará director espi­ritual del seminario mayor a un misionero de la Congregación, dejando libertad a los estudiantes para que acudan a otro sacer­dote aprobado para esta función (CIC, 239, 2).

Corresponde a los formadores vigilar para que los estudian­tes acudan con regularidad a la dirección espiritual y se acerquen con frecuencia al sacramento de la reconciliación (C 45, 2).

SERVICIO DE EXPERTOS

59. Como ayuda, tanto para el estudiante como para el equipo de formadores, conviene que la evaluación psicológica de los can­didatos se efectúe al tiempo de admitirlos en el seminario interno (CIC 642). Asimismo serán accesibles los servicios de expertos en orientación, para el caso de que surjan dificultades durante el tiempo de formación. Se estipulará un claro acuerdo entre el estu­diante, el experto y los miembros del equipo de formación, con miras a salvaguardar la libertad personal y el carácter confiden­cial de las comunicaciones (CIC 220).

PREPARACION PARA EL CELIBATO

60. San Vicente consideró de suma importancia nuestro com­promiso con la castidad en el celibato; quería que el deseo de la misma ardiese en el corazón de cada misionero (RC IV, 1). En un mundo, donde las cosas materiales son a menudo sobreestimadas y donde el don de la sexualidad humana es frecuentemente objeto de explotación, este compromiso se convierte en testimonio inci­sivo del poder liberador del Evangelio.

Dado que la sociedad actual a menudo se muestra indiferente ante el valor de la castidad del celibato por el Reino de Dios, debe tenerse un cuidado especial en preparar a nuestros estudiantes para vivir generosamente este don. Esto supuesto, el equipo de forma­ción tratará de crear un ambiente en el que los estudiantes pue­dan relacionarse sanamente con personas de ambos sexos y tam­bién dialogar acerca de las dificultades personales, con valor y sen­cillez, conscientes de que el crecimiento en la vida célibe supone un proceso gradual y progresivo.

En medio de las diversas dificultades experimentadas por los Cohermanos en el celibato, la experiencia muestra la existencia de algunos factores estabilizadores que nos ayudan a vivir con fideli­dad nuestro compromiso:

  • orar fielmente, en estrecha unión con Cristo (C 30);
  • vivir en comunidad «a la manera de amigos que se quieren bien» (RC VIII, 2);
  • realizar con alegría el trabajo apostólico;
  • desarrollar hábitos de disciplina personal y de ascesis;
  • ser prudentes en las relaciones, conscientes de los peligros que conllevan ciertas situaciones (RC IV, 2, 4);
  • conducir un estilo equilibrado de vida;
  • hablar con sinceridad en la dirección espiritual.

El equipo de formación animará los estudiantes a desarrollar su capacidad de vivir aquellos factores y evaluará cuidadosamente, con los mismos, sus aptitudes para vivir el celibato.

EVALUACION DE LAS PERSONAS

61. El equipo de formación, con la participación de los estu­diantes, efectuará con regularidad una evaluación sobre los pro­gresos de cada estudiante, que enviará al Visitador. Dicha evalua­ción debe ser hecha especialmente con ocasión de los votos y de las órdenes.

En la evaluación, se prestará una atención especial a los crite­rios vicencianos mencionados a lo largo de este documento, el prin­cipal de los cuales es la aptitud del estudiante para asumir fiel, activa y alegremente:

la evangelización de los pobres y la formación del clero y de los laicos,

  • nuestra vida comunitaria,
  • nuestra vida espiritual,
  • las cinco virtudes características y
  • cuatro votos vicencianos.

EVALUACION DE LA VIDA COMUNITARIA

62. Toda la comunidad del seminario mayor debe evaluar periódicamente el clima y la calidad de la vida comunitaria, de suerte que ella se forme «constantemente a sí misma, renovando, ante todo, los elementos más importantes de nuestro modo de vivir y obrar» (C 25; 27; LA 33, 2°).

