Ejercicios espirituales en la Residencia Enfermería Provincial – Pamplona 2025
EJERCICIOS ESPIRITUALES EN LA RESIDENCIA
ENFERMERIA PROVINCIAL – DE PAMPLONA (2025)
Un año más, los Misioneros de la Comunidad de la Residencia de Pamplona hemos vivido cinco días de ejercicios espirituales. Este año la fecha ha sido diferente a la de otros años. Era costumbre hacerlos en la primera semana de febrero. Este año los iniciamos el 31 de marzo y los hemos terminado después del desayuno del sábado, 5 de abril y han resultado más atractivos: por celebrarlos en Cuaresma y estar más cerca de la Semana Santa. De la Comunidad de la Iglesia ha participado el P. Jesús Arrondo.
El P. Paulino ha dirigido los ejercicios espirituales. En las charlas ha ido desglosando los temas de la conversión, la oración, la fe, el Espíritu Santo, la Comunidad, la Eucaristía y la vejez y la muerte, con un estilo sencillo, pero muy profundo y realista.
Ha insistido en la necesidad de volver a Dios todos los días y vivirlos desde la fe. Ha hecho referencia continua a la misericordia de Dios y ha aludido con frecuencia a la Virgen María.
Ha animado a esta Comunidad tan especial a no tener miedo ante las limitaciones y enfermedades y a vivir con esperanza el paso a la vida eterna. Y que utilicemos siempre la razón, el corazón y la fe. Y que no nos cansemos de dar gracias a Dios todos los días.
En la Eucaristía del día 4 de abril todos recibimos el Sacramento de la Unción de Enfermos y obtuvimos la gracia del Jubileo de la Esperanza. Al finalizar el rosario hemos cantado todos los días la Salve: alternando la Salve Regina y la Salve del P. Alcácer.
El ambiente comunitario de estos días ha estado de acuerdo a lo que significan unos días especiales de retiro. Las Eucaristías -centro de la vida comunitaria- han sido encuentros de gracia, han estado bien celebradas y con abundantes cantos adaptados a los distintos momentos de la celebración.
Todos han agradecido al P. Paulino su presencia y cercanía con todos los Misioneros y las reflexiones que nos ha dado.
José Luis Induráin, c.m.











San Vicente de Paúl (de ahí el nombre de “misioneros paúles”), a pesar de las comprensibles limitaciones propias del tiempo en el que le tocó vivir (siglo XVII), tuvo un gran aprecio por la comunicación: llegó a escribir más de treinta mil cartas (alguna llegó a su destinatario varios meses después de su muerte). 


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