Semana Santa en Albacete
TESTIMONIO, VOCACIÓN Y COMUNIDAD
“Este es el discípulo que da testimonio de estas cosas y que las ha escrito, y nosotros sabemos que su testimonio es verdadero. Hay además otras muchas cosas que hizo Jesús. Si se escribieran una por una, pienso que ni todo el mundo bastaría para contener los libros que se escribieran (Jn. 21,17)”.
Al finalizar la lluviosa Semana Santa de este 2024 estamos agradecidos por la gran oportunidad que nos han ofrecido de vivir la experiencia en la Comunidad que la Congregación de la Misión tiene en Albacete.
Llegábamos el miércoles santo por la tarde y salíamos a nuestros lugares de origen el lunes de pascua por la mañana. Podemos decir, que estos días han sido verdaderamente santos. Eso en el sentido que en todas las actividades y en toda la experiencia vivida en esta comunidad hemos descubierto el ejemplo de la santidad; entendiéndola como la vivencia profunda del Evangelio al estilo de San Vicente de Paúl; es decir; se es santo por que se vive como Santo y se vive como Santo por que se vive para la Misión.
Con los capellanes, los dos muchachos, fuimos, en dos ocasiones, a conocer la Misión que se desarrolla en el Hospital. Realmente no conocíamos este apostolado, conocerlo no sólo fue emocionante, fue perfecto ejemplo de lo que se nos demanda a los que confesamos ser cristianos y misioneros: No se trata de dar “sermones”. Se trata de mirar, ver y sentir, dar compañía y ser, en el enfermo testimonio de vida y de dignidad. Eso se demostraba en la alegría que los enfermos sentían al vernos entrar en sus habitaciones.
También fuimos al Centro Penitenciario “La Torrecica”. Nos llamó la atención ese carisma tan vicenciano de radical respeto a la dignidad de toda persona, a su derecho a la dignidad y la confianza en la reinserción. Los privados de libertad nos enseñaron algo importante: que Cristo el Señor se hace presente en signos tan humildes como el lavatorio de pies o el Vía Crucis. Se reflejaba a ese Cristo libertador y acompañante que prontamente pondrá su mano en aquellos que le claman.
En las actividades propias de las Parroquias de San Vicente de Paúl y de La Estrella-La Milagrosa, que fueron totalmente participadas, nos parecieron que lograron hacer presente al resucitado, pero a un resucitado absolutamente humanado, fueron para nosotros inyección de fe, renovación de nuestro bautismo y confirmación de nuestro camino vocacional. Todo ello, desde una pluralidad de culturas, de unos ideales religiosos, pero, sobre todo, desde el remar hacia la misma orilla que es Cristo el Señor Resucitado.
Lo más importante para nosotros es poder afirmar, que, al regresar a nuestra vida cotidiana, sentimos latir en nuestro interior el “Modo Vicenciano”. Desde la emoción de experimentar cómo se hace verdad, sin necesidad de palabras, una vida entregada y sencilla al servicio de los pobres en la misión. Eso se hacía palpable en el ambiente fraterno de la comunidad que nos recibió, lo cual, nos llenó de inmensa y profunda alegría.
Por todo ello, gracias. Gracias a todos los que nos hemos encontrado estos días: en el Hospital, en el Centro Penitenciario, en las Parroquias de La Estrella-La Milagrosa y san Vicente de Paúl, en las Hijas de la Caridad, en las Religiosas del Ave María y en la comunidad de Paúles. Gracias, sobre todo, sean dadas a Dios que ha querido enseñarnos esta Semana Santa este camino de vida misionero.
En definitiva, ha sido una experiencia que va confirmando el camino vocacional que estamos realizando en la Congregación de la Misión.
Raúl y Miguel
Past. Vocacional
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