Fiesta de San Vicente en Zaragoza-Casablanca
Con la misma alegría de siempre, pero con algo más de incertidumbre por la situación de pandemia que padecemos, celebramos el domingo, 27, la fiesta de nuestro Fundador, San Vicente de Paúl.
Fue, en general, una celebración de carácter más íntimo, ya que había que ser prudentes ante la posibilidad de contagios de coronavirus y por el respeto que debemos a las medidas de precaución que se nos recomiendan. Fue, por eso, una fiesta que vivimos con gozo en la comunidad y que nos reunió a los misioneros en comida fraterna y distendida.
Dado que San Vicente es el titular de la parroquia de Casablanca, en todas las Eucaristías del domingo se celebró su solemnidad y se hizo partícipes a los fieles de su figura y carisma. Todos lo recordaban y conocían puesto que son ya muchos los años de vida parroquial. Pero siempre gusta escuchar y revivir las historias que nos son familiares y que nos configuran.
La celebración central junto con la Familia Vicenciana y los parroquianos se vivió en la Eucaristía de las siete y media de la tarde. Presididos por el P. Visitador, estaban presentes en el altar los miembros de las dos comunidades de misioneros paúles en Zaragoza. En la nave había representación de los grupos de la Familia Vicenciana: la Visitadora, Sor Juana Mª Belzunegui, junto con tres hermanas de la Casa Provincial, miembros de las Voluntarias de la Caridad, Sociedad San Vicente de Paúl, Asociación de la Medalla Milagrosa, Misioneros Seglares Vicencianos y Juventudes. Se había pedido que hubiera únicamente presencia de cada grupo, ya que había que cumplir con los aforos permitidos. Fue, por eso, más escasa la concurrencia, pero no fue menos gozosa ni participada. Centrándose en el modelo de San Vicente, el P. Visitador nos animó a vivir este tiempo con alegría, confianza, esperanza y caridad, manteniendo a la vez la prudencia y las precauciones recomendadas por las autoridades.
Fue ciertamente una fiesta distinta, menor en cantidad, pero de profundidad espiritual y de calidad humana. A San Vicente encomendamos este Curso pastoral y a su intercesión confiamos la situación de los enfermos y la superación de esta pandemia.
Aarón Delgado Méndez, C.M.
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