Las raíces cristianas de Gesto por la Paz
La primera vez que me concentré tras una pancarta de Gesto por la Paz fue en el pórtico de una iglesia, en la parroquia de San Pedro, en Basauri. Los aledaños de los templos de Euskadi han sido escenario durante años de iniciativas contra la violencia, en muchas de las ocasiones de la mano de jóvenes cristianos laicos. Ahora que se disuelve Gesto, me parece oportuno recordar la valentía y el compromiso de aquellos jóvenes y estudiantes, que, en los prolegómenos de la Coordinadora, dieron la cara por la paz, aun a riesgo de que se la partieran. No se trata de poner medallas. Y, ciertamente, no se buscaba una confesionalidad. Hubo mucha pluralidad. ¿Dónde nace el río? De muchos afluentes y éste tuvo una importancia capital.
La década de los ochenta fue una década convulsa en la que se requería con frecuencia la movilización ciudadana, con convocatorias de distintos colores. El 5 de octubre de 1983 ETA secuestró al capitán de farmacia Alberto Martín Barrios. Dos semanas después, el 19, apareció muerto con dos tiros en la cabeza. Al día siguiente numerosos jóvenes se concentraban en el Hiperplaza de Deusto tras una pancarta con la leyenda ‘ETA Ez’. Fue uno de los primeros gestos. Aquella concentración en silencio suponía un cambio en el modelo de manifestarse, sin gritos. Habían sido convocados por estudiantes de las facultades de Teología y de Sociología, que dijeron un ‘ya vale’ y decidieron dar el paso. Nació fruto de una insatisfacción.
El 23 de febrero de 1984 los Comandos Autónomos Anticapitalistas asesinaron al político socialista Enrique Casas. Jóvenes de la parroquia de El Salvador y de Santiago, en el Casco Viejo de Bilbao, se concentraron durante 15 minutos. Luego fueron caminando hasta la Plaza Moyúa. Fue otro gesto significativo. Se repetían los actos en la calle, un terreno propio de la izquierda abertzale, que se revolvió con insultos y amenazas en un escenario que consideraban ‘territorio liberado’. En el 83 también habían realizado alguna acción esporádica. En 1985 las concentraciones se fueron generalizando, sobre todo en Bizkaia, tras escoger como escenario la plaza Circular de Bilbao.
Fue un salto cualitativo. Hasta ese momento las manifestaciones eran marchas y con gritos. Con Gesto por la Paz hubo un cambio. En la forma, porque suponían una acción política en la calle, con una concentración silenciosa. Y en el fondo. ¿Sobre qué bases? Sin duda, en un primer momento hubo una traslación al mundo cristiano de la filosofía de la no violencia de Gandhi. Se bebía en fuentes como las de la Comunidad del Arca, fundada por Lanza del Vasto en favor de una acción por la justicia y la paz por medios no violentos. Como los Artesanos por la Paz. Miembros de este colectivo sujetaron la primera pancarta en Pamplona. Lo que empezó con una reivindicación de la paz universal, se trasladó al caso concreto de Euskadi.
En los antecedentes de Gesto por la Paz, el componente, la motivación y la inspiración fue -casi- netamente cristiana. Había miembros de Jóvenes de Acción Católica (JAC), de la Juventud Estudiante Católica (JEC), de la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC) y del movimiento Scout, entre otros. También de otros grupos como Fe y Justicia. El colectivo Itaka, de los Escolapios, también estuvo presente en esos primeros gestos. Luego comenzaron a realizarlos de manera continua.
En los primeros grupos había una fuerte presencia de cristianos que nacieron en las parroquias. En Sestao se nutrió de jóvenes de Confirmación y en Zalla, por ejemplo, venían del ámbito de Cáritas. En Gernika el grupo lo inspiró el sacerdote Antón Basagoiti. En la Universidad de Deusto procedían de la Facultad de Teología y en la UPV de la JEC y de la JAC, gente que decidió dar el paso en los campus tras diversas reuniones en la parroquia de Santiago de Bilbao. En la de El Salvador jugó un papel importante Iñaki Múgica, entonces su párroco.
