Visita a Honduras
Cuando en el mes de agosto del año 2019 me despedía de nuestros hermanos hondureños, no fueron pocos los que me preguntaron si ya había bebido suficiente agua de coco, a lo que yo respondí que por supuesto. Y es que la tradición recuerda que para regresar a Honduras hay que tomar suficiente de este preciado líquido, verdadero suero natural del Trópico.
Así es como el pasado 24 de marzo, tras dejar los 5 grados de temperatura de Madrid, y las 11 horas de vuelo transoceánico, me reencontré con nuestra querida tierra y misión hondureña. Eran las 6.00 de la mañana y el termómetro en el Aeropuerto Internacional de San Pedro Sula, ya marcaba los 23 grados centígrados. Puntualmente el P. Ángel Echaide me recibió y nos pusimos rumbo, entre un frenético e intenso tráfico, hacia Puerto Cortés. En la casa ya me esperaban los PP. Wilson Sitchon y Tomás Vásquez, este último recién incorporado a la misión, como colaboración interprovincial con la hermana Provincia vicentina de América Central; de origen guatemalteco, y concretamente de la etnia quiché, uno de los pueblos mayas nativos del altiplano occidental en el Departamento de Totonicapán. Y más tarde, acercándose la hora del almuerzo, llegaron desde Cuyamel los Padres Txema Ibero, Félix Mariezkurrena y Wilmer Ramírez. También se incorporaron, tras concluir su mañana de clases en la Universidad, nuestros estudiantes admitidos Wilmer Danilo Barrera y Ever Antonio Bonilla. Felicitaciones a estos dos jóvenes misioneros por emitir durante estos días los Santos Propósitos de vivir toda la vida al servicio de la Misión. Los últimos en llegar, porque acababan de terminar sus clases en nuestro Colegio Sagrado Corazón de Jesús, fueron Jaris e Iduvani, actualmente en la etapa de Acogida. Y ya reunidos al completo, compartimos los alimentos y en distendida sobremesa, concretamos el calendario de estos 15 apretados días del Visitador en el área de Puerto Cortés y en la de Cuyamel.
La primera semana, además de tener posibilidad de dialogar serenamente con los padres y estudiantes de Puerto Cortés, donde todos muestran una gran integración fraterna e ilusión renovada por la misión compartida, también tuve posibilidad de dedicar distintos tiempos a nuestras obras sociales erradicadas en la ciudad portuaria, aunque beneficiando a las personas más vulnerables del completo territorio misionero.
La comunidad de Hijas de la Caridad, a las que felicitamos en el día 25 de marzo, por su renovada entrega total a los más pobres, residen en el Complejo Social San Vicente de Paúl, situado en el Barrio de San Martín. La Hermana Sirviente Sor Marina es la enfermera encargada del Consultorio Parroquial, además de coordinar el personal del Hogar de Ancianos, junto a Sor María de Jesús y Sor Teresa de Jesús. En dicho Hogar de Ancianos se encuentran 23 residentes entre los más abandonados de nuestro entorno. Disponen de unas instalaciones sencillas pero muy bien cuidadas y atendidas, donde el personal auxiliar y voluntarios hacen siempre gratificante y feliz la vida de los mayores. En el mismo Complejo Social, están las dos etapas del Hogar de Niños San Ramón, la hermana encargada junto al equipo educativo, es Sor María Eugenia. En la actualidad viven en las dos etapas 20 niños, aunque en proceso de incorporación inmediata hay otros 3 candidatos. También el equipo humano que acompaña esta obra educativo-social pone mucho empeño en seguir los procesos nada fáciles en la vida de estos muchachos. En la comunidad de Hermanas se encuentra estos meses haciendo un apoyo misionero, Sor Milagrosa, originaria de la Provincia del Caribe. A todos ellos nuestra gratitud fraterna.
Otro de nuestros Programas educativos, que camina hacia los 30 años de existencia, es el Centro de Integración juvenil y Enseñanzas laborales Federico Ozanam; en el Barrio de Campo Rojo, de Puerto Cortés. Las instalaciones se han ido reactualizando y acondicionando en los últimos años, por medio de distintas fases de apoyo del Cabildo de Gran Canaria, a través de nuestra ongd COVIDE-AMVE. Los 70 jóvenes matriculados en las diversas áreas de mecánica automotriz, soldadura industrial, refrigeración y electricidad, están acompañados día a día, y por el año que dura el aprendizaje, por un joven y dinámico equipo profesional que pone los mejores de sus empeños, para que estos muchachos (y un grupo menor de chicas, pero también representativo), todos ellos en situación de vulnerabilidad, puedan capacitarse y acceder pronto al mercado laboral que les saque de su precaria situación familiar.
