Confraternización en Barbastro
Hacía tiempo que las dos comunidades de Zaragoza (Boggiero y Casablanca) teníamos pendiente una visita a Barbastro atendiendo la invitación de Dª Mª Pilar Portaspana. Pudimos, por fin, concordar la fecha para el 15 de junio y fue así como las dos comunidades al completo nos acercamos hasta la capital del Somontano para celebrar un día gozoso de confraternización y amistad. Nos esperaba en Barbastro Dª Mª Pilar, acompañada por su alegre hermano Arturo y sus dos simpáticos sobrinos Arturo y Raúl.
Nos acercamos primero al Museo de los mártires de Barbastro, extraordinariamente preparado por los Misioneros Claretianos. Se trata de un lugar muy bien dispuesto en lo que era el antiguo Seminario de los claretianos en esa ciudad y donde habitaban los 51 misioneros (sacerdotes, estudiantes y un hermano) que fueron ejecutados por su condición de católicos. Los espacios están perfectamente distribuidos y permiten acercarse con respeto y admiración a los testimonios de aquellos mártires. Una maqueta del edificio da idea de su sistema de vida. Diversos objetos como cartas, crucifijos, libros o fotografías contribuyen a situarnos ante lo que fue aquel drama. Impresiona, al final, la cripta donde están debidamente recogidos en urnas individualizadas los restos de cada uno de estos testigos de la fe en tiempos convulsos. Todos quedamos sobrecogidos y fortalecidos por este radical testimonio de tantos muchachos jóvenes que se mantuvieron fieles al Señor y afrontaron su ejecución con entereza y radical espíritu cristiano, perdonando a quienes los mataban.
Quisimos ver a continuación la catedral y nos acercamos hasta ella, pero estaba ya cerrada debido al horario, por lo que nos conformamos con dar una vuelta por las calles de la ciudad.
De nuevo todos juntos en la casa de Dª Mª Pilar, compartimos una excelente comida junto con el resto de su familia. Fue comida propia de la tierra (unas exquisitas chuletas de cordero a la brasa como plato principal) y acompañada por el afamado vino del Somontano. La sobremesa fue larga y muy animada. Habíamos llevado dos guitarras que dieron tono a los cantos populares bien interpretados y jaleados por los dieciséis comensales.
Nos costó la despedida, pues hubiéramos deseado continuar aún más; por lo que, dado el regusto de la celebración, nos emplazamos para repetir la faena después del verano. El desarrollo de la jornada dejó en todos nosotros un poso fuerte de amistad y sana convivencia que se prolongará sin duda en las dos comunidades.
Aaron E. Delgado, C.M.
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