Asamblea Provincial: así comenzó la historia (1971)

Muy bien se puede llamar a la Asamblea extraordinaria (13-17 abril de 1971) de la provincia de Zaragoza Asamblea pascual: celebramos la primera par­te aprovechando el regocijo de la navidades; ahora, la segunda, aca­bamos de cerrar en la tarde del sábado de Pascua. Fuimos a Zarago­za con caras de Pascua y hemos dejado Zaragoza con las mismas caras pascuales. La asamblea ha salido redonda, así como un rosco de Pascua.

Pero, por favor, antes de invitaros a la apertura permitidme una aclaración: esta crónica no es propaganda barata ni literatura fácil; me siento incapaz de hacer demagogia. Paso a paso he ido si­guiendo y anotando aquello que podía interesar a los lectores, de­jando para las actas el mar de fondo, las ideas menos periodísticas. En marcha, pues.

Celebramos la apertura a las 10 de la mañana del martes 13, Mal comienzo para estómagos supersticiosos. Preside la misa con- celebrada el Padre Corera que nos habla de la fe operante, de la puesta en marcha de nuestras creencias, de la conducta cristiana que da sentido y alegría a la letra muerta de unos estatutos.

Revisión

A las 11 comenzamos la primera sesión. Somos 35 asambleístas y abundan los jerseys de cuello redondo. Aquellos abri­gos de Navidad que daban a la Asamblea empaque de Cámara de los lores han quedado colgados de las perchas. En Zaragoza hace calor, mucho calor y hay que vestir ligero.

Dedicamos las dos horas de la mañana a repasar los estatu­tos de la primera parte de la asamblea y a comentar algunas obser­vaciones que hace el P. General. Ha gustado al consejo general la nueva fórmula de gobierno con nueve miembros del Senado que se reparten el «bacalao» de la provincia. Así la provincia va ágil, por­que hay más ojos y más corazones que la gobiernan y el provincial se libra de morir antes de tiempo de un rabioso ataque de meningi­tis. Junto a él habrá además dos consejeros químicamente puros: hombres que no gobernarán, que darán consejos desde la barrera al margen de todo lo que pasa sin deber nada a nadie. Sin embargo esta fórmula preocupaba un poco al P. Benito por aquello de que «el Visitador podía salir grilla».

Auto-Stop

Dejamos el esquema de gobierno y salimos a hacer auto-stop. Efectivamente, revisamos nuestros coches  a la luz del decreto. Tienen coche todas nuestras casas menos la casa central, Albacete y el Colegio da Baracaldo que ha pedido un utilitario. Además hay cuatro padres con coches personal. Un número del Decreto no autoriza la posesión de coches particulares. ¿Tiene el Decreto efecto retroactivo? ¿Puede el Visitador dar marcha atrás y anular los permisos dados por el Visitador anterior?

El P. Marcos nos quiere sacar de dudas con una graciosa pa­rábola: «Había —dice— dos Padres Paúles que tenían 100.000 ptas. cada uno; uno pidió permiso y desapareció en verano al calor de no sé qué cursillos en no sé qué países. El otro, más casero, se compró un coche con el debido permiso. Ahora resulta que la Asam­blea salva al hijo pródigo y oprime al casero». Hubo diálogo y con­clusiones: si hay necesidad que se tenga coche; como de coches no entendíamos mucho hablamos de necesidades objetivas y sico­lógica que también son necesidades. Menos mal que no había nin­gún representante de la casa Seat.

El Padre Corera pide a cada comunidad que estudie el caso de su coche para venderlos si no se tiene verdadera necesidad de él. Sí, hombre, sí —diría Amestoy— hay que andar, que para eso llevamos los pies calzados.

A continuación revisamos el estatuto de pobreza para subir la mensualidad a 1.500 ptas. según el segundo plan de desarrollo. Y como estamos integrados en la sociedad sugiere el P. Corera una idea nueva: que la Provincia no tenga miedo a gastar en cierta so­ciabilidad. Más claro: tenemos que invitar y tenemos que aceptar ser invitados porque así lo exige la sensibilidad actual.

Terminamos la primera sesión con el tema de nuestros segu­ros personales que tienen que ser privados y a nivel de comunidad o de grupos de comunidades próximas.

Ya está la Asamblea en rodaje. El calor aprieta y aprovecha­mos el punto muerto de las dos treinta-cuatro para la «Spanish siesta».

Seguimos por la tarde aclarando algunos puntos de econo­mía: asignación personal, gastos con y sin permiso, etc. El P. Casa­nova que es tecnócrata en estos asuntos nos dice que «la asigna­ción personal está montada en una escala móvil».

El último Decreto que revisamos en la primera sesión de la tarde es el de Régimen: elección del cargo de Visitador y del Supe­rior local. Para facilitar el nombramiento del Superior local y no marear al cartero o la telefonista, el P. Rafael Hernández dice: «Debe haber un entente común entre el Visitador y la comunidad». Estába­mos todos de acuerdo de que si no hay entente irá cada uno por donde puede con un ladrillo debajo del brazo como los de la torre de Babel.

