Pequeños Pueblos de Navarra
Al terminar la primera semana en estos pueblos pequeños de Navarra me rondan unos cuantos interrogantes o sensaciones.
Una primera brota de algunos comentarios escuchados. Pueblos depauperados a nivel de número de habitantes, habitados durante la semana por personas mayores, viven la sensación de que han sido abandonados por la iglesia, “que les manda curas con escaso tiempo dedicado a ellos y muy poco interés por ellos”. A mi, con todas las reservas, me surge un interrogante: ¿No estarán viviendo hoy aquí las pobres gentes del campo? Ojo; al hacerme esta pegunta no estoy pensando en pobreza económica.
El tránsito de una fe tradicional (“del carbonero”) a una fe (vamos a llamar) más ilustrada que sabe dar razones de su esperanza, les ha resultado y les resulta muy difícil.
Sin embargo, lo cierto es que una gran mayoría, casi me atrevería a decir, hasta de quienes no han participado, ha vivido una semana de gozo y de entusiasmo. ¡Qué bien! ha sido el comentario simple generalizado.
Si ahora pasamos a fijarnos en los números, la participación ha sido relativamente más rica (a veces, absolutamente) que en otras misiones de las vividas estos últimos años.
Creo, como conclusión de esta semana, que vale la pena seguir con el esfuerzo misionero de estos días en pueblos como estos.
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