Esto no acaba aquí
Nuestra experiencia en Teruel acabó hace un par de semanas, aunque aún tengamos que hacer maletas y recoger la casa. Después de estos días en la Cuna de san Vicente de Paúl, marcharemos cada uno a su provincia, aunque el Seminario Interno aún no ha acabado. Unos tendremos pastoral (enfermos mentales, niños en exclusión social o en peligro de, indigentes, encuentro con las comunidades locales…) y luego un tiempo de descanso con nuestras familias y otros irán primero con sus familias.
En estos últimos meses, en los que no hemos tenido ni tiempo de escribir nuestras peripecias, hemos seguido teniendo nuestras sesiones de formación (algunas especiales por personas implicadas directamente con el tema), nuestros retiros mensuales, y nuestras salidas comunitarias (Orihuela del Tremedal, El Cuervo, Escucha, Estrechos del Río Martín,…). Pero se va notando el cansancio, el calor, y las ganas de volver a ver a nuestros familiares y amigos.
Ahora estamos disfrutando de los lugares que sólo conocíamos por el nombre (Berceau, Pouy, Dax, Château-L’Évêque, Buglose, Tilh,…), lugares que fueron importantes para san Vicente, lugares que vieron, en primera persona, su conversión, la entrada de los pobres en lo más profundo de su corazón.
Este año no sólo hemos aprendido más sobre nuestro fundador y nuestra espiritualidad, también han tenido su lugar la historia de la espiritualidad, la vida de nuestros santos y beatos, muchas cosas sobre la Familia Vicenciana y sobre la Congregación, a nivel general (historia y documentos) y al nivel de las diferentes provincias. Pero no todo queda en la teoría, el poder compartir con personas con distintas culturas y diversos procesos, nos ha hecho abrir los ojos a lo grande que es nuestra pequeña compañía, y lo importante que es el papel de los formadores y de los diferentes servicios que, seguro, tendremos que desempeñar en el futuro.
Esperemos que todo lo aprendido haya encendido nuestros corazones del celo que nos debe caracterizar como Misioneros Paúles que somos, y sigamos preparándonos, durante toda nuestra vida para ser buenos sacerdotes o hermanos, capaces de seguir a Jesucristo evangelizador de los pobres, al menos, la mitad de lo que consiguió san Vicente de Paúl.
Y como dice la canción, nos encontraremos «sur la route des hommes, aux croisées de chemins».
Iván Juarros, C.M. e Israel J. Ortega, C.M.
Seminaristas Internos
Berceau , 13-07-13
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