XXXVIII Semana Vicenciana (Jueves, día 22)
La primera ponencia del día corrió a cargo de P. Agustín Giménez González, profesor de san Dámaso. El título de la conferencia: «La persecución ¿desgracia o bienaventuranza?». El texto base fue Mt 5,10, es decir, las bienaventuranzas. A partir de este pasaje evangélico dejo claro que si bien la persecución existe, la gracia no excluye la justicia, poniendo nuestra confianza en el juicio de Dios.
A continuación esbozó una serie de pasajes sobre justos perseguidos como fueron el patriarca José, Daniel, Job… quienes, finalmente, recibieron su recompensa final por ser fieles a la palabra del todopoderoso en la prueba adversa.
Entrando en el Nuevo Testamento el ejemplo de las Bienaventuranzas de Jesús demuestran como aquellos que fueron fieles en los momentos oscuros recibieron el ciento por uno. él mismo fue obediente hasta la muerte de cruz para cumplir la voluntad del Padre manifestando así que Dios tiene la última palabra pese la aparente victoria del mal., pues quien es fiel obtiene el premio ansiado de ir a la morada de Dios. Ap. 21, 1-4.
La segunda ponencia fue de a cargo de Luis González – Carvajal sobre «Libertad Religiosa, Derecho fundamental», señalado que la intolerancia ha provocado muchas lágrimas y sangre en España a lo largo de la historia en todas las direcciones.
La Iglesia ha recorrido un camino de la intolerancia hacia la tolerancia, que quedó reflejado las diversas posturas frente a paganos, cuya libertad religiosa se respetaba o los herejes, a quienes se intentaba devolver a la fe.
Desde el siglo XVI hubo pequeños atisbos de cambio que quedaron finalmente reflejados en el Concilio Vaticano II, donde la Iglesia admitió la tolerancia de la libertad religiosa en la Declaración Dignitatis humanae. Aquí se reconoce el derecho humano a la libertad religiosa que tiene carácter social y civil, si bien, como todo en la sociedad, debe respetar el orden público y el bien común.
Terminando, González – Carvajal señaló que la Iglesia desde el Concilio Vaticano II ha sido siempre y en todas las partes respetuosa con la libertad religiosa, situación que otros no han respetado y muy particularmente se han cebado en la libertad religiosa de los católicos.
2) La tarde
Tras una siesta para reponer fuerzas nos reunimos en el salón para la tercera charla del día a cargo de Hna. María José Mariño con el título «La teología evangélica del martirio: expresión de la fe». Si bien es difícil dar una definición cerrada el mártir, en la acepción que hoy tiene, es aquel que da su propia vida por la verdad del evangelio. En este sentido es muy expresivo un texto de Orígenes: “Todo el que da testimonio de la verdad, bien sea con palabras o bien con hechos o trabajando de alguna manera en favor de ella, puede llamarse con todo derecho «testigo”.
El Concilio Vaticano II propuso el marco evangélico, la relación fe-amor y los modos de martirio. Y siempre tiene una cualidad refleja la Pasión y Resurrección, es decir, es memoria de Jesús. Lumen Gentium 42, habla de martirio como signo del amor que se abre hasta hacerse total donación de sí. Si se subraya el amor más que la fe, se comprende que el amor a Cristo, está en la base del testimonio del mártir, identificando el mártir con aquel que no sólo profesa la fe, sino que la atestigua en todas las formas de justicia, que es el mínimo del amor cristiano.
Hoy resulta claro que el mártir no se limita ya a unos cuantos casos esporádicos, sino que se le puede encontrar en todos aquellos lugares en los que por amor al Evangelio, se vive coherentemente hasta llegar a dar la vida, al lado de los pobres; de los marginados y de los oprimidos, defendiendo sus derechos pisoteados. Mártir, por lo tanto, no es sólo el que derrama su sangre sino que lo es también aquel que día a día da su vida por sus hermanos en el servicio del Evangelio.
La última charla del día la ofreció Fernando Rodríguez Garrapucho» sobre «La Iglesia Martirial: Los mártires en la vida de la Iglesia», done analizó el concepto a lo largo de la historia de la Iglesia, pero, as u vez, ofreció una visión del Antiguo testamento y
cómo afectaba a los profetas y a los israelitas fieles.
De igual modo hizo un repaso en los Padres de la Iglesia para terminar dando una visión desde la Teología sitemática. señalando que mártir es un sacramento eficaz, productor de verdad para la Iglesia. La Iglesia tiene mártires, que son su gloria. Pero siempre que un cristiano, por seguir a Cristo, se compromete de tal forma que es llevado al martirio, produce credibilidad para la Iglesia. Más aún: produce sustancia eclesial, en el sentido de que una Iglesia es solamente Iglesia de Cristo en la medida en que está dispuesta a vivir de manera que considere normal participar del mismo destino del mártir Jesucristo. El mártir proclama la verdad de la Iglesia de Cristo y manifiesta la santidad de Dios comunicada a la Iglesia. La Iglesia es santa a causa de sus santos.
Tomado de la web de la Provincia de Salamanca
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