Oración

El P. Corera sugiere que la Asamblea revise el ca­pítulo VI «Oración en común, porque encuentra mucha letra y poco espíritu. Le invitamos a que nos trace la línea que él quiere seguir. Hay diálogo animado y sincero que nos recuerda el viejo capítulo de los viernes; tal era la confesión personal de algunos asambleístas.

«Hemos escrito unas cosas muy monas pero irrealizables», decían unos.

«Casi siempre que hablamos de la oración lo hacemos con hipocresía», confesaban otros. Al oír la palabra «hipocresía» el P. Pinazo rasgó sus vestiduras y exclamó pontificalmente: ¡Qué manera de hablar! Hay que confesar sin embargo que esta palabreja es un parásito de más de una oración mental.

Efectivamente; nos preocupa el resurgimiento de la oración mental y queremos darle un clima y aire adecuado. En el fondo de nuestra vida estamos archiconvencidos de lo que dijo el P. Corera: «No tiene sentido una comunidad, no puede respirar si no se junta para orar y para celebrar la Eucaristía».

«Non-profit Corporation».—Nos encontramos en América del Norte, así, de repente. Allí tiene la Provincia de Zaragoza tres casas y dieciséis Padres que como es natural necesitan un estatuto par­ticular. «América is different», que diría un castizo de Dallas.

El P. Lluch presenta el anteproyecto. La Asamblea no ve claro el funcionamiento de la «Corporation, sus aspectos, su alcance. Los Padres Lluch, Valcárcel y Corera nos lo explican y quedamos satis­fechos: la «Corporation» es el organismo competente en el que se mueven las tres casas norteamericanas.

Hay diálogo animado. Al P. Lucea le suena la palabra Corpo­ration a operación de bolsa; alguno escucha mientras intenta pintar un piel roja. Hacen el paseíllo los cien dólares mensuales per capita y algunos se asustan. Dos mentalidades, la yanki y la latina hacen la sokatira: en medio los cien dólares por mes y cabeza.

El P. Pinazo nos quiere demostrar que en América todo es grande hasta las distancias y suelta esta frase que para sí quisiera Jéffeerson: «Desde los Angeles a Nueva York se tarda casi seis ho­ras como de España a Vigo». Estalla la carcajada y corrige la equi­vocación: «Perdón, quería decir como desde Nueva York a Vigo».

Cae la tarde del primer día y sigue el calor. La visita al San­tísimo y la cena son los dos últimos actos programados. Luego la tele, el mus, la sala de redacción con los «luxta Modum» a cuestas y el paseo bajo el cielo aragonés lleno de estrellas.

Miércoles, 14

Preside la Misa concelebrada el P. Aranguren que habla de la esperanza. El hombre actual, nosotros, —dice— lleva las alforjas mal abastecidas y duda como los discípulos de Emaús. El hombre actual, nosotros, es mendigo de esperanza. ¿Quién no ha representado en su vida el papo! de «condenado por desesperan­zado?».

Sigue el P. Lluch con el estatuto para nuestras casas ameri­canas. «La «Corporation tiene que responder con un fondo de ocho a diez mil dólares por cada Padre que entre y trabaje en Estados Unidos. Si no, no queda otra opción que volver a España con un inmenso complejo de pobre o tirarse así por las buenas a las revol­tosas cataratas del Niágara.

Discutimos los cien dólares de asignación mensual y acepta. mos esta fórmula dejando a un lado la de California. Se abre el debate:

El P. Corera dice que el número 100 es muy bonito, suena muy bien; pero ¿hay algún estudio económico como el que se ha hecho para las casas de España?

Parece que no. Se apela a la vida de los sacerdotes diocesa­nos, pero es una fórmula vaga, pues hay sacerdotes —continúa di­ciendo— que viven pobremente con 60 dólares mensuales, sin coche y pocas mudas, y los hay que tienen dos coches, juegan al golf dos veces por semana y asisten diariamente a las carreras de caballos.

E. P. Lucea que siempre dice algo positivo añade que la asig­nación no es realista y baja al detalle de la estadística: «Ustedes —dice— tienen asignados sesenta dólares-año para pantalones. Con esos sesenta dólares pueden comprar ocho pares de pantalones y yo creo que son muchos pares de pantalones».

Añade el P. Pinazo: «Este abrigo que es corriente me ha cos• tado allí 6.600 ptas. Los zapatos 1.200 ptas., una comida normal 700 ptas.».

El P. Valcárcel: «Ustedes han subido la mensualidad seis ve­ces más que nosotros; teníamos 900 dólares al año y pedimos 300 más».

Interviene otra vez el P. Corera diciendo que la cifra está bien, tirando hacia abajo.

Minutos antes de terminar la sesión ocurre en la sala un he­cho curioso: el despertador que tenía en su mesa el P. Hernández dio la alarma con el consiguiente susto de su dueño. Hubo risas. Como estábamos hablando de Norteamérica sonó el timbrazo a una posible alarma del Pentágono, pero reaccionamos enseguida.

