Comienzo de misiones populares en pueblos de Navarra
Al dar la noticia de la misión en unos pueblos pequeños de Navarra, permitidme citar a José Ignacio, el párroco. “Si nos quedamos con lo de siempre, si no ofrecemos la fuerza viva de la fe, cada día iremos a menos”. Algo así me decía el párroco de estos pueblecitos que vamos a misionar. Y la reflexión me parece que es apropiada para una Congregación que se llama de la Misión. O sea, de algo que, como dice el Papa de hoy, es necesario y urgente revivir en nuestra iglesia.
En estos días de primera preparación que he vivido con él añadía una nueva reflexión: “Nos han ganado la partida de la oferta en la calle y en los bares y la gente cada vez viene menos a la iglesia”. Reflexión por lo demás obvia.
A la vista tenemos de momento una nueva posibilidad, tres pueblecicos pequeños: Bargota, Armañanzas y Torres del Río. Son pueblos muy marcados políticamente en los que hay niños sin bautizar (y son de la “catolicísima” Navarra). Y la primera pregunta: ¿Qué vamos a hacer por ellos? ¿Qué vamos a hacer para despertarlos del sueño?
Desde luego, no pararnos ni acobardarnos. Morir con las botas puestas, que diría san Vicente, fuera de las murallas de París; fuera de los muros de Jerusalén, como Jesús. Dando vida y ayudando a vivir.
Esta misión es una incógnita, pero no queremos caer en el miedo paralizante, del que se hace eco el evangelio de este domingo: “Estaban los discípulos en una casa con las puertas cerradas, por miedo a los judíos”.


San Vicente de Paúl (de ahí el nombre de “misioneros paúles”), a pesar de las comprensibles limitaciones propias del tiempo en el que le tocó vivir (siglo XVII), tuvo un gran aprecio por la comunicación: llegó a escribir más de treinta mil cartas (alguna llegó a su destinatario varios meses después de su muerte). 


Que os vaya bien en esta nueva misión. Unidos en la misión de Cristo. :)