Novena a la Virgen Milagrosa – Pamplona 2025
PRESENTACIÓN
El Año Jubilar 2025, convocado por el Papa Francisco bajo el lema “Peregrinos de la Esperanza”, nos ofrece una oportunidad providencial para renovar nuestra fe y reavivar la esperanza que nace del encuentro con Cristo. En este marco jubilar, la Novena a la Virgen Milagrosa se presenta como un camino de gracia y de profunda espiritualidad mariana, una auténtica peregrinación interior que nos conduce, de la mano de María, hacia la alegría del Evangelio y la confianza en las promesas de Dios.
El Jubileo siempre ha sido para la Iglesia un tiempo de renovación espiritual, de reconciliación y de esperanza. Es una invitación a volver al corazón del Evangelio, a experimentar la misericordia del Padre y a testimoniar la fe con alegría. El Papa Francisco nos llama a ser peregrinos de esperanza, hombres y mujeres que caminan con la mirada puesta en Cristo, compartiendo con todos la luz que no se apaga. En este espíritu, María, la Virgen Milagrosa, aparece ante nosotros como la primera peregrina de la esperanza, aquella que creyó en la Palabra y se puso en camino para servir.
El lema que guía la Novena de este año —“Un camino de esperanza con María”— se une profundamente al mensaje jubilar. María, en su vida sencilla y llena de fe, nos enseña que la esperanza cristiana no es una ilusión ni un optimismo superficial, sino una confianza firme en el amor de Dios que nunca falla. En tiempos de incertidumbre, cansancio y desencanto, la Virgen Milagrosa nos muestra el rostro materno de la ternura divina, nos invita a ponernos en marcha, a salir de nuestras comodidades y a peregrinar hacia el encuentro con su Hijo.
Durante estos nueve días de oración, contemplaremos distintos rostros de la esperanza reflejados en María. Cada día será una etapa de este camino espiritual, una estación del alma en la que aprenderemos a vivir como auténticos peregrinos:
– El primer día, “El Sí de María, signo de esperanza”, nos invita a meditar sobre la disponibilidad total de la Virgen al plan de Dios. Su “hágase” inaugura la historia de la salvación y nos enseña que la esperanza nace cuando confiamos en la Palabra del Señor.
– El segundo día, “María, portadora de Cristo, fuente de esperanza”, nos conduce a descubrir que la esperanza auténtica siempre tiene un nombre y un rostro: Jesucristo. María lleva la esperanza en su seno y la entrega al mundo.
– El tercer día, “María, hogar de los que esperan”, nos hace sentir el calor de su presencia maternal. En ella encontramos refugio, consuelo y fortaleza para continuar el camino.
– En el cuarto día, “María, vida y esperanza nuestra”, proclamamos que María acompaña nuestra vida con su ternura, sosteniendo nuestra fe cuando flaquea y levantando el ánimo de los que sufren.
– El quinto día, que coincide con la solemnidad de Cristo Rey, “María, esperanza en el sufrimiento”, nos muestra a la Madre fiel al pie de la cruz, donde la esperanza parece extinguirse pero se transforma en redención.
– El sexto día, “María, Madre de la Iglesia que espera”, nos recuerda su presencia orante junto a los discípulos, fortaleciendo la fe del pueblo de Dios que peregrina en la historia.
– El séptimo día, “María, vino nuevo de esperanza”, nos invita a contemplar el milagro de Caná, donde María provoca el signo que renueva la alegría y anticipa la plenitud del Reino.
– El octavo día, “María te espera”, expresa su paciencia maternal. La Virgen Milagrosa no se cansa de esperarnos, de llamarnos a la conversión y de mostrarnos el camino que conduce a Cristo.
– Finalmente, el noveno día, “María, estrella de la esperanza”, culmina este itinerario jubilar. Como estrella en la noche, María ilumina el camino de la fe, nos guía en la peregrinación de la vida y nos orienta hacia el encuentro definitivo con su Hijo glorioso.
Esta Novena, en el marco del Jubileo, es más que una devoción: es una experiencia de fe viva, una invitación a “salir” con María al encuentro del Señor, renovando la esperanza que nos impulsa a servir y a amar. María, con su Magníficat, es la primera en cantar lo que “Dilexi te” enseña: “que Dios ama, eleva y se identifica con los pequeños. Ella es la primera discípula del Cristo pobre y el modelo de una Iglesia que vive el Evangelio de la misericordia”. Cada comunidad, cada familia, cada creyente está llamado a vivirla como un peregrinaje interior, donde la oración, el silencio, la caridad y la reconciliación se convierten en señales concretas de esperanza.
Pidamos a la Virgen Milagrosa que, en este Año Santo 2025, nos ayude a redescubrir la alegría de ser peregrinos que caminan con fe, a fortalecer nuestra confianza en la providencia de Dios y a ser testigos de esperanza en medio del mundo. Que su manto maternal nos cubra y nos conduzca hacia la plenitud del amor en Cristo, fuente inagotable de esperanza.
Luis Miguel Medina, C.M.



San Vicente de Paúl (de ahí el nombre de “misioneros paúles”), a pesar de las comprensibles limitaciones propias del tiempo en el que le tocó vivir (siglo XVII), tuvo un gran aprecio por la comunicación: llegó a escribir más de treinta mil cartas (alguna llegó a su destinatario varios meses después de su muerte). 


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