Pequeña antología

Volvimos en la segunda sesión de la ma­ñana a los «American affairs». El último asunto a tratar fueros las vacaciones. Sobre ellas mi lapicero apuntó unas bonitas frases:

  • «No hemos de ir a un igualitarismo en las vacaciones. Tiene que haber algo que especifique y diversifique». (Casanova).
  • «Los Obispos quieren que los Sacerdotes tengan tiempo de relajación material». (Pinazo).
  • «Si el Padre tiene tres accidentes mortales y sale regular, di­choso sea Dios que ha salido de ellos». (Benito).
  • «Para nosotros venir a España es como el que se va a casar: nos llena de ilusión». (Pinazo).

(Ya se entiende que el que quebrante este estatuto irá a la cámara de gas).

Hermanos Coadjutores – Laicos Consagrados

El P. Mendoza lee el estatuto.

Al P. Lucea le hacen gracia los cultismos y dice que poco aporta el cultismo «laico» si no es su mejor sonido. «Laico» en lugar de lego, como «especulo» en lugar de espejo tienen la ventaja de las cubiertas nuevas: que se rueda mejor con ellas hasta qué se gastan.

La Asamblea es generosa y aprueba número a número lo le­gislado sobre los laicos; también hay discusión. La Asamblea ha trazado unas líneas positivas y profundas para el coadjutor del fu­turo. Es excelente la nueva imagen del Hermano: hombre de fe, que lee libros gordos, sabe hacer oración y viste traje hecho a medida.

Pasaporte a América

El P. Lucea lee el estatuto de Misio­nes Extranjeras que es breve pero abarca todas las aspiraciones que la Provincia puede apetecer. Al discutirlo y aprobarlo salimos todos convencidos de que América «está a la vuelta de la esquina».

Así es. La Asamblea no quiere multiplicar las casas como las estaciones de la Renfe. Analiza la «conciencia de la superfluidad clerical» en nuestras regiones y desea canalizar las actividades de nuestra provincia preferentemente hacia Hispanoamérica. La actitud pro-américa se puede resumir en dos ideas que brotaron del pleno:

  • América queda abierta a todos.
  • Que los destinos a América sean normales como a cual­quier casa de la Provincia.

Si la Reina de Castilla hubiera estado en esta sesión nos ha­bría nombrado «adelantados». Casi, casi nuestra preocupación se pa­recía a la de la Reina cuando dijo: Yo tomaré la empresa a cargo de mi corona de Castilla y, cuando no alcanzare, acudiré a los gas­tos empeñando mis alhajas».

Termina la sesión con una grata noticia: Lezaún, nuestro com­pañero herido por la enfermedad, está trabajando a escala nacional en la operación —sello misionero—. La empresa pronto tendrá carác­ter internacional. Aprovecho esta ventana para animaros a guardar los sellos y enviarlos a nuestra casa de Pamplona.

Diaconisas

La segunda sesión de la tarde comienza con el estatuto de las Parroquias leído por el P. Murillo. Nuestra labor pas­toral misionera ha de ser sobre todo parroquial y en zonas pobres. La nueva parroquia, su trazado, su orientación nos convence a todos. Se acabaron las Iglesias monumento, hoy nos molesta la «agorafo­bia» como a los griegos.

He aquí un pequeño diálogo sobre el tema:

Padre Corera: «Tenemos que poner aquí unas líneas de de­claración sobre la colaboración de las Hijas de la Caridad en nues­tras parroquias».
P. Rafael: «Me parece excelente, pero no debemos orillar la colaboración de otras religiosas; en mi parroquia hay otras religio­sas y nos entendemos muy bien».
P. Corera: «Además hay que salvar en nuestras parroquias el espíritu de equipo, pues se tiende a hacer capillas independientes en la labor de conjunto».
P. Casanova: «Y cuando un Padre vaya a ser removido que no se recabe el consenso parroquial».
P. Pinazo: «Se habla de los consejos parroquiales. Les tengo que decir que están creando grandes dificultades pues «achuchan» a los párrocos».
P. Pascual: «Creo que en nuestras parroquias debemos man­tener y fomentar los consejos parroquiales».
P. Casanova: «¿Debemos seguir una política de edificios templarios?
P. Ciordia: «De templo, como tal, nada».
P. Marcos: «Suprimir toda idea de templo parece una equivo­cación».
P. Ciordia: «Lo que digo es que no se creen espacios muer­tos, sí, dependencias funcionales. Sería faltar a la pobreza».
P. Corera: «Tenemos que nombrar una comisión artística que controle y evite los disparates arquitectónicos».

El diálogo se prolonga hasta las ocho de la tarde. Salimos convencidos de que parece ridículo tener una iglesia vacía toda la semana. Está bien que el Santísimo tenga su sitio reservado, su ambiente propicio para la oración, pero que al mismo tiempo haya dependencias funcionales para catequesis, juntas, etc.

