Conceptos clave en Misiones Populares VIII: En equipo “Eclesial”

Minolta DSCAl presentar la misión, lo dejamos claro:

¿QUIENES SOMOS…?

Las Misiones son el ministerio originario de los Paúles. Este ministerio se sigue hoy cultivando con ilusión. En él colaboran también las Hijas de la Caridad y los Seglares Misioneros Vicencianos.

Y en la carta de anuncio normalmente dicen los párrocos:

Hemos pensado en organizar una Misión, que dará en nuestra parroquia un Equipo de misioneros, formado por PP.  Paúles con alguna Hija de la Caridad y algún Seglar Misionero.

Cuando “venimos-vamos” en “equipo” eclesial queremos manifestar que lo hacemos como testimonio de una Iglesia en todos sus miembros: clero, seglares, personas consagradas… Es un intento de actualizar esa comunidad con todo tipo de personas que se elige Jesús para la misión (ver Lucas 10) que, como indica la exégesis actual, es señal del reino. De un reino que, lo dirá más tarde Pablo, no hace distinciones entre judíos y griegos, esclavos y libres, hombres y mujeres.

Pero hay algo más en esta práctica: Es el sentir que el primer evangelizador es Jesucristo; que nosotros somos limitados; que a veces no lo hacemos bien; que tenemos que completarnos los unos a los otros; que la evangelización, en definitiva, es básicamente profética pero en unidad con el también carisma de la autoridad-servicio. [Así también la evangelización puede ser «nueva»].

DIGITAL CAMERASí. Tenemos la importancia y la relatividad de los testigos, que, como precisa Pablo, somos administradores a los que se pide que sean fieles. Lo importante no es el título. Es la fidelidad.

Pero, además, somos espectáculo. Con toda la carga sicológica y social que lleva esto consigo sabemos que estamos continuamente observados. Y, dirá san Vicente, con la obligación de reproducir el modelo (necesidad de santidad para poder evangelizar eficazmente). Por eso, se pide a este equipo unas notas (virtudes). Según san Vicente de Paúl “máximas propias de la vocación del misionero: sencillez, humildad, mansedumbre, mortificación y celo” (XI, 583).

Al enviar a los misioneros acostumbraba a decir: “Vaya, pues, in nomine Domini, con el espíritu que San Francisco Javier llevó a las Indias, y recibirá, como él, la corona que Jesucristo le ha merecido por su preciosa sangre y que Él le concederá si honra su caridad, su celo, su mortificación y su humildad” (I, 375).

Así procuramos que sea nuestro equipo: un grupo de personas [1] fuertemente enraizadas en Jesucristo, [2] con un sentido de humildad sencilla, pues saben que [3] obran en nombre de la Iglesia, que [4] quieren imitar a Jesucristo y obrar a su estilo en su amor a los pobres que les hace reconocer que ellos tienen derecho al evangelio, y [5] no dejan de esforzarse con un celo valiente, pues ¡hay de nosotros (los cristianos, la iglesia, incluso todo hombre) si no anunciamos con fuerza el Evangelio!

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