ENCUENTRO DE FORMACIÓN PERNAMENTE – SUPERIORES LOCALES – ZARAGOZA
Convocados por el Visitador, acudimos puntuales a la cita anual: Zaragoza, 7 de octubre, atardecer en las antevísperas del Pilar. Temperatura agradable, saludos afectuosos, locales preparados. Estamos en buenas manos. La cena nos reúne en el comedor en torno a dos amplias mesas. Al final, se nos recuerda que, a las 8:30, nos veremos en la Iglesia Parroquial (Laudes y Oración).
Amanece con cierto frescor (día 8). Un breve paseíllo por la reserva frutícola de la Comunidad nos alegra el corazón: abundantes aceitunas, numerosos membrillos, alguna malparada parra, … cero higos (las informaciones dicen que los ha habido). ¡Desilusión! Dentro de la Iglesia se está gusto. Las aportaciones litúrgicas de Julián nos esperan debidamente repartidas. Gran ayuda para el rezo de las Laudes.
Se nos va la mañana en dos escuetas y compartidas sesiones presentadas por el Visitador. Excusan su asistencia los Superiores de Honduras y Pamplona-Enfermería. Obvio es resaltar el en otro tiempo normal desayuno que se nos ha preparado. Aunque suene a actualidad “no había txistorra” aunque sí los correspondientes huevos fritos y la inevitable panceta. ¡Ay, don Luis, qué tiempos aquellos!
Tras la comida, siempre resaltable, un largo descanso por razón de la llegada de quien va a acompañarnos en la reflexión: don Vicente Martín Muñoz, Obispo Auxiliar de Madrid. La acogida que le dispensa el Visitador, en nombre de los presentes, no sólo es de agradecimiento por su presencia sino de condolencia por el repentino fallecimiento, hace una semana, de don José Antonio Álvarez, igualmente Obispo Auxiliar de Madrid. Las dos cestillas de “bombones” van bajando de volumen. ¡Ay don Luis, qué tiempos aquellos!
Dos son las reflexiones, con el obligado descanso-café, que nos presentó: “Salir al encuentro de un mundo herido” y “Una Iglesia con rostro de samaritano”. Acompaña su sonora expresividad con unas bien preparadas diapositivas. Las prisas no son buenas consejeras y, por algunos problemas técnicos, casi no hubo tiempo para el diálogo previsto. Terminó la jornada con el rezo-canto de las Vísperas y Eucaristía. Estaba la noche templada y fue aprovechada para dar un paseíto por los alrededores.
La mañana (día 9) amanece nublada. La misma dinámica que el día anterior. Laudes y Eucaristía para comenzar. Dos nuevas reflexiones a cargo de don Vicente: “Claves de la Pastoral Social desde la Fratelli Tutti” y “El carisma vicenciano en la sociedad actual”. El tiempo dio para algunas breves preguntas. Cariñosa y agradecida despedida. Descanso más largo del habitual antes de la comida, copiosa comida, tradicional comida… Poco a poco se fue desgranando el grupo. Una interesante reunión. ¡Ay, don Luis, qué tiempos aquellos!
Mitxel Olabuenaga, C.M.
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