Terminamos la jornada con la oración de la tarde, hecha de pie y a dos coros: «Te damos gracias, Señor, porque nos has dado la fe; porque a tu luz todo es hermoso…».

A las nueve nos desintosicamos un poco viendo en la tele el partido entre el Atlético de Madrid y el Ajax. Los de la Reina Juliana no tenían nada de cojos, pero perdieron como era nuestro deseo.

Jueves, 15

Presidela Misa concelebrada el P. Benito que nos habla del dolor y su valor redentor. Nombramos en nuestras pe­ticiones al P.Amador Sáez que iba a ser operado de columna. A pe­sar de la gravedad la operación resultó excelente.

Seguimos discutiendo la ponencia de Parroquias, su configura­ción territorial, la acción caritativa, etc. El P. Pinazo quiere que le traduzcan al inglés las expresiones «comunidades cristianas», «cele­brar la Eucaristía en grupos».

El P. Pascual le catequiza: «formar comunidades cristianas es formar grupos cristianos partiendo de un catecumenado de adul­tos que se instruyan, vivan su cristianismo y den testimonio».

Política de buena vecindad

El P. Corera llama a las parro­quias españolas «pequeños reinos de Taifas». Cada parroquia es un dolor de muelas; sería muy conveniente —dice— hacer una legisla­ción sobre lo que nosotros podemos ofrecer a los Obispos».

No cabe duda que las iglesias de culto son islotes en la actual teología pastoral. Es problemática nuestra acción pastoral dentro de las parroquias; a veces nos convertimos en un quiste molesto para los párrocos.

P. Larera: «En Sevilla los párrocos nos llamaban para «hacer de capa»; para lo demás no existíamos».

P. Pascual: «Las iglesias de culto no son un desideratum, no las podemos aceptar porque están pasadas de moda. Les pasa lo que a la paella: en la paellera huele bien y sabe mejor, te la sirves y pierde muchísimo».

Hermandad sí – Hermandad no

Dedicamosla segunda se­sión de la mañana a la Pastoral Misionera leída por el P. Rafael Her­nández. El esquema tiene un aspecto demasiado catequético, pero está guarnecido de interesantes ideas. Como hablar de Misiones es poner el dedo en nuestra propia llaga hay muchas intervenciones y todas aportan claridad. Aquí tenéis varios chispazos:

P. Ciordia: «El campesino es hoy el más sano, el sujeto me­nos necesitado de misión».
P. Casanova: «Campesinos, pobres, obreros: es una ordena­ción conceptual confusa. El campesino es hoy el menos necesitado de misión».
P. Corera: «Tenemos que cambiar la geografía de la misión. Merecería le pena hacer una declaración de que elegimos para el futuro el MUNDO OBRERO, tener un exclusivo fin de trabajo: evan­gelizar obreros. Si nos equivocamos, nos equivocamos. Tenemos una dispersión de obras, de ahí la atonía en que vivimos».

Al P. Ciordia le gusta el número 6 porque «supera el docetis­mo y angelismo y lleva a la praxis». Traducido esto al romance signi­fica: que primero hay que dar pan al hambriento y luego se le puede hablar de Dios. No es bueno predicar sin promover, como lo hacía San Vicente.

¿Qué hacemos con la Hermandad Misionera?

P. Mendoza: «La Hermandad Misionera es una «entelequia», no existe, ha muerto».
P. Rafael: «La hemos matado todos nosotros; pero no está muerta, existe. Hay sacerdotes que están esperando nuestra llamada».

Otra pregunta que se suscita es: ¿Somos misioneros o no?

El P. Corera como presidente habla en nombre de todos y dice que debemos mantener la conciencia de misioneros si aprove­chamos todas las maneras que hay de evangelización.

La Asamblea pone pegas a un numerito corto pero con mucha miga: la gratuidad de las misiones. No se puede mantener el equipo misionero sin un fondo económico. Decía Lope del dinero que «en el mundo si no es lo principal es lo segundo». Y tenía toda la razón. Es bonito coger un campo de apostolado pobre y financiarlo entre toda la provincia, pero ahora la provincia no puede respaldar las misiones gratuitas. Además San Vicente cobraba las misiones.

El P. Lucea dice que aceptar lo que generosamente nos den es dignificar a la gente sencilla.

El P. Marcos añade que si vamos de balde hasta pueden pen­sar mal.

El P. Corera parte del principio de que no pediremos, que ha­brá un fondo para poder actuar.

El P. Pinazo se queja de la falta de preparación para una labor tan entrañable y dice: «Yo puedo enseñar teología, pero cuando doy misiones hago y predico lo que Dios me inspira». Uno que está junto a mí dice: Nada, que Dios está con los norteamericanos.

Tarde

Sigue apretando el calor y sopla bochorno que viene de los Monegros. A pesar de todo adelantamos el horario a las tres treinta porque aún queda mucho tajo.

O renovarse o morir

El P. Villarroya es el ponente del esta­tuto de las Apostólicas. Es, sin duda, uno de los temas que necesi­tan urgente renovación, aires nuevos.