MOMENTOS ESPECIALES

63. Existen tiempos intensos o momentos especiales en el pro­ceso de la formación. La urgencia de los estudios y de otras obliga­ciones no deben impedir a los responsables formular, con los estu­diantes, un programa claro de formación, con acento vicenciano para cada uno de estos tiempos, de suerte que todos estos momen­tos se conviertan en ocasión de realizar con mayor profundidad el estudio, la oración, el compromiso. Estos momentos preceden a:

  • los ministerios,
  • la emisión de los votos,
  • la ordenación de diácono, * la ordenación sacerdotal.

TIEMPO NO LECTIVO

64. El tiempo no lectivo es también tiempo de formación. Los formadores, en diálogo con los estudiantes, harán un plan para que cada uno de estos emplee debidamente dicho tiempo, en el que podrán:

  • efectuar experiencias pastorales en nuestras comunidades locales o de otra manera, según la situación de las diversas Pro­vincias;
  • participar en cursillos que completen su formación;
  • pasar las vacaciones con su familia o en una casa de la Con­gregación.

El equipo de formación determinará los medios para supervi­sar y evaluar este tiempo.

BIBLIOTECA VICENCIANA

65. Cada seminario mayor debe tener una biblioteca vicenciana dotada de los recursos adecuados para que los estudiantes puedan conocer a San Vicente, la historia de la Compañía y las diversas obras vicencianas. No omitan las Provincias ningún esfuerzo por conseguirlo; promuevan entre ellas intercambios bibliográficos. Las Provincias que disponen de mayores recursos, procuren ayudar a las más pobres en sus esfuerzos para crear una biblioteca vi­cenciana.

IV. APLICACION DE LAS NORMAS JURIDICAS

«¡Oh padres y queridos hermanos míos! Creedme, no hay nada mejor que ser fieles a Dios y perseverar en el bien que hemos emprendido … Así pues, seamos fieles, fieles en la práctica de nuestras Reglas, fieles en la observancia de las santas costum­bres de la Compañía, fieles en la observancia de las buenas obras que hemos emprendido, en una palabra, fieles en todas las cosas» (SV XI, 385 – XI, 270).

66. Cada Provincia elaborará, con la ayuda de este documento, su propia Ratio Formationis para el seminario mayor, que adapte

y precise los puntos concretos, como parte de su Plan General de Formación (E 41, 1; LA 31, 1°).

67. Además de su Ratio Formationis, cada Provincia podrá determinar, si lo cree conveniente, ciertas particularidades sobre el seminario mayor, ya sea en el proyecto comunitario, ya en el reglamento de la comunidad de formación o de la casa, a tenor de las Constituciones, Estatutos y Normas Provinciales (C 27; E 16).

68. Las Provincias regularán, teniendo en cuenta el Derecho universal de la Iglesia y el derecho propio, lo que concierne a:

  • las competencias y obligaciones de los formadores;
  • los derechos y obligaciones de los admitidos e incorporados (C 59, 1-2);
  • el estatuto económico;
  • el tiempo, modo de preparación, las condiciones y formali­dades para acceder a:
    • los ministerios,
    • la incorporación y a los votos (C 54, 1; 56, 2; 57, 1; 58, 1-2; E 23),
    • el diaconado/incardinación y el tiempo para ejercer el diaconado (C 90; cf. CIC 1031, 1; 1032, 2),
    • el presbiterado (C 57, 1),
  • el tiempo no lectivo;
  • las interrupciones (E 46);
  • las salidas y dimisiones (C 69);
  • el servicio militar, si hay lugar a ello;
  • lo relacionado con la documentación referente a los estudian­tes del seminario mayor y la conservación de la misma en el archivo de la casa, de la Curia provincial o de la Curia general, a tenor de las normas de la Iglesia y del derecho propio.

Mitxel Olabuénaga, C.M.

Sacerdote Paúl y Doctor en Historia. Durante muchos años compagina su tarea docente en el Colegio y Escuelas de Tiempo Libre (es Director de Tiempo Libre) con la práctica en campamentos, senderismo, etc… Especialista en Historia de la Congregación de la Misión en España (PP. Paúles) y en Historia de Barakaldo. En ambas cuestiones tiene abundantes publicaciones. Actualmente es profesor de Historia en el Colegio San Vicente de Paúl de Barakaldo.

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1 respuesta

  1. felicidaes Dios los bendiga!

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