Celebración del Día de la Provincia en la Zona Centro – Zaragoza
El viernes día 10 de Mayo, celebramos las tres casas de la zona centro de nuestra Provincia, la tercera jornada de formación permanente. A esa primera intención, se sumaban dos motivos más, que dio a la jornada un cariz solemne y a la vez, festivo.
La solemnidad venía dada por la celebración de los sesenta años de sacerdocio fiel y entregado de nuestros compañeros Julián Soriano, Jesús María Muneta, y Ángel Pascual. Y festivo por el hecho de celebrar el Día de la Provincia que celebramos en la zona centro.
La jornada arrancó a las once con un estupendo aperitivo, en la que nos sirvió para saludarnos y esperar a los compañeros que faltaban. Una vez llegados todos, bajamos a la sala de reuniones del sótano, en donde compartimos las reflexiones del texto acerca de la esperanza, que había propuesto la Comisión de Formación Permanente para esta tercera reunión.
A las doce y media, el P. Visitador, flanqueado por los tres homenajeados, presidió la Eucaristía. En su homilía no se extendió por dar paso a unas palabras de agradecimiento de los homenajeados, principalmente agradecidos estuvieron a Dios, a sus familias, y a los compañeros de todas las Comunidades por las que habían pasado. Fue un momento muy emotivo.
Al finalizar, el P. Santiago Azcárate les hizo entrega a cada uno de ellos de un diploma que había enviado el Superior General a cada uno de ellos por sus años de entrega fiel y continua durante tantos años, en los que hubo, como ellos resaltaron, momentos de todo tipo, tal como es la vida en realidad, pero en las que primaron más las buenas experiencias en las que ellos supieron ver la mano de Dios.
Tras la Eucaristía y una foto con todos los presentes a la misma, pasamos de la misa, a la mesa, en el comedor, para gozar de un estupendo ágape, en donde pudimos departir y compartir experiencias, sin barreras generacionales, Y como dijo uno de los homenajeados, todos juntos nos “amasamos” y disfrutamos de las “batallitas” de rigor.
El P. Aarón Delgado, puso la nota musical del encuentro, cantando isas, folías y canciones populares, coreadas por todos los presentes.
Fue una jornada digna del recuerdo, y en la que hasta el Sol quiso ser testigo, iluminando ese día y dando calor con las subidas de las temperaturas.
Tras los cafés servidos, volvimos a nuestras comunidades para reiniciar las obligaciones encomendadas, llevando grabados en nuestros corazones y en nuestros pensamientos, el gran ejemplo de entrega y amor del que hicieron gala nuestros compañeros homenajeados, y que tan buena herencia nos han sabido transmitir a los que les seguimos en esta tarea tan ilusionante y esperanzada, de dar nuestra vida y talentos en la evangelización de los más pobres.
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