El P. Villarroya comienza lacónicamente, como el profeta Amós: “O cambiamos o estamos perdiendo el tiempo».

El P. Corera añade que nuestras Apostólicas tienen que fun­cionar a base no de niños de enseñanza general básica sino de ba­chillerato superior. La fría estadística suele ser gran consejera. En esta ocasión nos dice que hay cuarenta Paúles dedicados a la ense­ñanza y que sólo llegan al Sacerdocio un 7% de los chicos que estu­dian en nuestras apostólicas. ¿Soluciones? ¿Caminos?

El P. Corera distingue dos caras en el problema: una cosa es el problema vocacional y otra el problema de las apostólicas. «El problema de vocaciones —añade– es problema de ejemplo nuestro; Dios da la vocación a cualquier edad. Desde luego que la nueva ley de enseñanza básica ha echado un cerrojo a la apostólica tradicional».

El Padre Ciordia que es poeta metafísico se pregunta por qué no hemos de aceptar la conciencia de provisionalidad tanto del sa­cerdocio como de la Congregación. La penuria de vocaciones tiene que responder a algo metafísico. Esta idea nos hace pensar…

El Padre Alfonso no quiere llegar tarde al tren y dice que para formar buenos cristianos es necesario coger a los chicos a tiempo y nada mejor que la apostólica tradicional. Podemos llegar tarde cuan­do ya han muerto los «gérmenes» de la vocación.

Abre la última sesión de la tarde el Padre Aranguren con un informe sobre el nuevo rumbo que se piensa dar a la Apostólica de Murguía y los pasos que se están dando para ello

Toca ocupar la tribuna el Padre Benito que lee el Estatuto so­bre los Colegios. Hay bastante debate que se balancea desde una postura dura —el Padre Casanova no ve la razón de hacer un estu­dio para un colegio sólo—, hasta ahora optimista— los Padres Efrén y Pascual abogan por el apostolado de la enseñanza pues la juventud vive desatendida.

El Padre Coreara siente algún que otro retorcijón sintáctico y dice que la lectura de algunos textos es un tanto «sibilina». Pienso que para la próxima asamblea habrá que citar a la gramática estructural más que al catecismo holandés.

Terminamos la sesión con la oración de la tarde:

«A Dios den gracia los pueblos, alaben los pueblos a Dios».

 

Viernes, 16

Preside la Misa el Padre Larrea que nos habla de la confianza en Dios. Junto a El —dice— se pesca mejor; se admira de cómo habla la juventud y le pide que dé trigo. Nos invita a vivir el espíritu de San Vicente para comprender mejor el evangelio.

Invitadas de honor

Al pleno de la mañana acuden treinta y cuatro Hermanas invitadas. El P. Faustino expone el Estatuto sobre la Dirección espiritual de las Hijas de la Caridad. La sala tiene am­biente y hay expectación. El diálogo dura toda la mañana porque hay muchas cosas que aclarar.

Se le ponen algunas pegas al trabajo, V. G. que está demasia­do detallado, que falta algo importante, que está desenfocado, que es un tanto paternalista. La Comisión ha trabajado bien pero es que no puede hacer otra cosa.

El P. Corera pide que se cree una comisión de Padres y Her­manas para que trabajen en la planificación de los ejercicios, reti­ros, etc., como ya lo ha hecho la provincia occidental de Estados Unidos.

El P. Ciordia es antipaternalista y anima a las Hermanas a vivir con inseguridad teológica. Pide a los Padres formación sicológica.

El P. Pascual que nos ha traído de Alemania un flamante doc­torado no está con la espiritualidad «conventual». Dios —dice— no se da si no lo seguimos dando a los demás. Las Hijas de la Caridad son lo primero en la iglesia; las tenemos que integrar en el apostola­do, no hay que ocultarles temas que hablamos al pueblo de Dios.

Y llegamos al plato fuerte de los ejercicios espirituales. La pequeña campanilla que maneja magistralmente el P. Villarroya con­trola el animadísimo diálogo.

Primero hablamos los Padres para romper lanzas y luego las Her­manas. Ellas no se arriesgan mucho y sólo cinco o seis saltan al ruedo. Una Asamblea es una cosa muy seria, qué caramba, y cual­quiera coge el trapo ante tanto «miura».

El P. Lucea es el primer espada y reta valiente: «Parece que los ejercicios se han convertido en unos días de formación, de inser­ción en la vida ¿Que hay que quitarlos? Pues seamos valientes».

P. Suescun: «Por una parte quieren las Hermanas los ejerci­cios y por otra, no. Hemos hecho un pastiche.».

P. Corera: «No podemos someternos sin más a lo que dice la Asamblea de las Hermanas. Hay que ir hacia una renovación de los ejercicios. Tenemos que forzar la situación actual. Es un tema que tenemos que estudiar las dos congregaciones, nos urge formar un equipo para que podamos actuar a corta distancia.

