Bodas de Oro sacerdotales de los Padres Javier Aguinaco, C.M. y J. Julián Díaz Catalán, C.M.
Bodas de oro sacerdotales de Julián y Javier
en la diócesis de Albacete.
Introducción.
Todos los años, por la fiesta de San Juan de Ávila, patrón del clero diocesano de España, se tiene en Albacete un retiro sacerdotal muy especial, al que se invita a todos los sacerdotes de la diócesis. No solo conmemoramos a este gran santo, patrón del clero español, sino que se aprovecha para celebrar solemnemente los distintos aniversarios de ordenación de los sacerdotes de la diócesis: bodas de plata y de oro. Y este año, en esta celebración, les cupo en suerte a nuestros hermanos Juan Julián Diaz Catalán y Javier Aguinaco, estar en este grupo selecto. A parte de nuestros hermanos, celebraron sus bodas de plata un sacerdote ucraniano y seis sacerdotes diocesanos: buena floración de ordenaciones sacerdotales en Albacete ese año. Seguro que más de uno añoró que volvieran aquellos tiempos dorados de ordenaciones en nuestra diócesis, angustiada hoy, como tantas otras, por la escasez de vocaciones.
El retiro tuvo un primer plato fuerte: una charla central sobre sobre “Amoris Leticia”, que quiere introducir el año sobre la familia cristiana propuesta por el Papa Francisco. La charla fue dada por el sacerdote Juan iniesta, Delegado diocesano de la pastoral familiar y coordinador del Centro de Orientación Familiar (COF).
El ponente Lo hizo muy bien y creo que no se hizo pesada su charla, a pesar de que tuvo que emplear hora y media larga para dar cuenta pormenorizada del contenido del documento. Hizo énfasis en la exigencia del amor cristiano que no excluye a nadie, fieles o infieles al compromiso matrimonial, incluso a los que parecen negarlo todo. Dios es amor para todos. Personalmente quedé con las ganas de volver a leer este documento más detenidamente y de meditarlo a fondo
Celebraciones
Después de un relajante descanso se pasó a la presentación y acción de gracias de los distintos concelebrantes del acontecimiento: primero le tocó al sacerdote ucraniano que leyó, despacio, su vivencia particular como sacerdote y como miembro, desde hace años, del clero activo en la ciudad de Albacete. Después les tocó a los nuestros: Javier destacó con énfasis el privilegio de haber trabajado siempre, como sacerdote, en las periferias y, sobre todo, en Honduras. Julián expuso sus polivalentes destinos como educador y como guía espiritual en los distintos países donde la providencia le colocó. No dejó de señalar los diferentes títulos académicos obtenidos. Seguro que más de uno sintió nostalgia del privilegio de ser misionero, disponible a ir a donde la Providencia le depare. Personalmente lo siento como un privilegio.
Los seis sacerdotes diocesanos que celebraban las bodas de plata elaboraron un emotivo documento conjunto, en el que destacaban tres ideas fundamentales:
- • Gracias: gracias, Señor, porque te has hecho presente en nuestras vidas y en los acontecimientos que hemos ido viviendo durante estos años
- • Perdón: por nuestras cobardías, nuestros miedos, comodidades y apaños que hemos ido viviendo cada uno de nosotros a lo largo de estos años.
- • Ayuda: Sin ti nada somos; sin ti nada podemos, Señor. Te pedimos que nos sigas ayudando en adelante, a seguir disponibles a tu llamada…Y como posdata, te pedimos Señor que nos aumentes la fe, que fortalezcas nuestra esperanza y nos hagas fuertes en la caridad, para seguir dando testimonio con nuestras vidas de tu proyecto de salvación a todas las comunidades a las que sirvamos y a todas las personas con las que nos encontremos.
Regalos, eucaristía y piscolabis final.
Terminada la presentación de los homenajeados, tuvo lugar la entrega de regalos. Este año, creo que con buen criterio, el regalo no consistió en un libro bien escogido u objeto piadoso especial, que se suelen arrinconar y pasan al baúl de los recuerdos, sino en una bolsa bien surtida de variados alimentos, incluido un buen trozo de jamón, quesos selectos y otras variedades alimenticias que daban entender que los que programaron la cesta eran buenos conocedores de los gustos alimenticios clericales. Sea todo para la gloria de Dios.
La Eucaristía que cerró el retiro tuvo de especial la emotividad de la conmemoración, con emociones contenidas, seguro, en más de uno. Siempre es vitalizante volver a los dorados tiempos de juventud, con los sueños recién estrenados.
Nosotros no pudimos quedarnos al piscolabis final, ya que el tiempo nos apremiaba, pero seguro que fue especialmente emotivo, envuelto en abrazos virtuales y mejores deseos de que la cosa, la emoción de la ordenación, se mantenga cargada de esperanzas nuevas.
Félix Villafranca, C.M.
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