Confirmaciones en Cuyamel
En Tegucigalpita, comunidad que pertenece a nuestra parroquia Santiago apóstol de Cuyamel, el domingo 8 de septiembre, a las 9,00.am, se dieron cita 38 jóvenes, de diversas comunidades de la parroquia. Estos jóvenes han estado preparándose para recibir el sacramento de la Confirmación durante dos años, y recibiendo formación permanente según los procesos de la fe y acabado este tiempo pidieron ser confirmados.
Desde tempranas horas fueron llegando los fieles al templo hasta el punto de llenarse y desbordarse. Asistieron a la celebración unas 700 personas venidas de la parte alta y baja de la parroquia para acompañar a sus hijos y ahijados, además amigos y conocidos que tienen afinidad con la iglesia.
El Sr. obispo, Don Miguel Lenijan en la homilía exhorto a los jóvenes confirmandos a perseverar en la fe. A la vez que los retó a trabajar por construir el Reino de Dios y a estar atentos a responder al Señor que los llama a ser discípulos misioneros.
Estos jóvenes, en su mayoría, ya están comprometidos en sus comunidades de la siguiente manera: unos son animadores de grupos de jóvenes; otros son catequistas; otros aspirantes a delegados de la palabra; otros animan con la música y el canto en las celebraciones litúrgicas; otros en las acompañan a las comunidades eclesiales de base; y otros tienen inquietud vocacional, lo cual nos alegra y motiva acompañándolos.
Es una gran alegría estar a con los jóvenes y ser cercano a ellos. Escucharlos y ayudarles a descubrir su vocación. Este grupo de jóvenes confirmados demanda mayor entrega, hacer un poco más. Nuestra meta es seguirlos acompañando y ayudarles a crear sus proyectos de vida para que los dones que han recibido fructifiquen en bien de la iglesia en la construcción del Reino de Dios.
Como Iglesia y como parroquia nos unimos a la alegría de estos jóvenes y felicitamos a los padres de familia y a los catequistas que con gran empeño han acompañado a sus hijos, guiándolos por el camino del bien.
Wilmer A. Ramírez, C.M.








San Vicente de Paúl (de ahí el nombre de “misioneros paúles”), a pesar de las comprensibles limitaciones propias del tiempo en el que le tocó vivir (siglo XVII), tuvo un gran aprecio por la comunicación: llegó a escribir más de treinta mil cartas (alguna llegó a su destinatario varios meses después de su muerte). 


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