Dos semanas en el Buen Pastor de Albacete
Desde Albacete quiero ponerme otra vez en contacto con quienes tenéis interés por leer algo de lo que acontece por aquí y por allá en un intento de ser fieles al Espíritu que sopla donde quiere, por encima de otoños de siembra, inviernos de maduración, primaveras de esperanzas o veranos de cosechas… Voy, pues, a contaros algo de lo que estamos viviendo estos días en la parroquia del Buen Pastor de Albacete.
Quienes habéis estado en misiones sabéis que las dos primeras semanas tienen una tarea especial, por una parte complicada, por otra parte muy evangélica y vicenciana, y por otra, casi absolutamente necesaria: las visitas a casas y otros lugares de convivencia. En esta ocasión hemos respondido, dedicando tiempo y personas, a una petición de los profesores de religión de Institutos y Colegios de la zona. Nunca estamos cerrados a ninguna posibilidad de evangelizar. Y estas visitas y presencia han sido momentos (cito a los participantes) particularmente evangelizadores.
Me decía el P. Pavol que los chavales, interesados, les escuchaban con los ojos fijos y la boca abierta. ¿Se han aprovechado de nosotros los profesores de religión a quienes sustituíamos y a los que aportábamos variedad de mensajes y contenidos? No lo sé ni me importa, porque tanto el párroco, como Iván, seminarista, como Begoña, como Pavol, como quienes trabajan con los jóvenes en la parroquia lo han visto muy interesante. (Alguna vez hemos querido realizar una misión “de colegio”). Pensamos que en este campo hemos dejado una puerta un poco más abierta a la parroquia.
En estos quince días de misión ha habido otra novedad: la presencia de cuatro seminaristas de Teruel. Su labor, como correspondía a estos días, ha sido las visitas, los niños y los encuentros en los fines de semana con preadolescentes y jóvenes; aparte de la participación en los momentos celebrativos. La satisfacción, según me dicen todos ellos, grande, para repetir o continuar.
Tres facetas a resaltar de estas dos semanas:
- Los encuentros de los padres que querían quedarse a un encuentro misionero a la vez que los niños estaban en catequesis.
- La participación activa de niños, padres y catequistas en el Pregón.
- La misa de niños y el rato de fiesta posterior que ha dado como resultado, al menos, comentarios como este: Esto nos anima y estimula; ¡gracias!
¿Serán todos estos hechos una esperanza cierta de encuentros también gozosos con matrimonios jóvenes y parejas para la semana que viene? Esperamos que así sea.
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