Concierto del Orfeón Pamplonés en los Paúles
CONCIERTO ORFEON PAMPLONÉS EN LOS PAÚLES
Pamplona-Iruña, 26 de octubre 2018
1.- Si los bancos tuvieran manos.
Como sabíamos que el día 25 iba a ensayar el Orfeón Pamplonés el concierto del día siguiente en los Paúles, estuvimos atentos para recibirlos a su llegada y ver locales donde se podrían cambiar de ropa los cantores. Vista la iglesia, celebré la eucaristía a las 7,30. Me sorprendió el silencio y normalidad de la celebración, pero más me sorprendió que, terminada la misa, llegaron los componentes del Orfeón Pamplonés, y sin ruido ni protocolos, sencillamente pasaron al límite del presbiterio. Se notaba un Orfeón muy disciplinado y que sabía estar en el lugar donde al día siguiente iba a actuar. Eran 80 los cantores. Con Mari Paz Arizkun ( Subdirectora del Orfeón) dirigiendo y Diana Yerro al piano colocado al lado del órgano que permaneció en silencio. No era su hora.
2.- Todo estaba en silencio,
Los bancos vacíos, las luces encendidas, las imágenes en sus peanas y la Milagrosa en su camarín. De público el P. Tomás y el que suscribe. Un Sr. X se movía por los distintos lugares del templo. Al comenzar a cantar se llenaba el templo de más silencio y de sonidos que hablaban con los personajes de los cuadros de Cesar Oñativia y los ángeles de Sor Joaquina Olóndriz. No eran los ángeles los que cantaban, era el Orfeón, que a la menor señal de la directora, interrumpía el canto para matizar, para sensibilizar al coro sobre lo que el autor de la pieza y la directora querían expresar con las distintas voces que eran el instrumento de expresión. El Sr. X se iba moviendo por toda la iglesia, como pájaro inquieto de rama en rama, para escuchar distintos sonidos. Iba hacia adelante, hacia atrás, hacia las columnas, hacia las puertas. En un momento se me acercó preguntándome si era de los Paúles; al decirle que sí, me dijo que conocía al P. Bacaicoa ¡ Gran Organista! Era de su pueblo. Me habló del programa que se iba a desarrollar, de las piezas, de los autores, de la Música Ortodoxa. Confieso que lo que me decía superaba mis conocimientos musicales. Le ofrecí subir al coro para escuchar desde allí, me dijo que sonaba mejor abajo. Le señalé a quien estaba solo en un banco, era el P. Tomás, le dije que si necesitaba algo, podía acudir a él. Yo, imitándole en su vuelo, me subí en el ascensor de coro en coro como un gorrión para escuchar los distintos sonidos. Cuando estaba en el primer coro oí un aplauso decidido al terminar una interpretación. Viendo los bancos vacíos me dije: Si los bancos tuvieran manos se romperían aplaudiendo para agradecer este gran momento musical para mí solo.
3.- Al día siguiente fue el concierto.
Como el día anterior me tocó la misa de las 730. Ya al salir a celebrar, la Iglesia estaba llena. Misa sin cantos. Los cantos luego, homilía un minuto de silencio. Terminada la misa pedimos permiso a la Señora de la casa para el concierto cantando ¡Oh María! Sin pecado concebida. Son las 8 menos diez. Colocan el piano, los cantores se está uniformando en el salón de la Milagrosa y en Manos Abiertas, la Iglesia y los coros están a reventar, no hay lugar ni para los de casa, todos atentos para acoger. A las ocho y cinco entran los artistas: primero los hombres con traje y carpeta Negra. Luego las damas con uniforme de invierno y carpeta blanca. Finalmente Diana para el piano y Mari Paz, de elegante negro, para la dirección. Terminados los aplausos de entrada sin presentación comienza el concierto. Silencio absoluto cargado de expectativas. El desarrollo fue una mezcla de silencios y aplausos abiertos a la transcendencia. Fue una nube de arquitectura, escultura, pintura, poesía y música. Fue una tormenta de arte que descargó en la Iglesia de los Paúles de Pamplona. Al final un agradecimiento de la directora del Orfeón a los Paúles y asistentes por sus aplausos y alegre acogida. GRACIAS.
Julián Soriano, C.M.
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