¿Ejercicios de tontas? ¿Ejercicios de listas?

¿Ejercicios de jóvenes? ¿Ejercicios de viejas? Bueno; a mí se me ocurre otra división: Ejercicios de morenas y ejercicios de rubias.

Habla una Hermana: «Dividir es bueno por un lado, pero tiene la pega de que no nos conoceríamos nunca».

«Por otra parte —añade el P. Corera— tal como están las cosas es peligroso que cada uno haga experiencias por su cuenta y riesgo. Es mejor que un grupo organice experiencias».

Y de la duración de los ejercicios ¿qué? Parece que ahora hay menos cuerda para aguantar ocho días y se intenta cambiar su fisonomía sobre todo en los últimos días. Hay infinidad de fórmulas: reducción a seis días —cuatro días de ejercicios intensos y dos de convivencias— tres días de reflexión personal y dos de revisión de apostolado. La Asamblea se pierde entre tanto camino y opta por lo más breve y seguro: la formación de un equipo que reelabore el material y madure los puntos más importantes.

Pasamos a otro «stand» como en una feria de muestras: los retiros. El P. Corera tranquiliza a los escrupulosos al afirmar que nadie tiene obligación de dar retiros mensuales, aunque es conve­niente que se atienda a las peticiones.

Otro punto que anima el diálogo son las confesiones ordina­rias. En adelante tenemos que pagar el tranvía a las Hermanas para que vayan a confesarse a la parroquia. No debemos ser confesores ordinarios. Por otra parte las hemos de educar en la libertad para que celebren la penitencia cuando más lo apetezcan y con quien lo deseen. Nada de embudos para meterles el Sacramento de arriba a abajo, por imposición, como si fueran botellas de tomate.

El P. Pascual que habla el alemán un poco peor que Rilke dice que «exigir a las Hermanas la confesión frecuente puede ser una diarrea espiritual».

Alguien nos contó de un capellán que solía decir: ¿Qué ha­céis con las monjas? El otro día le pregunté a una Hermana si tenía pecados y me respondió que sí, pero que los guardaba para cuando llegara el Padre».

Avanza la segunda sesión de la mañana y no decaen las ga­nas de hablar. El grupo de Hermanas que asisten habla poco, más bien escucha. Dedicamos los últimos minutos a los Directores espi­rituales, a los que también se les pone tarea, pues tienen que estu­diar unos tomos gordos de antropología y de sicología femenina. Tienen que estar bien preparados para ser más eficaces. Recorde­mos que Santa Teresa prefería los «doctos».

Juramos palabra de honor ante las Hermanas de que el equipo elegido completará su formación.

La mañana se nos ha hecho muy corta porque ha habido entusiasmo. Cuando las Hermanas se retiran dice espontáneamente el Padre Pinazo: «Pero qué pequeñas son las monjas». Claro, compara­das con los rascacielos de Manhatan…

En el almuerzo apetece la sidra achampanada porque hemos hablado mucho y se reseca la boca.

Como no hay tiempo que perder comenzamos la sesión de la tarde a las tres treinta. No asisten las Hermanas.

Un alto en el camino

Presenta el Padre Corera su trabajo sobre la Oración mental. La asamblea busca caminos nuevos, odres nuevos para la oración mental más necesaria cada día. Consuela ver a los compañeros sentir inquietud, ganas de orar. Y es que «un cuarto de hora de oración vale el cielo», como decía Santa Teresa.

El esquema presentado por el Padre Corera agrada en líneas generales a todos, porque exige, tiene más espíritu, no legisla. Está en la línea de las reglas de Taizé.

El Padre Ciordia lo encuentra más exigente que el anterior y menos »judaizante».

El Padre Suescun lo compara con unas muletas, que ayudan a andar pero no quitan el dolor de las piernas. Está bien pero hace falta que los practiquemos.

El Padre Marcos no ve la necesidad de este nuevo documento, aunque sea mejor que el aprobado en Navidad. «Quitamos —dice— un Kirie y ponemos un pater noster».

El Padre Lucea pide más exigencia, más rigor en la formulación sobre la oración diaria, hasta que cojamos fuerza. «Así he he­cho yo antes, de la operación —añade—; he estado una temporada tomando pan con tila y sin azúcar hasta que el cuerpo ha cogido fuerza».

El Padre Corera hace autocrítica: «Este documento trata de aumentar la responsabilidad personal. No disminuye la oración, al contrario, aumenta la posibilidad de orar en común. Es cierto que el número 6 —la revisión de vida— es fuerte, difícil, pero necesario. Si somos capaces de VIVIR, REZAR, Y TRABAJAR juntos somos Co­munidad».

Pienso que el Padre Corera ha meditado mucho en los He­chos de los Apóstoles.

Por fin el calor nos regala una sonada tormenta. Huele a tierra mojada.

Juventud, esperanza

El Padre Artaso que viste de negro lee y explica el Estatuto: Apostolado de la juventud. A esta sesión asisten por invitación rigurosa dos señoritas y algunas Hermanas que dirigen los movimientos juveniles.

