Clausura Seminario Interno
El 7 diciembre fue un día muy especial para todos los seminaristas, para el director del Seminario y para las Provincias. A las 11:00 de la mañana se inició la Eucaristía, clausurando los primeros 11 meses de formación.
Nos acompañaron padres de las provincias de Zaragoza España, san Vicente de Paúl España y de la provincia de México. También estuvieron presentes algunas Hijas de la Caridad y otras personas de la Parroquia san Vicente de Paúl de Bethania.
Hemos completado los 11 primeros meses de formación en el Seminario Interno San Juan Gabriel Perboyre, en Guatemala. Todavía nos queda un mes para completar el año de Seminario. Este lo completaremos en la provincia a la que cada seminarista pertenece.
Estos días, semanas y meses de formación los hemos aprovechado al máximo. Hemos leído, estudiado y conocido la vida y obras de nuestro fundador: san Vicente de Paúl. También estuvimos realizando el apostolado en las filiales (comunidades), visitando enfermos y llevándole la sagrada Comunión, colaboramos en el Hogar de ancianos de la madre Teresa de Calcuta, que está cerca de la parroquia san Vicente de Paúl de Bethania.
El tiempo de Seminario es muy bueno para estar en constante oración, meditación y reflexión sobre la vocación a la que hemos sido llamados. Es un tiempo de gracia para aprender a vivir en comunidad fraterna para la misión.
Me permito resumir lo que ha sido para mí el Seminario Interno:
El Seminario Interno ha sido un tiempo en el que he adquirido muchos aprendizajes sobre vicencianismo y apostolado entre los pobres. Estos aprendizajes los he ido adquiriendo a través de la lectura diaria de bibliografía vicentina, talleres y formación permanente.
Leí la Biografía I de José María Román, por medio de esta fue que conocí más profundamente la vida de san Vicente de Paúl. Es una excelente Biografía, está bien explícita y entendible. En el Seminario fue que agarré el hábito de leer, leer y volver a leer, cosa que antes no lo hacía muy a menudo.
En trabajo entre los pobres ha sido muy difícil y a la vez muy bueno para reafirmar el sí y seguir discerniendo la vocación misionera, de seguir a Cristo el evangelizador de los pobres. En el contacto directo que tuve con estas personas ancianas y enfermos, me di cuenta de que sí es ésta a la vocación que quiero dedicar mi vida y mi tiempo.
Hubo bastantes experiencias en el Seminario y en el apostolado. De estas experiencias he aprendido a ver que los pobres me necesitan, necesitan de nosotros los misioneros vicentinos, personas que se apiaden del sufrimiento ajeno. Los misioneros estamos llamados a atenderles de cuerpo y alma, corporal y espiritualmente. No nos casemos nunca de hacer el bien.
El 8/12/24 regresamos a nuestros países y provincias, algunos van unos días de misión a las comunidades y los demás a casa, a ver a nuestras familias.
Wilmer D. Barrera, C.M.
Seminario Interno Interprov.











San Vicente de Paúl (de ahí el nombre de “misioneros paúles”), a pesar de las comprensibles limitaciones propias del tiempo en el que le tocó vivir (siglo XVII), tuvo un gran aprecio por la comunicación: llegó a escribir más de treinta mil cartas (alguna llegó a su destinatario varios meses después de su muerte). 


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