Visita a la misión de las Hijas de la Caridad en el Chad

  1. Fco. Javier López López, C.M.

Visita al Chad

JAVIER CHAD 3

            Una vez al año la Visitadora de la Provincia de San Sebastián se desplaza al Chad, concretamente al pueblo de Bebalem, para visitar y compartir unos días con las Hermanas misioneras de la Provincia que sirven a los pobres en aquellas tierras. Suele ir acompañada por una Consejera y por el P. Director. Éste es mi tercer viaje y comparto a través de estas palabras algo de lo vivido.

Salimos el 27 de diciembre por la mañana desde Bilbao hacia París y desde allí a las 4 de la tarde rumbo a D’jamena, la capital del País, adónde llegamos a las 10 de la noche. Después de una hora de espera para pasar los controles y recoger las maletas, salimos del aeropuerto, 27ºC, se respira aire con olor a tierra, nos espera Sor Chelo que se había desplazado desde el sur para recibirnos y acompañarnos hasta la misión. El coche-taxi conducido por Hassan, conocido de las Hermanas desde hace años, nos lleva a Kabalaye, un centro de acogida de misioneros. Tras un sueño leve bajo mosquitera, con el soniquete del muslín llamando a las oraciones a Alá, partimos a las 5 de la madrugada hacia el lugar donde debía salir el bus a las 5’30 rumbo a Moundou, la ciudad más importante al sur del país. Lleno el autobús a las 6’30, con el sol recién salido y después de recorrer los casi 500 kilómetros que separan ambas ciudades, por la única carretera “asfaltada” del país, con más de once controles policiales (la amenaza del Boko Haram se palpa), peajes y paradas técnicas, a las 14’30 llegamos a Moundou, calor en aumento, 40ºC. Buscamos sombra mientras esperábamos a que Sor Chelo fuera a recoger el todoterreno que tenía aparcado en otro centro de acogida a misioneros de la diócesis. Allí fuimos a descansar media hora y reponer fuerzas con los condumios que habíamos traído de casa. A las 15’45 nos desplazamos a nuestro destino, Bebalem, a unos 70 kms y casi dos horas de camino polvoriento y lleno de baches. Por fin, sobre las 6 de la tarde, a punto de ponerse el sol, pudimos saludar con alegría a las otras cuatro misioneras que nos esperaban con ilusión. Oración, aseo, cena, diálogo y descanso.

Los días transcurrieron con normalidad, todos los días eucaristía y laudes a las 6’30, un día exclusivo para un retiro comunitario y visitas a los varios lugares donde las hermanas ejercen sus servicios, un centro para niños desnutridos, visitas a enfermos en sus chozas, visitas a varias escuelitas en aldeas y allí mismo, un día compartimos la misa en la parroquia, parroquia que por cierto llevan desde hace 4 años nuestros cohermanos paúles como comunidad misionera internacional… son tres: uno malgache y dos nigerianos; y viven muy cerquita de las hermanas.

Aunque la zona es muy pobre en infraestructuras, y la mayoría son muy pobres, cada año que pasa se va percibiendo algo de progreso, pero muy lentamente. El trabajo humanitario de la Iglesia y la labor evangelizadora se va notando. Se respira una Iglesia joven, alegre y participativa. La labor de los catequistas y de otros animadores se va constatando crucial para la implantación de la Iglesia en aquella zona (hacía poco había fallecido la primera mujer bautizada en la iglesia católica). Tuvimos la suerte también de poder ir a saludar al Obispo, nativo de allí, y nos expresó su gratitud por la tarea de las misioneras y los misioneros en su diócesis.

Con palabras de gratitud por nuestra visita, nos despedimos de las misioneras el día 2 de enero por la tarde para regresar, haciendo el camino inverso, a Bilbao el 4 por la mañana.

Doy gracias a Dios por el regalo de esta misión, en una de las periferias del mundo.

  Fco. Javier López López, C.M.

David Carmona, C.M.

David Carmona, Sacerdote Paúl, es canario y actualmente reside en la comunidad vicenciana de Casablanca (Zaragoza).

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1 respuesta

  1. Qué bien estás Javi. Me alegro mucho de verte aunque sea por esta ventana. Ojalá pueda yo realizar alguna experiencia como esa, pero con un poco más de tiempo. Un abrazo. Arrivederci

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