El Padre Artaso nos anima a trabajar con la juventud. Su ex­periencia es un buen argumento y su campechanía la mejor presen­tación. El Padre Artaso tiene «gancho». Que lo digan si no, los nume­rosos grupos de María del Pilar que trabajan con él.

Revisamos implacablemente nuestro apostolado entre la ju­ventud: nos llamamos francotiradores, yo diría guerreros de guerrillas.

El Padre Efrén dice que hemos pecado de «clericalismo e infantilismo» con las Asociaciones.

El Padre Villarroya critica el sistema rebaño que se ha usa­do. «Si yo empiezo con cinco bomberos —dice— ahora tendría en la asociación cinco mil bomberos». Y a mí se me ocurre repasar la regla de tres: si siete bomberos tienen una escalera, cinco mil bom­beros tendrán setecientas catorce y un trozo. Merece la pena, desde luego, ser capellán de semejante parque. En la discusión se ven dos ideas clave:

a) No habrá equipo de Padres dedicados a la Juventud; que las Hermanas pidan a los Padres que deseen.

b)Los Padres serán sólo «animadores de la fe», no organi­zadores. Conviene, sí, que asesoren a las Hermanas.

Terminamos a las ocho y tanto las Hermanas como las chicas se van un poco desilusionadas. Quizás la sesión fue demasiado dura para ellas, por lo que se demuestra que los hombres andamos en otra longitud de onda.

A las ocho y tres minutos leyó el Padre Villarroya el «modico» que faltaba al Estatuto de las apostólicas: el seguro escolar. Se hizo popular el «módico» y se le nombró hijo adoptivo de la Asamblea.

Puntual como siempre el Padre Mendoza nos repartió las ho­jas policopiadas de las vísperas que rezamos en comunidad Padres y Hermanas. Terminamos la jornada con una breve meditación ante el Santísimo Sacramento.

Sábado, 17

El Padre Pinazo preside la concelebración, Nos habla en la homilía de los medios «sospechosos» de que Dios se vale para comunicar su mensaje a los hombres: María Magdalena, el buen ladrón, la burra de Balaam. San Vicente era aragonés prác­tico y puso a los Padres para predicar y a las Hermanas para comple­tar el evangelio con obras de Caridad.

La invocación a Santa María del trabajo abre la sesión. Em­pleamos dos horas en la lectura de los «modos» que esperaban tur­no para su incorporación definitiva. En el descanso me acerco a la sala de redacción y las máquinas trabajan a tope. Es el día de las máquinas de escribir y de la policopia. Sor Elena, Sor Josefa María, y Sor María del Pilar no se apartan de la sala dando avío a los tra­bajos que les presentamos. Cuántas cosas se pueden hacer en cinco días cuando hay orden, humor e ilusión.

Principio de paternidad obligatoria

El Padre Azpilicueta que acaba de llegar de Madrid lee el Estatuto: Pastoral de Vocaciones. Hay principios valientes acogidos por todos con unanimidad y que abren nuevas perspectivas. Después de la lectura brota el esperado diálogo como los hongos después de la lluvia.

El Padre Rafael «Misioneros de los pobres» dice que el ser­vicio a los pobres tiene «un señuelo magnífico». «La juventud so entusiasma cuando nos ve dedicados a los pobres».

El Padre Casanova añade que no sólo el reclutante tiene que presentar ante la juventud la imagen del Paúl sino cada Padre en su medio de apostolado. «Hay un principio de paternidad obligatoria —añade— porque todos tenemos que fomentar vocaciones». Sí; las tierras yermas ya no son buenas ni para los camaleones.

Y si nos abandonan los aspirantes porque quieren irse, a po­ner buena cara y a no hacer «fú» como dice el Padre Pinazo. Nues­tros «ex» pueden ser grandes colaboradores.

Mediodía

De verdad que se nos ha hecho la mañana corta. En la comida del mediodía la «American Corporation» nos obsequia con Champán y puros. Es la comida de despedida.

Dedicamos la sesión intensiva de la tarde a la lectura de los documentos definitivos:

  • Estatuto para los que viven en Estados Unidos.
  • Misiones: apostolado en el extranjero.
  • Pastoral de Misiones.
  • Parroquias e iglesias de culto.
  • Estatuto sobre los laicos consagrados.
  • Apostolado de la juventud.
  • Sobre la oración comunitaria.
  • Apostólicas.
  • Colegios.
  • Hijas de La Caridad.

Nombramos a los Padres Lucea, Ciordia y Suescun para que en comisión revisen los textos aprobados. Hablamos luego de que el montón de números aprobados en la Asamblea no son imprescin­dibles como el Código de Hammurabi; consultada la Provincia puede el senado corregir o suspender algún numerito aprobado en la cá­mara legislativa.

Terminamos a las siete y en la capilla celebramos la clausura. Depositamos a los pies de la Virgo Potens el ramillete de hojas de trabajo, verde ilusión y de savia nueva. Cantamos el magníficat y meditamos unos minutos ante el Santísimo Expuesto.

