Retiro convivencia en Zaragoza – Casablanca
Los días 7 y 8 de diciembre, los estudiantes de la Provincia hemos tenido nuestro tradicional retiro de Adviento, en Zaragoza, aprovechando el puente de la Inmaculada. Nos acompañó el P. Carlos Andrés Loaiza CM y, como en otras ocasiones, también estuvo abierto a otros jóvenes que quisieron participar.
Siguiendo lo escrito por el Superior General en su carta de Adviento, fue “un tiempo para mirar dentro de nosotros mismos… para volvernos a Jesús, que nos inspira no solo para prepararnos para la Navidad, sino también para poner nuevos cimientos sólidos para nuestra casa espiritual”.
El retiro se estructuró en tres charlas principales, seguimos el ritmo de la Liturgia de las Horas, y no faltó ni la adoración eucarística ni la celebración de la Misa, celebrada con especial solemnidad del día de la Inmaculada Concepción.
La primera charla, titulada “Maestro, ¿dónde vives?”, giró en torno a la llamada de los primeros discípulos según el evangelista Juan. Se nos invitó a vivir nuestro tiempo con el Señor como un “encuentro de enamorados”. La segunda, “Eucaristía, ¿quién eres?”, trató sobre la multiplicación de los panes y los peces, y nos sirvió para valorar más la presencia de Cristo en la eucaristía, así como para vivir una vida eucarística y entregada. Finalmente, en la última charla reflexionamos sobre el texto fundamental de Mateo 25, que nos invitó a fijar nuestra mirada en los más pequeños. Pero para ser misericordiosos con los demás, es necesario cuidar de nosotros mismos, que también tenemos hambre y sed, nos sentimos forasteros, desnudos y prisioneros, etc.
Sin duda, en este camino de preparación para la Navidad, fue un tiempo especial para parar y reflexionar, para hacer sitio al Señor que viene y que quiere ser el centro de nuestra vida y actividad. Le damos las gracias nuevamente al P. Carlos, al que acompañaremos a partir de ahora con nuestra oración.
Diosvany Ortiz Guilarte
Manuel Mora Darias
Etapa de Acogida
Zaragoza




San Vicente de Paúl (de ahí el nombre de “misioneros paúles”), a pesar de las comprensibles limitaciones propias del tiempo en el que le tocó vivir (siglo XVII), tuvo un gran aprecio por la comunicación: llegó a escribir más de treinta mil cartas (alguna llegó a su destinatario varios meses después de su muerte). 


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