¿Volveremos a verlo? (1979)
Entre la multitud de noticias que hoy nos asedian, ésta puede pasar como una más; pero no lo sería verdaderamente si no tuviéramos conciencia de que es una noticia liberadora, porque forma parte de las pocas noticias desinteresadas o gratuitas. Y si toda noticia está llamada a conmover, es reconfortante pensar que unos hombres están ya en disposición de llegarse hasta cada uno de nosotros y ofrecernos la verdad de sus vidas. Son los hombres del Evangelio, de la única verdad que nos hace libres, y que han sido conscientes de que «sin Mí —la Verdad— no podéis hacer nada» en palabras del mismo Jesús.
Que Jesús vive y anima a los hombres, ahí está claro, en estos seis jóvenes que nos alertan para que al hablar de la juventud, genérica y ligeramente, andemos con más cuidado. La noticia es de alborada casi y…de Mayo florido. Porque a las 9,30 de la mañana, en la iglesia de La Milagrosa de los Padres Paúles de Pamplona, en el 13 de Mayo, Carmelo Velloso, de Larraga; Santiago Azcárate de Olite; Pedro Guillén, de Eslava; José Ricardo Medina, de Las Palmas de Gran Canaria; Tomás Chocarro, de Berbinzana y Antonio Ibáñez de Larraga, decidieron serena y claramente entregar sus vidas al servicio desinteresado del reino de Dios: fueron ordenados diáconos, «servidores» de la comunidad cristiana, por el arzobispo de la Diócesis, don José Mª Cirarda.
Presentes estaban el P. James W. Richardson (de USA) Superior General, de la Congregación de la Misión, o PP. Paúles y el P. Julio Suescun, Superior Provincial de la provincia de Zaragoza. Y luego treinta sacerdotes paúles más, y los fieles, la Comunidad de creyentes en Jesucristo, llenando totalmente la amplia iglesia de La Milagrosa.
Próximamente serán sacerdotes: en este mismo verano. Ellos, que han cursado la carrera civil (Filosofía y Letras) y la eclesiástica (Teología en la Universidad de Deusto).
Si en la iglesia de Jesús el servicio desinteresado es el mayor y mejor título la preparación de que se han revestido estos seis muchachos es signo de que, como mensajeros del Reino, han asumido la tensión del desafío: el vino siempre nuevo en vasos nuevos. La esperanza se da sin títulos, y el bien, que es el Evangelio mismo vivido, se ofrece y se brinda por el Evangelio mismo. Pe ro el tiempo es hoy diverso y, como envoltura de la verdad perenne, requiere modos apropiados para hacer ver mejor la única presencia, la de El: “y sabed que Yo —dice Jesús a sus amigos— estará con vosotros todos los días hasta el final de los tiempos».
Así para muchos vuelve a renacer el entusiasmo, vuelven a surgir las esperanzas en estos seis jóvenes que no se han dejado atrapar por la vida cómoda o el oportunismo, incluso de las noticias consumistas.
Pedro Sanz.
Transcrito del BPZ, 1979
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