Moraleja

Antes de despedirme de los que me habéis acompañado hasta la última vuelta del camino, permitidme que os deje la moraleja:

  1. Como en la primera sesión ha reinado una gran cordialidad.
  2. Las comisiones en general han presentado excelentes trabajos.
  3. Los Celtas han perdido la batalla del Ebro; se ha fumado mucho menos.
  4. La asamblea ha transcurrido formal con escasas anécdotas.
  5. La provincia ha puesto rumbo lleno de esperanzas.
  6. Estos Estatutos nos han puesto en el compromiso de sacarlos de la carpeta y darles vida cada día.

Himno de acción de gracias

Desde Anales y en nombre de mis compañeros doy las gra­cias a la Comunidad de la residencia de María Reina que nos ha atendido de maravilla; asimismo a la Visitadora, a las Hermanas de Zaragoza y a todos los que nos han ayudado con su espléndida cola­boración.

Consejo del día 12 de abril. Zaragoza

La víspera de la segunda sesión de la asamblea provincial y aprovechando la estancia de todos los consejeros en Zaragoza, nos reunimos para consejo mensual.

Informó el Padre Ortiz sobre los problemas del pabellón del frontón y clases de Pamplona. El tejado amenaza ruina pues fallan !as vigas. Nos presentó un plano para una posible ampliación apro­vechando las obras urgentes. Desean elevar otros dos pisos con lo cual las clases darían cabida a unos 450 alumnos- La dificultad ma­yor estriba en la nueva ley de educación. Como los mismos padres de Pamplona no están aún acordes en todo, quedamos en esperar antes de decidirnos a una obra de envergadura. Nos informó, tam­bién, del trabajo del Padre Carbón en la promoción de vocaciones. Tiene ya en lista unos 90 nuevos aspirantes.

A continuación entró el Padre Marcos Mauleón. Los de Deusto tienen oportunidad de comprar un solar en Archanda, cerca del funi­cular. Son unos 4.500 m2. Según el bien colocado, «oro molido». Que­ría una solución aquella misma tarde. Así había quedado con el dueño. El ecónomo provincial ya lo había visto. Quedamos en que el 19 marcharan el Padre Benito acompañando al ecónomo provincial y el Padre Marcos para estudiar la operación y decidieran comprarlo o no. Siguen los tratos que lleva el Padre Mauleón.

Reunión de ecónomos provinciales

Nos informó el Padre Sánchez de la reunión de Madrid. Deter­minaron formar los tres el consejo de administración de los bienes comunes y distribuir todas las entradas de estos bienes en cuatro partes iguales, una de las cuales se destina pagar las deudas here­dadas de la antigua provincia de Madrid.

Se calculará el valor de las existencias de la Editorial. Con un millón pagará el alquiler del local y se harán tres lotes con lo restante, uno para cada provincia.

Informe del Padre Corera

Ha pasado visita canónica a las cuatro casas de Canarias. Volvió complacido.

En Las Palmas el cargo de superior se separa del de director técnico. Están trabajando para ordenar la economía de la casa. Hace unos años hicieron un contrato con una inmobiliaria a la que cedie­ron gran parte de la finca a cambio de que nos levantarán un cole­gio. Confían en que las obras comiencen pronto.

La comunidad de las parroquias marcha a satisfacción de todos. Habrá que reforzar un poco el personal.

En la Orotava nos ofrece el Sr. Obispo dos parroquias. Se aceptarán y así podrán simultanear la labor de enseñanza con la pastoral parroquial. Desean deshacerse de la actual casa y comprar otra más pequeña y acomodada mejor.

También en La Laguna nos ofrece otras dos parroquias, al parecer a la entrada subiendo de la Orotava. Será un complemento utilísimo a los estudios universitarios de los padres que acuden a la universidad.

Noticias

El tres de abril se ordenaron sacerdotes en nuestra iglesia de Pamplona los Padres Aguinaco, Ródenas y Catalán. Según dicen, salió muy bien. Asistieron muchos familiares de los ordenados. Enhorabuena.

El 15 de abril, en el Hospital Central de Sevilla operaron al Padre Amador Sáez de las vértebras cervicales. Los asambleístas seguimos al día las incidencias de la enfermedad. Salió bien pero la recuperación será larga. Aún le esperan muchos años de trabajo en favor de los pobres.

Desiderio Aranguren
Anales españoles, 1971

Mitxel Olabuénaga, C.M.

Sacerdote Paúl y Doctor en Historia. Durante muchos años compagina su tarea docente en el Colegio y Escuelas de Tiempo Libre (es Director de Tiempo Libre) con la práctica en campamentos, senderismo, etc… Especialista en Historia de la Congregación de la Misión en España (PP. Paúles) y en Historia de Barakaldo. En ambas cuestiones tiene abundantes publicaciones. Actualmente es profesor de Historia en el Colegio San Vicente de Paúl de Barakaldo.

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