Y junto a todo este esfuerzo por la educación y el apoyo social a los más desfavorecidos, nuestra Provincia de Zaragoza, desde nuestra Misión en Honduras, también quiere seguir apostando por los procesos educativos de jóvenes con serias dificultades económicas. Así nació, desde el principio de la Misión, el Programa de Ayudas al Estudio; 140 jóvenes de ambos territorios parroquiales que, en diversos y distantes centros educativos, la mayoría de ellos públicos, siguen estudiando gracias a apoyos económicos parciales que les permite continuar sus estudios a pesar de las penurias económicas de sus familias. Apadrinamientos y diversas actividades solidarias locales, completan este programa que, aunque desborda en sus necesidades, sigue capacitando para un futuro más prometedor.
No podemos olvidar que la Parroquia Sagrado Corazón de Jesús, de Puerto Cortés, rectora, bajo titularidad diocesana, el Centro Educativo del mismo nombre que, en sus niveles de Primaria, Secundaria y Bachiller, atiende a unas 500 familias de nuestras parroquias, confiando en nosotros la educación humana y cristiana de niños y jóvenes que quieren prepararse para servir en una sociedad competitiva y empobrecida, pero también necesitada de compromiso y solidaridad, especialmente con los más desfavorecidos.
Radio Luz Cortés, como proyecto diocesano de comunicación, desde sus estudios propios en Puerto Cortés, y cubriendo también parte de la misión en Cuyamel, quiere ser instrumento de comunión y evangelización para nuestros fieles más alejados. Recordamos que son alrededor de 130 comunidades las que nuestros misioneros atienden regularmente desde las dos Parroquias. Este gran esfuerzo evangelizador sería imposible sin los cientos de laicos comprometidos; Delegados de la Palabra, Catequistas, Ministros extraordinarios de la Comunión, Agentes de Promoción humana, Animadores de comunidades eclesiales de base y otros agentes de pastoral insertos, tanto en asociaciones vicentinas y diversos movimientos como en las demás pastorales específicas. Hacia todo este laicado más comprometido, es encomiable el esfuerzo mensual que dedican nuestros seis misioneros vicentinos, para su acompañamiento y formación permanente.
Aunque estas principales obras sociales, se ubican en el área de Puerto Cortés, no cabe duda que también son parte de la Parroquia Santiago Apóstol de Cuyamel. Así lo pude constatar en los días, también intensos, que compartí junto a los compañeros sacerdotes misioneros Txema, Félix y Wilmer. Evidentemente, la incansable y siempre exigente labor de llegar a las cercanas y muy lejanas comunidades rurales de esta parte de la misión, es lo que más se evidencia adentrándonos por la extraordinaria Cordillera del Merendón, donde cada una de las pequeñas comunidades se diseminan encontrando su lugar siempre acogedor y lleno de vida.
La coordinación con sus agentes de pastoral y el seguimiento a las comunidades desde sus consejos locales y responsables de áreas, hace que el efecto evangelizador no se detenga y llegue a todas partes. La Buena Noticia y la Caridad, que reafirmamos como esencia de nuestro ser vicentino en estos 400 Años de existencia de la Congregación de la Misión, quedan bien sembradas entre los caminos y los senderos, en las pequeñas capillas y en los humildes hogares que, en carro, en moto, a pie, o en bestia, recorren nuestros misioneros todo el año.
Todas estas obras, acciones y pastorales están perfectamente coordinadas desde Puerto Cortés y Cuyamel. He tenido la feliz oportunidad de reencontrarme con ellas de nuevo y ser testigo de que la Misión no se detiene; se crea y recrea constantemente. Un agradecimiento especial a la Administradora general de nuestro Fondo de acción social y evangelización, Nubia Henderson, que muy profesional y vicentinamente, y a una con nuestros misioneros y entidades colaboradoras (tanto locales como extranjeras), sigue velando para que cada bien material, esté al servicio de las personas y especialmente de los más necesitados.
Ni que decir tiene que, para mí, también fue una verdadera dicha el poder compartir algunas de las eucaristías que, según calendario, estaban programadas tanto en la Parroquia de Puerto Cortés, como en la de Cuyamel; sin duda una renovación de gozo e ilusión, vibrando con el pueblo hambriento del encuentro con el Señor y con los hermanos.
Entre estas eucaristías, destaco especialmente, la del final de novenario de nuestro tan querido y recordado, en ambas parroquias y para todos nosotros; el P. Javier Irurtia. No sólo el Señor quiso que presidiera su misa funeral en Pamplona el pasado 21 de marzo, sino que también pudiera presidir, con la misma emoción y cariño, la eucaristía del 30 de marzo en la Sede parroquial de Puerto Cortés, donde en tantas ocasiones compartimos y celebramos la Vida y el ministerio que el Señor nos ha regalado. Descanse en paz un misionero íntegro y hasta el final. A él dedico todo lo narrado y lo que no hay palabras ni espacio para escribir.
Mikel Sagastagoitia, c.m.
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