Surgieron con un formato de compromiso sencillo. Era un concepto de presencia de Iglesia: crear plataformas cívicas desde el cristianismo como alma del mundo. No se trataba, sin embargo, de poner firma, sino de actuar en plataformas plurales para transformar la sociedad. Un cristianismo de la mediación. Era como una clase práctica de ética y de moral, casi un anticipo de lo que luego sería, salvando las distancias, Educación para la Ciudadanía.
Un personaje clave, por su influencia, fue Imanol Zubero, sociólogo y cristiano comprometido. Fue su ideólogo. Provenía del ámbito de la Sociología y la Teología de la Universidad de Deusto. Pacifista, con un discurso de ‘no’ a la guerra y al servicio militar, dio la impronta al grupo y su importancia fue decisiva a la hora de dotar a la Coordinadora de un discurso compacto y un contenido normativo. Él fue quien vio la importancia, por ejemplo, del Pacto de Ajuria Enea.
Entre aquellos primeros nombres -y otros que llegaron después- había gente como Jesús Herrero, Pilar Aspuru, Eloisa Larrea, Javier Madrazo, Carlos García de Andoain, Yolanda Pérez, Itziar Axpuru, Javier Calle, Eskolumbe Mesperuza, Xabier Askasibar o Fabián Laespada. Una de las personas que ejerció un fuerte liderazgo fue Pedro Luis Arias, que venía de los grupos de acción católica y fue vicepresidente del Consejo Diocesano de Laicos. También destacó Jesús Sánchez Maus, sacerdote de Santurtzi, que abrió la primera cuenta de Gesto en la Caja Laboral. El primer local estuvo en el Casco Viejo de Bilbao, en la parroquia de Santiago, y contó con la autorización de monseñor Juan María Uriarte.
Pero no fue una iniciativa institucional del Gobierno de la Iglesia, sino de jóvenes cristianos laicos. De hecho, un sector de curas la apoyó desde el principio y otro mantuvo sus reservas. La Iglesia oficial no estaba. En la basílica de Begoña hubo una iniciativa de jóvenes por la paz, impulsada por monseñor Uriarte, pero acabó con incidentes provocados por radicales. Varios años después, una parte de la jerarquía se sentía más cerca o más identificada con el modelo de diálogo de Elkarri, en la que también participaban cristianos, y sectores del clero que se mostraron retraídos con Gesto, sí que se movilizaron con el foro social por el acuerdo.
Entre los fundadores, los que lo alentaron y dieron impulso hubo muchos cristianos comprometidos. Gesto por la Paz fue nutriéndose de distintas fuentes ideológicas y ensanchando su base social. Con democristianos del PNV -como Íñigo Pombo-, gente de Euskadiko Ezkerra y de sectores no nacionalistas. Gesto denunciaba la violencia de ETA, pero también la ‘guerra sucia’ y la tortura, cualquier conculcación de derechos. Incluso criticó la dispersión de los presos.
Las manifestaciones que terminaban junto a la escultura de Jorge Oteiza, junto a la Ría de Bilbao, dan pie al simbolismo y la metáfora. ‘Variante ovoide de la Desocupación de la Esfera’ se titula la colosal pieza del creador de Orio, del autor del ‘Quosque tandem’, ensayo del alma vasca. ‘Hasta cuando’, clamaban los manifestantes a ETA. Los estudiosos de Oteiza vinculan esa obra con la teoría del espacio vacío, místico, silencioso y estético de la Caja Metafísica. La gente de Gesto pretendía llenar otros vacíos, y lo hacían en silencio, desde su propia mística y con su peculiar estética. Y llegaban al alma vasca.
Tomado de EL CORREO.com
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