Albacete – Pastoral Penitenciaria – La Merced
Ante el Jubileo 2025 que abriremos próximamente en la Iglesia, el Papa Francisco nos propone, desde la perspectiva del Evangelio, “mirar el mundo con esperanza”. Nosotros, los que vivimos el compromiso de ser discípulos misioneros desde la Pastoral Penitenciaria, tenemos la tarea de llenar de esperanza ese vacío tan destructor, a todos los niveles, que sufren nuestros hermanos los presos. Este Año Jubilar de la Esperanza será una oportunidad para seguir llevando, durante su “peregrinar” de cumplimiento de condena, un poco de calor al corazón de cada persona privada de libertad y trazar un camino esperanzado en la reconstrucción de sus vidas, “abrazados a la fe y a la esperanza”.
Este acompañamiento lo podremos también expresar desde el recuerdo y la oración durante todo el nuevo Curso Pastoral en nuestras celebraciones comunitarias y en cada una de nuestras parroquias. Por nuestra parte, la Pastoral Penitenciaria de la Diócesis de Albacete, quiere comenzar a agradecerlo y celebrarlo en la Eucaristía compartida junto a nuestros hermanos internos y funcionarios, el Día de la Virgen de La Merced, Patrona de las Instituciones Penitenciarias, en las instalaciones de “La Torrecica”, y presidida por nuestro Administrador diocesano D. Julián Ros.
Como equipo de voluntarios de esta Pastoral, somos testigos de que la estancia en prisión puede, y de hecho ocurre, hace cambiar a muchas personas; tanto para lo malo, como para lo bueno. Nos encontramos con hermanos que, desde un olvido total o parcial de Dios, llegan a descubrir en prisión a Dios en sus vidas; porque cada persona presa es un proyecto vivo de esperanza. Como muestra de ello, compartimos parcialmente dos breves testimonios (con nombres ficticios):
“En el tiempo siempre tan largo y lento que llevo en la cárcel, he sentido cómo la Virgen me trae amor, me reconforta y me acerca desde la misericordia de Dios, la esperanza y el consuelo. ¡Son tantas sensaciones!. Ella, nuestra Madre, cada lunes, martes, viernes u otro día, sobre las 17.30 horas, entra por la puerta amarilla de seguridad, en cada uno de los voluntarios de la Pastoral Penitenciaria de nuestra Iglesia. Y si no me creéis, se lo preguntamos a Soraya, que la conoce muy bien porque hace pocos días partió hacia Ella.” (Eustaquio)
“Después de tantos momentos que tengo en la cárcel para pensar y reflexionar, no estoy encantado de conocerme. Pedí perdón a Dios y nuestro sacerdote me absolvió con facilidad de lo que nunca pensé ser disculpado. Aún con todo, me sigue pesando la culpa que rompe continuamente la hebilla de mi pesada mochila. Gracias a la misericordia de Dios me siento cada vez más liberado, pero tengo que continuar en ello.” (Porfirio)
Virgen de La Merced, ruega por cada uno de nuestros hermanos privados de libertad y mantenles firmes en la esperanza que no defrauda.
Mikel Sagastagoitia, C.M.
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