Servicio religioso en el hospital de Albacete
Llevo año y medio de capellán en el Hospital general universitario de Albacete (España). Mi análisis, por razones obvias, se circunscribe a este lugar y a esta experiencia personal.
No obstante, tengo referencias ajenas que me hacen pensar que esta experiencia particular, en este lugar concreto, pueden extenderse a otros centros hospitalarios de nuestra geografía. Ojala me equivoque; ojala la atención religiosa en los hospitales de España goce de perfecta buena salud y acogida, por parte de todos, en nuestro país.
En honor a la verdad, tengo que adelantar que, después de haber dedicado toda mi vida a la animación pastoral de niños y jóvenes, me siento plenamente realizado en este nuevo ministerio. Es gratificante llevar ánimo, esperanza y entereza, a personas debilitadas por la edad o la enfermedad.
Así mismo, tengo que agradecer a las autoridades públicas las facilidades y plena libertad de que gozamos los capellanes para el ejercicio de nuestro ministerio pastoral en los hospitales de esta Comunidad autónoma. Igualmente agradecemos la buena acogida que el personal de servicio de este hospital de Albacete, más concretamente, médicos y enfermeras, nos dispensan, de forma permanente, a los capellanes. Dicho esto, este es mi análisis personal.
Una casa bien amueblada, no suficientemente conocida
La psicología humana es compleja y, a veces, contradictoria. La propia experiencia personal nos enseña que, con frecuencia, deseamos con vehemencia lo que no tenemos y, cuando lo conseguimos, lo banalizamos y no le damos el valor que se merece.
Después de año y medio de capellán en este hospital general, tengo la impresión de que algo de esto ocurre con el servicio religioso de nuestros hospitales. Como ciudadanos que defienden sus derechos, luchamos para que haya este servicio religioso en nuestros hospitales. Y una vez que lo tenemos, con todas las garantías de libertad y de buen servicio, no lo valoramos en su justa medida; al menos eso es lo que se desprende del uso limitado que de esta posibilidad hacen los pacientes y sus familiares.
El servicio religioso en los hospitales de Albacete es como una casa bien amueblada, de puertas y ventanas abiertas: cualquiera puede solicitar estos servicios, a cualquier hora y en cualquier circunstancia. Disponemos de una capilla y de un despacho propio, abierto a todo el mundo. La capilla está abierta al público día y noche. Tenemos horarios de servicios religiosos propiamente dichos, de misa diaria y de domingos y fiestas. Los capellanes estamos permanentemente localizables por medio de un “busca”, disponibles para ir a atender a quien solicite nuestros servicios las veinticuatro horas del día. Basta ir a recepción central o a cualquier mostrador de los distintos pisos para solicitar nuestra presencia, y allí estamos. Tampoco la asistencia a la misa diaria es demasiado boyante.
El servicio religioso, una terapia que reconforta y da esperanza
Todavía existe en muchos de nuestros cristianos la vieja idea de que no hay que asustar al enfermo llamando al sacerdote para la administración del sacramento de la Unción, mientras el enfermo esté consciente. Y cuando llegamos, el enfermo ni ve, ni oye, ni es consciente, en la mayoría de los casos. Es precisamente la Unción del enfermo lo que le conforta en su enfermedad, lo que constituye el apoyo y la fortaleza cristiana que necesita en ese momento de debilidad y de sufrimiento.
Puedo testificar personalmente la alegría, la esperanza y el consuelo que experimentan tanto el enfermo como los familiares, cuando este sacramento se administra a su debido tiempo y en las debidas condiciones; incluso la visita de cortesía al enfermo resulta gratificante, a veces también entre familias no practicantes, sensibles a la condolencia y al apoyo en momentos tan dolorosos.
A mi entender, creo que corresponde a las parroquias, a los servicios pastorales, en general, muy en particular a los agentes de pastoral sanitaria de la diócesis, concienciar y motivar a los fieles sobre la importancia que tiene recurrir a estos servicios religiosos del hospital, en el momento adecuado.
Aparte de un derecho, en un país democrático, constituye un auténtico privilegio poder disponer de estos servicios religiosos, que están abiertos a todos los que lo solicitan.
Felix Villafranca, C.M.
Blog del padre Félix: http://felixvillafranca.es
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