Dos datos y medio: P. José Barceló
Recojo la escueta nota del Boletín Provincial de Barcelona: «El P. José Barceló Morey falleció el 8 de abril en Palma de Mallorca, justo el día de la Anunciación y día entrañable para las Hijas de la Caridad. El P. Barceló brilló por su gran amor y cuidados a las Hijas de la Caridad, su vida de piedad y su incansable labor investigadora en todo lo referente a la Congregación de la Misión«.
En la convicción de que alguien escribirá una seria biografía acerca de su figura quisiera adelantar dos situaciones personales. Andaba yo con la recopilación de datos para mi tesis doctoral. Me desplacé a Mallorca. Mucho me insistió el P. Corera. Era superior de la casa el P. Más. La acogida fue excelente. Mi primera estancia (cuatro días) fue cuasi de encierro permanente. La «biblioteca» de la casa fue mi lugar de trabajo. Excelentes «Manuales de Predicación» originales del siglo XVIII, copiados literalmente de los italianos. En sus gastadas páginas visionaba a aquellos primeros misioneros que recorrieron las islas una y otra vez. A media mañana, al mediodía y a media tarde me sacaba del ensueño el P. Barceló (a quien no había conocido hasta entonces). Era el momento de aclarar términos, dudas… por cuanto el LIBRO DE MISIONES estaba en mallorquín y catalán. Estaba este INAPRECIABLE manuscrito en el «Archivo», un sencillo armario por el que otros habían ya pasado. Me pidió si podía organizarlo de alguna manera. No fue complicado. Eché en falta un «Libro de Ordenanzas»; descubrí, tras un doble fondo, varios cuadernos. Me despedí un lunes después de haber dedicado la mañana del Domingo a visitar la benemérita casa, la Iglesia, su historia, etc… Fuimos a comer a un restaurante próximo. En todo momento estuvo presente la inestimable presencia del P. Barceló.
Un segundo momento de comunicación fueron las trabajos en la Comisión que se formó con motivo del III Centenario. Allí caí junto a los PP. Orcajo, Rivas y Barceló (aun no se hablaba de la «trebolez»). Fueron seis o siete intensas reuniones en diversos lugares que culminaron con las celebraciones en Barcelona. Estuvimos en esta Ciudad en un par de ocasiones siendo el P. Barceló el anfitrión, guía y todo lo que uno pueda decir. Recorrimos con detenimiento los lugares» vicenciano. Decir que era experto no es suficiente. Conocía hasta el más mínimo detalle de cada rincón; conocía a sus actuales inquilinos a la perfección. Fue un buen trabajo, una excelente ocasión para comprobar su cercanía, su saber, su saber hacer.
Con su muerte desparece uno de los pilares de la Historia de la Congregación en España (muy centrado en Cataluña). Excepto el P. Paradela, nadie ha sacado a la luz tanta documentación como él. Quiero suponer que, a quien corresponda, hará una amplia memoria y la publicación de algunos de sus escritos. Descanse en paz.
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