Eucaristía de despedida de la Comunidad de Murguía
ACCIÓN DE GRACIAS
En este ambiente de recogimiento y de acción de gracias tras la comunión, deseo expresaros nuestro sentimiento como paúles al tener que salir de Murguía, casa de tanta tradición y cariño para nosotros. Han sido 126 años de vida en este Valle desde el ya lejano año de 1888 en que vinieron los primeros paúles. Muchos de nosotros, yo mismo, hemos pasado aquí unos años muy felices dedicados al estudio o al trabajo ministerial y sintiendo siempre vuestra cercanía y afecto.
Llegamos por iniciativa de D. Domingo de Sautu y comenzamos nuestra labor dedicados sobre todo a la enseñanza. Siempre se ha mantenido en la casa esta actividad: primero hasta los años 30 como Colegio, después como Apostólica para formación de los nuestros, más tarde otra vez como Colegio para internos de reaseguros y finalmente como Centro de Formación Profesional y Educación Secundaria.
A esta labor docente, siempre ha añadido la comunidad la dedicación a las tareas más propiamente sacerdotales, como la atención en distintos años a las parroquias de las diferentes poblaciones del Valle: Guillerna, Amézaga, Sarria, Vitoriano, Lukiano o Aperregui por ejemplo. En la casa siempre han estado dispuestos los misioneros para celebrar la Eucaristía y fomentar el sacramento de la Reconciliación o confesión. Desde aquí hemos atendido también a las comunidades cercanas de las Hijas de la Caridad y hemos acogido a parroquias y grupos para actividades muy variadas. Varios de nosotros residimos también aquí en la última etapa de nuestra formación para sacerdotes mientras asistíamos a clase en la Facultad de Teología de Vitoria.
Son muchas, por tanto, las vivencias y recuerdos que nos han dejado marcados, desde la belleza del paisaje a la cercanía de las gentes. Entre vosotros siempre nos hemos sentido como del pueblo. Y esto es lo que más se ha pegado a nuestro corazón y lo que con más fuerza conservamos. Aquí hemos conocido a muchas personas y aquí hemos hecho amigos.
Por todo ello, quiero ahora dar gracias a Dios y a vosotros. Gracias por tantos años intensamente vividos por tantos misioneros en esta comunidad de Murguía. Gracias por la posibilidad que nos habéis brindado para ejercer nuestro ministerio. Gracias por vuestra acogida sincera y vuestra cercanía a nosotros. Gracias a todo el Valle del Zuia que tanto nos ha facilitado estos 126 años de vida comunitaria.
Las despedidas siempre nos cuestan y nos apenan porque suponen un girón en nuestra vida. Nos vamos con mucha pena. Pero vamos a seguir manteniendo los lazos con esta tierra. Vamos a seguir manteniendo el recuerdo y la amistad de muchos de vosotros. Y vamos a seguir manteniendo, sobre todo, la comunión en una misma fe cristiana y la esperanza en un futuro mejor para todos.
Gracias de corazón. Eskerrik asko, biotz biotzetik.
DAVID C.M.
¡»Qué hermosos son sobre los montes los pies del misionero que anuncia la Paz, que trae la Buena Nueva»! Los pies de nuestros misioneros paúles se encaminan hacia otras tierras, donde seguirán sembrando como lo han hecho aquí; en estos años han dejado muchas semillas en el Valle de Zuia.
¡Otras campanas que dejan de sonar!. Antes lo hicieron las de nuestras queridas Madres Carmelitas.
Hoy os queremos decir : ¡¡Gracias!!. ¡¡Gracias por acompañarnos en el crecimiento de la Fe!! ¡¡Gracias de corazón!!
Han sido muchos los paúles que han pasado por el Valle. Si preguntáramos a los zuyanos sería muy larga la lista de buenos recuerdos y de agradecimientos personales.
El Espíritu sopla donde quiere y ahora parece que os lleva para Pamplona, Albacete, Zaragoza… Una pena que ese viento no haya sido favorable para que os quedéis en los once pueblos del Valle. (O quizá no hemos sabido estar atentos a la brisa)
«Dios dispone de las cosas para bien de los que lo aman».
Y os deseamos que así sea: Marino, Angel, Baltasar, Pedro Ventura y a nuestro querido zuyano Luis Ircio. A vosotros, que sois los últimos, y a todos los que antes pasaron por aquí os decimos de nuevo: ¡¡Gracias por todo!!
Que por los rayos de la Virgen Milagrosa os lleguen multitud de gracias y sigáis anunciando de palabra y de obra la Buena Nueva a los pobres, como lo hizo Jesús y como San Vicente de Paúl quería. Andaréis otros caminos, pero la meta es la misma.
EL Valle de Zuia siempre tendrá las puertas abiertas para vosotros.