Misión en Texigua, el Paraíso, Honduras.

hondurasEn el departamento de El Paraíso, al sur de Honduras, La familia Vicentina arropa, anima y ayuda un sector llamado Texiguat, en muestra de extrema necesidad se ha acudido en su ayuda con medios materiales. Ahora también les acompañamos con una misión ofrecida, fundamentalmente por miembros seglares de la familia vicentina.

El sábado nueve de noviembre de 2012 a las 2:00 pm salimos desde la parroquia San Vicente de Paul de san Pedro Sula para Tegucigalpa, un grupo de 15 misioneros. Allí nos acogieron fraternalmente los padres y estudiantes.

Por la mañana, a las 4.30.am, salimos para Texigua a donde llegamos a las 8.30. am. El párroco, Juan Pablo y su vicario Douglas en compañía de catequistas y Delegados de la Palabra nos dieron la cordial bienvenida. Desayunamos, descargamos los carros y a las 10. am. Inició la Misa de apertura de la Misión. La Iglesia parroquial estaba medio llena. Al final de la Misa tuvo lugar el envió.

La parroquia San Francisco de Asis de Texigua, tiene seis sectores: El Rodeo, Jobal, Borbollón, Chaperna, Ciruelo y la  Iglesia parroquial.

En mi grupo, estaban, el P. Manuel Botet, de la Parroquia de San Vicente de Paúl de San Pedro sula, María del Pilar Antúnez, de la Asociación de la Medalla Milagrosa  y Cristian Rodríguez, aspirante a misionero paúl en nuestra provincia. Nos toco el sector uno, al que corresponde nueve aldeas. Cada una de ellas está integrada por unas veinte o no más de 60 casas, unas cerca de la ermita y otras más lejanas.

Las comunidades que visitamos en  el sector uno son: Arrinconada, kaualagua, Guinopito, El Tule, Hacheros, San Andrés,  La Agustina, Quebrachales, Agua Caliente y El rodeo, donde se tubo la Misa como centro de encuentro con las comunidades del sector.

En todas las comunidades visitábamos los hogares por la mañana, y, por la tarde, tenía lugar el encuentro con niños, jóvenes y adultos; seguidamente el rezo del Rosario, y al mismo tiempo, confesiones en las que hubo mucha participación. Finalmente terminábamos con la Eucaristía para todos los grupos antes señalados.

Para poder llegar a todas las casas, nos hicimos acompañar de los catequistas y Delegados, haciendo en cada comunidad  tres grupos de misión.

En algunas comunidades encontrábamos ancianos postrados, muy piadosos que nos solicitaban los Sacramentos y los atendimos después de la Misa.

La misión iba dirigida a los católicos más alejados e indiferentes; no obstante, visitamos a todos, e incluso a algunos evangélicos que nos abrían las puertas y atendían.

En los encuentros con los grupos notamos menos presencia de jóvenes, que como es habitual se entretienen, la mayoría, con el futbol y otras aficiones y se resisten a participar en algún grupo de su comunidad y  la parroquia.

Encontramos muy buenos Delegados de la Palabra y catequistas, que dejando todo, se dispusieron, a tiempo completo, para dedicarse a la misión. Muy de señalar también el apoyo sorprendente de las esposas de esos mismos Delegados que comparten el mismo compromiso y la misma entrega.

Resaltamos el compromiso y responsabilidad de los catequistas y delegados de la palabra y pequeños hermanos de María, en comunión con el párroco y su vicario. La organización y comunicación con todos los sectores, la capacidad del dialogo, sencillez, amabilidad y disponibilidad para hacer efectiva la misión.

En cada comunidad fuimos muy bien atendidos por las esposas de los delegados, catequistas y la comunidad en general. Son gentes muy pobres, carecen de muchas comodidades; sin embargo, mantienen constantemente un rostro alegre que refleja la felicidad del encuentro con Cristo. Eso lo pudimos notar en cada hogar que visitamos: alegría a pesar de la pobreza y del abandono por parte de las autoridades del gobierno del país.

La misa de clausura fue el 25 de noviembre  y desde temprano comenzó a llegar la gente; cuando el momento de la Misa ya no había sitio; el templo estaba lleno, habían unas mil personas, la mayoría de las aldeas. Además de la clausura, celebramos el día del delegado, misa de apertura del año de la fe y  fiesta de Jesucristo, Rey del Universo.

Teníamos motivos para asistir, participar y celebrar; fue un encuentro maravilloso.

Se hizo una majestuosa procesión que recordaba las procesiones del Corpus Christi,  por las principales calles de Texigua y retornamos al templo donde recibimos la bendición con el Santísimo Sacramento.

Finalmente, hubo reconocimiento a los misioneros, dándonos a cada uno un detalle muy bonito: un niño Jesús. Después de las fotos, aplausos y cantos, almorzamos, nos despedimos y nos dispusimos a viajar hacia Tegucigalpa y al siguiente día a San Pedro Sula y de ahí cada uno a su lugar de origen.

Wilmer Alfredo Ramírez

Mitxel Olabuénaga, C.M.

Sacerdote Paúl y Doctor en Historia. Durante muchos años compagina su tarea docente en el Colegio y Escuelas de Tiempo Libre (es Director de Tiempo Libre) con la práctica en campamentos, senderismo, etc… Especialista en Historia de la Congregación de la Misión en España (PP. Paúles) y en Historia de Barakaldo. En ambas cuestiones tiene abundantes publicaciones. Actualmente es profesor de Historia en el Colegio San Vicente de Paúl de Barakaldo.

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