Reflexión de poco ocupado
Tenía este artículo encerrado en mis cartapacios desde el día de san Vicente y en verdad, si no lo he enviado ha sido más que por otra razón por cobardía/miedo. Pero al final, sabiendo que el silencio suele ser más confortable, me voy a lanzar a publicarlo sin pensarlo mucho, como el bañista que se tira al agua.
Con esta reflexión tonta, no pretendo dar respuestas más o menos rotundas, no pretendo hacer crítica barata; pretendo solamente hacer una reflexión, al hilo de algunos acontecimientos, “para que nos hagamos” preguntas. Y lo pretendo porque decimos que estamos en situación de renovarnos como Provincias y como Paúles.
Una cita del Papa que en la línea en que se está moviendo me parece “referencial”:
Evangelizar supone en la Iglesia la parresía de salir de sí misma. La Iglesia está llamada a salir de sí misma e ir hacia las periferias, no solo las geográficas, sino también las periferias existenciales: las del misterio del pecado, las del dolor, las de la injusticia, las de la ignorancia y prescindencia religiosa, las del pensamiento, las de toda miseria.
Cuando la Iglesia no sale de sí misma para evangelizar deviene autorreferencial y entonces se enferma (cfr. La mujer encorvada sobre sí misma del Evangelio). Los males que, a lo largo del tiempo, se dan en las instituciones eclesiales tienen raíz de autorreferencialidad, una suerte de narcisismo teológico.
En el Apocalipsis Jesús dice que está a la puerta y llama. Evidentemente el texto se refiere a que golpea desde fuera la puerta para entrar… Pero pienso en las veces en que Jesús golpea desde dentro para que le dejemos salir. La Iglesia autorreferencial pretende a Jesucristo dentro de sí y no lo deja salir.
Cito ahora a una vicario (pastoralista) latinoamericano: “El estilo de pastoral que se sigue practicando en la Iglesia es mayoritariamente de mera conservación, muy demandante, exigente en cuanto a servicios de culto”.
Para él, está siendo difícil “hacer realidad eso que el Espíritu Santo nos ha pedido en Aparecida: tenemos que pasar de una pastoral de mera conservación a una pastoral decididamente misionera”.
¿Cómo vemos, sin sublimaciones estériles, la mayoría de los trabajos que estamos haciendo los paúles?
¿Cuánto tiene la pastoral que estamos haciendo, y que provocamos, de autoreferencial?
¿Esa parresía y ese ir a las periferias a que continuamente nos reta el Papa Francisco, aunque sólo sea de la fe (no voy a hablar de las sociales), es el estilo que nos está caracterizando como Congregación vocacionada para ello?
En estos últimos días me he topado de bruces con un montón de experiencias misioneras que se están promocionando en distintas diócesis y llevadas a cabo por las correspondientes Delegaciones Diocesanas, como grito o respuesta a la llamada de la Nueva Evangelización. “Pareciéndome” estas experiencias de corto vuelo, me ha surgido, no obstante, una pregunta inquietante: «¿En este mundo de la especialización no estaremos renunciando a la pastoral misionera (de la que hace años ya hablaba monseñor Osés) quienes hemos sido llamados a vivir esta función en la Iglesia?»
Me quedo con el título, especialmente con lo de «poco ocupado». Cada día más convencido del dicho «sólo los ocupados se prestan o buscan nuevas ocupaciones». Escribir, por muy sencillo que parezca, es una ocupación. Publicarlo es una ocupación. Gracias por la reflexión.
Eso de no buscar nuevas ocupaciones me suena a dejarse uno ser mediocre. Al repecto dijo el Papa hace poco, con ocasión de las beatificaciones en Tarragona: «Siempre hay que morir un poco para salir de nosotros mismos, de nuestro egoísmo, … de nuestra pereza…. Imploremos la intercesión de los mártires …. para no ser cristianos mediocres, cristianos barnizados de cristianismo pero sin sustancia …».
Permítaseme aprovechar la oportunidad para decir que me uno espiritualmente a los misioneros paúles, las Hijas de la Caridad y los demás miembros de la familia vicenciana en España en celebrar los nuevos mártires beatificados. Recuerdo con cariño a nuestros profesores, el Padre Pedro Pascual, hermano del beato Narciso, y el Padre Maximiano Velasco (qepd), hermano del beato Fortunato. Sientor conexión también con el beato Irineo Rodgríguez que estuvo en Filipinas y el beato Andrés Avelino Gutiérrez, pariente del Padre Ildefonso Moral, compañero del Padre Gregorio Velasco, los primeros misioneros paúles en Filipinas, como se sabe. Pero no dejo de acordarme con mucho cariño y con cierta tristeza de otro profesor mío, muy estimado, el Padre José Luis Gracias Espallargas (qepd); tengo entendido que a su padre lo mataron los derechistas. Espero no ofender a nadie con la mención de lo del Padre Espallargas. Gracias.