Textos para la Historia de la CM en España (5 de mayo de 1832)
ALGUNAS REFLEXIONES DEL P. LAMBOLEY AL P. BUENAVENTURA CODINA. (5 de mayo de 1832)[1]
Sr. D. Buenaventura Codina.
La gracia de Nuestro Señor sea siempre con nosotros.
Muy Sr. mío y de toda mi estimación: Habiendo recibido el Jueves Santo la última de V. fechada el 3 de abril, no he podido responder a causa de los oficios de la Semana Santa, de los días de Pascua y algunas ocupaciones que siguieron a estos santos días. He comunicado al muy Rvdo. Sr. Superior general las reflexiones de V., y lejos de haber llevado a mal estas observaciones, las ha recibido con gusto, singularmente cuando ha oído la sumisión disposiciones que las acompañan.
Juzga el dicho Sr. Superior general que Vds. vayan de concierto y con buena armonía con el Sr. Roca, ya que las Hermanas padecen preocupación hacia este señor; y Vds. pudiendo y queriendo sinceramente y de buena fe remover todos los obstáculos que podrían presentarse de la parte de las Hermanas, a ellos pertenece el glorioso deber de removerlos con suavidad y poco a poco, todo esto es presupuesto: y ya daré a este fin algunos medios en nombre del Sr. Superior general al cabo de ésta.
El mismo Superior general está muy convencido que en el amor y el celo por el bien de las dos Congregaciones, de las cuales V. tiene sin duda bien merecido, está la sola causa que le ha movido a proponer su modo de pensar en este negocio. Solamente no ha estado satisfecho, yo tampoco, al ver a V. invocar el testimonio de Dios Nuestro Señor, para persuadirnos de la pureza de sus intenciones: bastaba, señor mío, su solo testimonio; ha sido suficiente este testimonio para probar y convencer al Sr. Superior general, que las Hijas de la Caridad están muy parcas en ir a la Corte y a las casas de la primera distinción; y que hasta ahora se han conservado en la sencillez y modestia de su santo estado. El honoratísimo Padre ha sido tan satisfecho de estas buenas disposiciones de las Hermanas, que me ha dado orden de encargar a V. que dé parte a las Hermanas de su grande contentamiento en este punto; de encomendarles en su nombre, en no pedir jamás alguna cosa, sino por los pobres, y también en perseverar siempre en este apartamiento del mundo, el cual es una de las mejores disposiciones para mantenerlas en el espíritu de su santa vocación. Ahora hablemos del reglamento. …».
«Ahora me queda responder algo a dos líneas de V. tocante a las tres Hermanas francesas.
Estas tres Hermanas escribieron conjuntamente al Sr. Superior general el 29 de diciembre de 1831. Desde el principio hasta el fin de sus cartas, refieren únicamente: 1.° Las gracias especiales que recibieron de Dios durante su viaje hasta Madrid. 2.° El acogimiento honesto y gracioso que recibieron de nuestras Hermanas españolas en Tolosa y Vitoria, y sobre todo en Madrid, de las Hermanas y también de los Sres. Directores nuestros Misioneros. 3.° Los cuidados, las atenciones, consideraciones, asiduas, constantes que recibieron y reciben de unas y otros. 4.° Respetos, consideraciones, votos por el Sr. Superior general, y con proporción por los Misioneros de esta ciudad de Amiens y sus Hermanas las Hijas de la Caridad.
Pero ninguna sílaba, ninguna sombra de queja ni de observación o aviso al Sr. Superior general del más mínimo defecto en las Hermanas de España o de los Sres. Directores de ellas, o del más leve desorden en alguna casa que sea.
Las cartas que escribieron a la Superiora de la grande comunidad de París y en las casas de esta ciudad, y que hemos visto, todas sin excepción, contienen las mismas alabanzas, el mismo contentamiento, la misma satisfacción; y de las Hijas de la Caridad de España y de los Sres. Directores, sin vestigio de quejas, sin aviso y observación del más leve desorden. Tampoco hemos recibido otro papel o escrito de ellas, ni oído decir que otros hubiesen recibido. Esto certificamos».
«Estas son, Sr. mío y carísimo cofrade, las reflexiones que estoy encargado enviar a V. en el nombre del Sr. Superior general. Las comunicará al Sr. Feu, quien también dará parte a V. del contenido de la carta que le escribo, a fin de que se concierten los dos en el nombre de Ntro. Señor para que el negocio tenga buen feliz suceso.
- podrá saber del Sr. Feu nuestro estado, como también lo que pertenece a las Hijas de la Caridad en estas circunstancias del cólera.
Mande V. a su muy S.S. quien le encomienda a Dios y pide muy encarecidamente a V., ruegue al mismo Dios para las grandes necesidades de su servidor.
El Sr. Superior general dice a V. las cosas muy graciosas y amigables, siempre pidiendo el socorro de sus oraciónes. Saludo nuestras Hermanas en el Señor, …
Carlos F. Lamboley, i. S.C.M.»
[1] HERNÁNDEZ, MªC.: “Las Hijas de la Caridad en España. Documentos”314-315
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