Comunidad de Barakaldo
Ministerios:Seminario Mayor C.M. |
Dirección:Arauti, 1 Comunidad: Colegio: |
En el año 1925 la Sociedad Altos Hornos de Vizcaya, por mediación de su gerente, D. Eduardo Marello, pidió para capellanes de la Sociedad a los Padres Paúles. Altos Hornos se dirigió, en primer lugar, a los Padres Jesuitas, quienes no aceptaron el ofrecimiento. Pero el P. Obeso, profesor de la Universidad de Deusto, quien había oído predicar en La Arboleda a los PP. Escribano y Maestu, aconsejó que acudieran a la Congregación de la Misión. El 31 de agosto del mismo año, Don Fernando Obregón, administrador de Altos Hornos, daba posesión de la capellanía a los dos Padres Paúles que acababan de llegar a Barakaldo.
Las obligaciones que adquiere la comunidad son: atender la Capilla del Carmen, con los cultos acostumbrados, principalmente la misa temprana (6.15 o 6.30) y el Rosario diario por la tarde; atender el Sanatorio de A.H.V. visitando a los enfermos y renovando el Santísimo quincenalmente; atender la capellanía de los Hermanos de la Salle (misa diaria, exposición los domingos y fiestas y confesiones de los niños cada semana) y, por último, atención a las Hijas de la Caridad de la zona.
La primera vivienda fue el piso 2º de la casa llamada “Saracho”, en la calle del Matadero, letra S. El 18 de marzo de 1928 se cambian a una nueva morada: a la calle Travesía de Ramón y Cajal (pisos segundo y tercero del inmueble recién construido).
En 1944, al socaire de las nuevas normas educativas, el buen desempeño de los trabajos hasta el momento, el bien acreditado prestigio de los próximos Colegios de Limpias y Murguía y tras la negativa de las órdenes religiosas expresamente dedicadas a la educación, el Alcalde de Barakaldo, Don José Mª Llaneza, ofrece a la Congregación los locales de la Escuela de Artes y Oficios (plaza Villalonga) para instalar en él un Colegio de Enseñanzas Medias (Mercantil y Bachiller.
El reconocimiento del mismo, especialmente en lo que concierne al Bachillerato, no estuvo exento de problemas. A pesar del interés que en el tema se toman tanto personajes influyentes de la vida política (Don José Iturmendi y Don Esteban Bilbao) como religiosa (Mons. Carmelo Ballester, Obispo de la diócesis y miembro de la C.M.) el Ministerio, tras dos denegaciones, concedió el correspondiente reconocimiento provisional el 25 de marzo de 1947.
El edificio, tras una fachada elegante, ocultaba un interior mugriento. En la planta baja, semiporticada, albergaba las dependencias de la Policía Municipal, la cárcel y un mercado; en medio, Escuelas Nacionales; arriba el Colegio (denominado amistosamente por generaciones como el “Chami”), acosado por las chimeneas de Altos Hornos, por el continuado discurrir de los trenes tanto de la propia empresa como de RENFE.
Rigieron la Capellanía y el Colegio desde 1944 los Padres Benjamín Huerga (1944-1946), Gumersindo Manzanedo (1946-1953), Emilio Gutiérrez (1953-1954), Manuel Gutiérrez (1954-1956) y Juan Aguirre (1956-1962). El alumnado siempre fue en aumento llegando en 1962 a los 525 alumnos. El aumento fue posible gracias al alquiler de tres aulas en el piso primero del mismo edificio.
En septiembre de 1962 el Colegio San Vicente de Paúl emprende una nueva singladura. En la Residencia, el Padre Juan Aguirre, último Superior y Director, entrega las riendas de la Capellanía al P. Sergio García. Los profesores recogen los libros de secretaría, algún crucifijo, muebles de posible utilización y, rumbo al barrio alto de Beurko, dan el último adiós al Chami y saludan al nuevo Colegio. El 27 de septiembre se comunica oficialmente la erección canónica de la nueva Casa y toma posesión su primer superior: P. Francisco Carballo.
En 1969, Monseñor José Mª Cirarda, Obispo de Santander y Administrador de la Diócesis de Bilbao, constituye en Parroquia la antigua Capilla del Carmen. Se inaugura la nueva Parroquia (la capilla del Carmen será derruida) el 16 de julio. La Comunidad vivirá hasta el 16 de septiembre de 1973 en la casa de Ramón y Cajal; en esta fecha se traslada a los nuevos pisos, sitos en la calle Ibarra, número 13, entreplanta. Grupo Nuestra Señora del Carmen. La antigua vivienda será ocupada provisionalmente por los Estudiantes Teólogos en espera de trasladarse a la nueva residencia de Las Arenas.
En 1971 se encomienda a la Congregación la nueva Parroquia de San Ignacio de Loyola, en el barrio de Rontegui. Este barrio ya se atendía, a modo de “capellanía” en una lonja, desde 1966. Dependen de la Comunidad del Carmen, aunque viven en la calle Avenida de Álava, 10, 1º. En 1974 esta comunidad se independiza, siendo su primer superior el P. Pedro Sanz. En 1975 llegarán a la Comunidad los Estudiantes Teólogos (tras el “dispersit” dictaminado por el P. Mendoza) José Gil y Carmelo Velloso. Este hecho motivó la adquisición de un nuevo piso, en la misma planta, por parte de la Comunidad. En 1986 se abandonan ambos pisos y la Comunidad regresa a la calle Ibarra para fundirse, con la Comunidad del Carmen, en una única Comunidad. Desde allí siguen atendiendo la Parroquia de San Ignacio de Loyola.
En 2001 se reestructura significativamente la presencia de la Congregación en Barakaldo. La necesidad de ubicar definitivamente el Estudiantado de Teología, la nueva realidad de aunar las escasas fuerzas y la precariedad de la vivienda del Carmen, motiva que todo ello se aúne en la Residencia de Beurko. Aquí, una sola comunidad, abordará las tareas del Colegio, de las dos Parroquias, la atención al Estudiantado y otras tareas nuevas (misiones populares) y adquiridas (Hijas de la Caridad, capellanías). Para su ubicación no se precisaron demasiadas acomodaciones salvo la construcción en el piso cuarto de un amplio local que acogiese la Biblioteca Provincial.
Galería fotográfica: Comunidad y Colegio
Galería fotográfica: Parroquia San Ignacio de Loyola
Galería fotográfica: Parroquia Nuestra Señora del Carmen
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San Vicente de Paúl (de ahí el nombre de “misioneros paúles”), a pesar de las comprensibles limitaciones propias del tiempo en el que le tocó vivir (siglo XVII), tuvo un gran aprecio por la comunicación: llegó a escribir más de treinta mil cartas (alguna llegó a su destinatario varios meses después de su muerte). 
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