«Papá Noel ni está ni se le espera»

3130807777_71f1c96ba7Juan Manuel de Prada (Baracaldo, 1970, aunque muy temprano se trasladó a vivir a Zamora) sigue escribiendo sus novelas a mano y en papel de fotocopias usadas. En 2012 publicó su última novela, «Me hallará la muerte», y se encuentra satisfecho con las ventas teniendo en cuenta «la tempestad que atraviesa el mundo editorial». Si sus reservas de papel usado no se agotan, es probable que termine una nueva novela para el verano de 2014. Sobre la temática, no suelta prenda; sólo concede que «habrá tiros».

En los últimos años, a su vocación de escritor añadió la faceta de presentador de televisión. A pesar de ello, para él, «el televisor es un electrodoméstico que utilizo para ver películas y series de televisión. No me satisface en ningún aspecto: ni intelectualmente ni como puro entretenimiento». Como ha afirmado en varias ocasiones, internet es un peligro: « Cualquiera, hoy día, con internet, se monta la televisión a su gusto, a la carta. Y ni siquiera tiene que pagar. La televisión es un medio que está dando las boquedadas».

Recuerdos

Juan Manuel de Prada conserva el recuerdo de unas Navidades sencillas envueltas en la tradición. Habla de ellas como «una ocasión para reunirte con tus abuelos, de ir a visitar a tíos, primos y padrinos. Y muy ligada a tradiciones muy modestas: desde los villancicos a la misa del gallo, pasando por la cabalgata de los Reyes Magos. Siempre muy sencillo todo». A la hora de elegir un instante, se queda con Nochebuena: «Era un momento especial, de esos en los que parece que el tiempo se suspende».

A nadie sorprenderá saber que Juan Manuel de Prada fue un niño bueno y que Sus Majestades siempre han tenido en cuenta su conducta cada seis de enero. Recuerda que, a veces, incluso fueron más generosos de lo que él habría querido: «Yo había visto en el mercado de Zamora, al que iba muy a menudo con mi abuelo, en un puesto bastante cutre, un tractor de plástico, de plástico amarillo, lo más rudimentario y modesto del mundo. Entonces yo les pedí este tractor a los Reyes Magos, tractor que en aquel momento podría costar un duro. Y se ve que me había portado tan bien, que decidieron regalarme un tractor mejor. Un tractor con pilas, con cable, con un mando, teledirigido; un tractor que estaba bastante bien sobre todo para la época. Y entonces, cuando lo ví, me cogí una llorera que me duró días». Pero, eso sí, no hay mal que cien años dure: «Luego ya, poco a poco, le cogí gusto al regalo que me habían traído. Pero añoré, sobre todo al principio, el que yo les había pedido».

Lealtades y fobias

Cada uno tiene sus gustos a la hora de decorar su hogar. En el del escritor, el nacimiento y el árbol han podido convivir armónicamente. Cada uno respetando su espacio: «En casa de mi familia se ponían ambas cosas. Y como sigo pasando las Navidades con mi familia, he mantenido esa tradición. Siempre me ha gustado más el nacimiento, pero tampoco tengo nada contra el árbol». Sin embargo, hay otras tradiciones con las que se muestra menos contemporizador. Quizá porque no son tradiciones sino importaciones. Importaciones de color rojo que de un tiempo a esta parte se dedican a hacer la competencia a Melchor, Gaspar y Baltasar: «A mi casa no iba Papá Noel. Ni iba ni va. Ni está ni se le espera. Jamás.». Y por el bien de su integridad física no debería aparecer: «Papá Noel no quiere que lo reciban a garrotazos».

Optimismo y esperanza

Para el escritor, estas fechas no pueden despojarse de su sentido religioso. Al hacerlo, se cae en el engaño de confundir el optimismo con la esperanza, siendo la esperanza una virtud inherente al verdadero sentido de la Navidad. «Yo creo que nuestra época es optimista y desesperada; es una época eufórica, pero esa euforia lo que encubre es la angustia del vacío», afirma Prada. Y continúa: «La Navidad, como su propio nombre indica, es un nacimiento. Y un nacimiento tiene un sentido religioso de lo que se conmemora. Y luego el sentido humano y vital: es una oportunidad para despojarte del hombre viejo. Para tratar de renovarte, de ser mejor; para dejar aquello que te esclaviza, te tiraniza, te destruye. Y tratar de acoger lo que te mejora o te hace más virtuoso.»

Invitaciones                                        

La literatura y el cine son dos de las pasiones de Juan Manuel de Prada. En ambas hay extraordinarias obras de temática navideña. Cuando se le pregunta por un libro para estas fechas, el escritor da una respuesta que sale de los tópicos: «Hay un cuento de Truman Capote, alusivo a la Navidad, que se titula «Un recuerdo navideño». Es un cuento que me gusta. Con ese tono que tienen los cuentos de Capote: muy reminiscente de su infancia un poco sureña. Recrea un poco ese mundo del Sur.» Y respecto al cine, recomienda una película española de 1955: «El golfo que vio una estrella», de Ignacio F. Iquinio. Es maravillosa. Desgraciadamente semioculta. Una película extraordinaria como tantas de aquellos años que han sido silenciadas».

Juan Manuel de Prada. Tomado de ABC.ES

Mitxel Olabuénaga, C.M.

Sacerdote Paúl y Doctor en Historia. Durante muchos años compagina su tarea docente en el Colegio y Escuelas de Tiempo Libre (es Director de Tiempo Libre) con la práctica en campamentos, senderismo, etc… Especialista en Historia de la Congregación de la Misión en España (PP. Paúles) y en Historia de Barakaldo. En ambas cuestiones tiene abundantes publicaciones. Actualmente es profesor de Historia en el Colegio San Vicente de Paúl de Barakaldo.

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